Capítulo: 25

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Estaba feliz

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Estaba feliz. Muy feliz. Aprobé mis exámenes al fin, y podría ir a ver a Nazareno, hace días no lo veo, sólo nos hemos escrito y llamado por teléfono. Una noche fue muy vergonzosa porque me encontraba tan cansada que me dormí y él me oyó roncar. Un espanto. Desde entonces mi nuevo apodo es osita, es humillante lo sé, no digan nada. Al menos no me llama así por los pelos, ya que, como les conté antes, adoro estar depilada, sin un sólo pelito donde no me guste. Piel de bebé. Sí, mátenme. De todas maneras yo creo que a la gran mayoría nos gusta estar depiladas, lo que no nos gusta es depilarnos, es todo un trabajo.

Estoy almorzando en el restaurante Enless Love, adoro la pasta de éste sitio. Y ya hacía tiempo que no lo visitaba, así que me dispuse hoy, a modo de festejo, deleitarme con unos exquisitos espaguetis. Haber aprobado ese examen me habilita a empezar a hacer las prácticas profesionales en un estudio jurídico. Aún no sé dónde hacerlas. Me encantaría en el Estudio Villanueva, pero ya sería demasiado abuso.

─Señorita ¿desea usted algo más?─ dijo el mesero al traerme mi plato que olía exquisito, tanto así que me hizo rugir las tripas. Hoy de los nervios no desayuné, mi cuerpo me lo está reclamando. Pero estoy segura de que no soy la única que luego de rendir un examen importante se come todo lo que encuentra, aunque antes no pase bocado alguno.

─No muchas gracias, se ve delicioso...─ le sonreí amablemente, yo sé lo que es atender a comensales. Un buen gesto de un cliente puede cambiarte el día.

─ Lo está─ me dijo también sonriendo, es un chico rubio, ojos color miel, muy lindo y bien formado, de seguro ha de ser todo un donjuán─ Cualquier cosita que necesites me llamas, preciosa─ guiño un ojo y se marchó por donde vino, me quedé observándolo hasta que cruzó una puerta que supongo da a la cocina del lugar. Es muy amable con los clientes, me cae bien.

Procedí a comer, decir que estaba delicioso es poco, era un manjar digno de un banquete real. Exquisito. Debo traer a Naza a comer aquí algún día.

Desde que salimos de la clínica no hemos tenido el tiempo suficiente para nuestra segunda cita. Ahora que ya estoy más tranquila, le diré que salgamos a algún sitio, quiero pasar tiempo con él.

Al terminar mi plato, que por cierto me dejó muy llena, llamé al muchacho rubio. Se acercó sonriendo de oreja a oreja.

─ ¿Me dices cuánto es por favor?─ le dije y saqué de mi bolso mi billetera.

─Sí, ten...─ me pasó el papel con la cuenta, lo recibí y agarré el dinero suficiente más un extra de propina. Otra costumbre de papá, siempre se da propina a la gente que te sirve.

─Muchas gracias...─ le di el dinero y me sonrió de lado y lo tomó.

─Espera traigo tú ticket...─dijo y salió corriendo sin darme tiempo a decirle que no lo quería que por mi estaba bien. De inmediato regresó.─ Esto, es tuyo, espero verte pronto.─ dijo y agarré el ticket, mi bolso y me despedí con un simple "adiós" saliendo del lugar.

DULCE POETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora