4. Muerto no muerto

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La cama se siente más limpia, más suave. Gira un poco la cabeza, con un olor diferente invadiendo sus fosas nasales. Lo recuerda al alcohol con el que limpiaban las heridas. Exhala, teniendo dificultades para ver un ojo. Ojo que un Alpha le golpeó por haberlo mordido. Parpadea lento y sin sincronía, una persona se introduce en su campo de visión y al querer estirar el brazo hacia ella, una aguja se sale de su mano.

—Mierda, con lo que odio poner estas cosas—quejumbra la persona. Es bajito, tiene voz muy fina y armoniosa. En general, es la segunda persona más bella que ha visto en su vida. Por orden de introducción y no por considerarle menos que Jin—. No te muevas.

—Ayu... ayudam-

—Guarda silencio, no te traje para escucharte balbucear. —Levanta la sabana y coloca el brazo bajo esta para volver a lo suyo. San respira con dificultad. El soldado de traje negro y bonito rostro le da la espalda mientras revisa un enorme closet con puertas de cristal.

— ¿Dónde...?

—Enfermería.

—enfer... en...

—Estás sobreviviendo de milagro—Saca un frasco, lee la etiqueta y se lo queda, cerrando las puertas. Toma asiento junto a la camilla, saca una jeringa de la pequeña mesa junto a la cama y abre el empaque—. No me sorprende, ni siquiera yo tengo la cuenta de cuántos metieron a desahogarse contigo. Eres todo un campeoncito. Bueno, más o menos.

Llena la jeringa y San le sigue con los ojos. El líquido amarillento es inyectado directo al suero que está manteniéndolo alimentado y vivo. Tiene las manos pequeñas, incluso con los guantes se nota lo pequeñas que son. Qué raro en un Alpha.

—Bien, te voy a decir que te ha pasado en estos tres días de inconsciencia —Cruza la pierna con una tablilla en su mano—. San ¿Cierto? —Asiente apenas notable—. Bien, catorce años, Omega, ruptura total de la cavidad anal; desgarramiento mayor, pérdida de sangre, costilla rota, tabique desviado, cuenca ocular bajo peligro de vaciarse, aborto-

— ¿Aborto?

—Sí, hace como tres semanas abortaste. Te podrías por dentro por cierto. Quién sabe de quién que, quizá un mutante de todos los que te violaron—Deja la tabla a un lado, San logra rememorar ligeramente como se preguntaban el motivo de su sangramiento. Tal vez fue eso y ¿Qué tan mal hay que estar para no sentir nada? Dolor, perdida, es como un dato más a la lista de desgracias—. Vives, como dije, de milagro.

—Vas... vas a ayu... ayudarme. —pregunta, aunque suena más a una afirmativa y el otro se ríe en su cara, una burla indiscreta y cruel.

—En lo absoluto. Estás muerto, así como todos los Omegas que trajeron contigo. En tu caso es un poco más figurativo—Coge algo de la mesa de noche—. ¿Conocías a la niña en la habitación contigua? Murió hace un mes, no aguantó tanto, quizá algún perro ya se la comió. Este dibujo te lo hizo ella ¿Cierto?

San mueve la cabeza, ah, el dibujo está prácticamente destruido. Lo sorprende que siquiera haya un resto. Vuelve la vista a la persona. Detallando el rostro. Mejillas hinchadas y suaves, ojos pequeños, uno ligeramente hinchado; labios anchos del más bonito tono rosa que haya vislumbrado en su corta vida.

—Asumo que ya te has dado cuenta, pero aquí no eres más que un agujero para meter el pene—Coloca la hoja en la mesa de nuevo y apoya la barbilla en su mano—. Dos agujeros—corrige—. Si fueras niña, serian tres.

—Quiero... quiero irme, por-

—No te puedes ir, ya te lo dije, estás muerto.

—N-no... otra v-vez-

Secret Between Us || WooSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora