33. Realidad Remarcada

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Sabe que estuvieron escuchando.

Sabe que posiblemente los delaten.

Como puede que los sigan y quiere tener fe en que sería la segunda. Que están lo suficientemente cuerdos para no quedarse en este lugar. Sabe que será un camino largo y que, a pesar del transporte para partir, tendrían que ver por ellos mismos. Ya sería un largo trayecto de por si como para esperar comida y demás.

Wooyoung guarda en un bolso cosas que podrían necesitar. Algunas pistolas, balas, cuchillos y una bomba solo por pura precaución. Si no las necesitan, las tirarían apenas les dieran la indicación de ello. No los tiene especialmente preocupados. San salió en búsqueda de la sala en donde se encuentran las cámaras de seguridad de este sector. Si no los ven, es menos probable que los interrumpan y haya la necesidad de ser abandonados.

El otro Omega comienza a sentir lo que puede catalogar como una curiosa nostalgia y sentimiento de despedida. Muchos años gastados en este lugar, pero no es un arraigo capaz de hacerlo querer quedarse.

En lo absoluto. Se trata más unas ansias de querer escupir al suelo para demostrar el desde que le provoca. Deja el bolso a un lado de la salida y antes de siquiera salir de su sala, choca con soldados más grandes. Estos lo toman bruscamente del brazo con rapidez.

—Los altos mandos ordenan tu presencia. —informa uno de ellos con monotonía mientras muestra un papel con su rostro impreso. Exhala sin animo ¿Qué sucedió? Es lo único que se pregunta con ligereza antes de dejarse arrastrar. Con una persona habiendo visto lo que sucede.

—Son las seis y tenemos hasta las once... O tal vez antes si lo explotamos todo.

~ * * * * ~

—Un Omega, pareciera mentira.

Estar encadenado y con un bozal frente a los cuatro de los cuatro altos mandos restantes es cuanto menos peculiar. Se los imaginaba muy distinto a la imagen que tienen realmente. Son gordos en su mayoría. Calvos, con grandes barbas, bigotes, trajes finos y aseados como no ha visto a nadie en muchísimo tiempo. Tienen tabacos, una mesa llena de comida a un costado y su sala de reuniones es un lujo que nadie se da.

Nadie aparte de ellos, supone rápidamente. Uno le quita el bozal y acaricia el rostro, examinándolo a detalle. Que tanto abre la boca, el color de su ojos, si hay cicatrices de las que no se ha dado cuenta.

—No es feo y si aguanto todo el entrenamiento más los seis años que tiene al servicio, resistirá.

—Resistirá más que tu esposa. —Ríe uno de ellos al más delgado y ancho de la sala. Se le hace vagamente familiar, no sabría decir a quien exactamente.

—Es un perro entrenado—Afirma ese mismo. Su barba con algunos hilos de cabello blanco—. Hará lo que sea que se le ordene. Sin mencionar que es una perra por naturaleza. —burla desdeñoso.

— ¿Cuál dijiste que era tu nombre?

—Wooyoung.

— ¿Cómo llegaste a ser soldado? ¿Quién te ayudó?

—La puta que te parió me consiguió el lugar—Suelta con acidez. A pesar de ser una gracia, no se nota en lo absoluto. Un golpe lo hace girar la cabeza y al retorna al instante—. Si me sueltas puedo demostrarte que pego más fuerte. Que bebé. —suspira.

No dolió nada. O tal vez está insensible a ello también. Es una alta posibilidad.

—Es una perra lengua suel-

— ¿Siquiera saben qué hacer? Diría que nunca han hecho nada. Son unas inútiles bolas de grasa que mandan sin saber pelear. —Acusa mordaz. Lo levantan del suelo debido a la asfixia directa.

— ¿Nosotros? ¿Qué necesidad tenemos de ensuciarnos las manos? Para eso están los demás Alphas y las perras como tú, para satisfacer a todos. Sé un buen perro y di ¿Cómo lograste entrar?

Le escupe en la cara y cuando este lo suelta para limpiarse Wooyoung se levanta directo a él. Primero lo golpea con la cabeza y antes de que puedan agarrarlo, lo muerde en la cara, jalando tanta carne como pueden sus dientes. Sus venas hinchadas y rostro compungido con las pupilas de sus ojos contraídas.

Lo convirtieron en un animal, que ahora se atengan a las consecuencias de lo que hicieron. Del Omega casi Delta que han creado. Cuando logran quitarlo de encima de la víctima, le había arrancado parte del pómulo, la nariz entera y buena parte del parpado. La escupe y sin capacidad de arremeter no hace más que gruñir y morder a quien acerque su mano.

No chilla o demuestra dolor alguno ante la pierna rota de forma violenta. Un golpe directo. Ni siquiera será del todo seguro que camine después.

—Si le cortamos las piernas y los brazos puede que funcione mejor. —opina uno.

— ¡SACALE LOS MALDITOS DIENTES! —Lloriquea el herido en un escándalo, cubriendo su rostro que sangra y tratando de respirar. Siendo casi imposible.

—Lo haremos después. Por ahora basta con que podemos mantenerlo con la boca abierta.

— ¿Si nos lo vamos a quedar?

—Será buena mascota por un tiempo. Esperemos que más tiempo que tu esposa.

—Dejen de mencionar a esa perra. A los cuervos se les va a revolver el estómago de tanto que la nombran ¡Es comida y ya!

—Todos los Omegas acaban siendo comida. Son mascotitas.

Le colocan un sujetador bucal que lo hace mantener la boca abierta sin capacidad de morder. Le arrebatan el pantalón y los ve masturbarse. Pronto tiene un pene en la boca y otro en el área sur de su cuerpo. Los escucha burlarse. Jadear, gemir. Sus ojos tiemblan, viendo a otro lado.

Es lo mismo...

Es lo mismo de nuevo...

«Es un Omega, va a servir de algo»

«Traigan ocho.»

«Traigan seis.»

«Traigan nueve.»

«¿Restan trece y no hay más Omegas? Tráiganlos.»

«Te estás pudriendo por dentro. Me sorprende que despertaras. Voy a sacarte la matriz para que sobrevivas. Luego hablaremos de que hacer contigo... La realidad de ser Omega te arrolló hasta fuera de esta galaxia ¿Eh?»

Exhala por la nariz cuando el semen le llena la garganta y vuelven a ocuparle la boca. No está pendiente de nada más. Viendo a un punto muerto con esos ojos perdidos y temblorosos. Algo surge, desde lo más profundo. Un grito de ese ser dormido hace años.

Mejor dicho, enterrado hace años.

Alguien ayúdeme... Ayuda... Ayuda... AYUDA ¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡AYUDENME POR FAVOR AYUDENME ALGUIEN...!

Alguien...

Alguien...

San ayúdame, por favor ayúdame... ven por mi... no me dejes aquí.

Sus ojos vislumbran la hora en un reloj lejano.

Son las nueve cuarenta... San no vendría. Estará camino al hangar.

—Mira eso. Repentinamente se quedó totalmente quieto.

—No hace ni un ruido.

—Definitivamente va a aguantar ¿A que sí? —Le quitan el sostenedor y no mueve ni un musculo.

Su ser entero apagado y siquiera distinguiendo que hay algo moviendo su cuerpo. Dejado llevar nuevamente por la realidad que nunca ha cambiado, no importando a cuantos Omegas torturó para demostrar que es superior a ellos.

La realidad es que sigue siendo un Omega también. Uno defectuoso. Uno que ni siquiera siente.

Y uno del que van a olvidarse.

Secret Between Us || WooSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora