—Los antiguos maestros Samurai —dijo Kate concentrada en los movimientos de su cuñada— muchas veces presentaban el té antes de tener un combate; su habilidad para servir es un reflejo de su dominio de las espadas. A menudo, ni siquiera era necesario pelear; se podía determinar al vencedor simplemente con ver quién se desenvolvía mejor en la ceremonia.
Jan Di resopló para quitarse el flequillo de la cara; Kathleen la ponía de los nervios, hermana de Ji Hoo sus polainas, entre más la veía menos le creía y comenzaba a dudar del juicio frío de Ji Hoo, quizá que esa chica fuera el único supuesto vínculo con su madre le estaba nublando las ideas. Como sea, sacudió la cabeza para quitarse esos pensamientos, tenía que concentrarse en su estúpida ceremonia de té.
Llevaba dos semanas practicando sin parar, era mil veces más complicado de lo hubiera podido pensar; siempre las consideró como algo bonito, pero ahora que tenía que presentar el té ante Masaaki Takeru como una petición para ser aceptada entre ellos lo consideraba una tradición estúpida.
Al menos no estaba usando un kimono sino ropa perfectamente moderna; un par de jeans entallados y un top amarillo que dejaba su espalda descubierta que Kate le había conseguido el día anterior. Por cierto, la espalda aún le ardía como el demonio y detestaba tener que llevarla al descubierto, para ella misma pensaba que una vez que regresara a casa, jamás volvería a usar alguna prenda sin mangas, no quería que jamás nadie viera su tatuaje, ni siquiera sus más preciados amigos.
Decidió no experimentar con maquillaje y no hizo más que delinearse un poco los ojos y usar un discreto labial rosa. Ji Hoo se ofreció a emparejar su flequillo y a cortar sus puntas, tal como lo había hecho varias veces en el pasado y con una plancha de cabello, rizó discretamente sus puntas. Estaba lista para su estúpida ceremonia de iniciación. Ah, qué ridículo era todo, estaba comenzando a enfadarse.
—Tranquila —le dijo Ji Hoo con calma y comprensión. Jan Di lo miró halagada de que él percibiera tan velozmente cuando cambiaba de ánimo—. Esto no es una batalla samurai; ellos no están esperando que lo hagas perfecto.
Estuvo a punto de escupir algún comentario sarcástico pero mejor optó por tomar un fuerte respiro deseando que todo terminara pronto.
—Es casi hora de irnos —apuntó Kate— ¿quieres intentarlo por última vez?
Jan Di asintió tratando de nulificar su animadversion contra Kate; ella había sido amable y hospitalaria y Ji Hoo decía que podían confiar en ella... y ahora ella misma los llevaría a la guarida del Clan para la ceremonia. El sentimiento de desconfianza volvió a recorrerla, aún así, asintió e hizo un último intento de perfeccionar los delicados movimientos que requería la ceremonia.
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En la casa de Masaaki, en un amplio salón de pisos de tatami, con una pequeña mesa de centro, Jan Di preparó té para el líder ante un público que incluía, entre muchas otras personas, a Ji Hoo y a Kate. Le fue muy difícil y lo hizo todo mal. Otra vez detestó que esos locos tuvieran que ser tan ridículamente ceremoniales. Fue terriblemente complicado preparar la infusión sin doblar las muñecas y ni siquiera lo logró. Para terminar, no calentó el agua en el punto exacto. El silencio era sepulcral y el aire muy, muy pesado.
Sin embargo, Masaaki bebió completamente el té que ella le sirvió, lo cual significaba que la aceptaba dentro de su Clan y tras ello, le entregó un libro en blanco de pastas de cuero que tenía grabado, en tinta de oro y hanja, su nombre.
Tenía ahora su propio libro ya sabía exactamente qué escribiría en él.
Y lo volvería tan importante como lo era el libro de Park Ni Eun.
Tras un aplauso en general, una sencilla fiesta comenzó en el salón adyacente.
Jan Di respiró tranquila; no había sido tan difícil. Claro, había sido vergonzoso y sentía que en cualquier momento iban a saltar a degollarla con sus katanas, pero al final, nadie hizo ningún comentario y el Maestro había aceptado y bebido el té, así que todo había salido bien a fin de cuentas. Todos los invitados se acercaron a darle respetuosas felicitaciones que ella respondía con un torpe agradecimiento.
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El libro de la Joya Coreana
Fanfiction(JanDixJiHoo) [Secuela de "La jaula de los lobos"] Mientras el tiempo pasa, las heridas no han ido sanando, al contrario, sólo se ha ido alimentando la obsesión por perseguir y terminar con aquellos que destruyeron sus vidas en el pasado.