Capítulo IV

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—¿Cómo ha estado? —preguntó Masaaki a Jan Di mientras degustaba sus platillos.

Jan Di lo miró por breves segundos y quiso reírse irónicamente ante la pregunta, pero se contuvo ya que no podía arriesgarse a que él pensara que le faltaba al respeto; por su puesto no podía vociferar su discurso de cómo es estrés postraumático no la había dejado dormir en meses y de cómo odiaba que Ji Hoo hubiera cancelado lo del congreso de medicina, entre otras cosas más que la tenían con los nervios de punta en ese momento. Sin poder encontrar una respuesta adecuada, se limitó a exhalar con cansancio.

—Todo mejoraría si dejara de mentir a sus amigos —opinó él ante la falta de palabras de su invitada.

Ella usó toda su fuerza de voluntad para no rechinar los dientes, ¿por qué un hombre cómo aquel tenía que haber sido privilegiado con tanta inteligencia?

—No puedo mentir si tengo la boca cerrada —Jan Di lo miró a los ojos.

—Eso, Jan Di, es mentir por omisión.

Jan Di lo miró frunciendo los labios, las lágrimas estaban a punto de escapar de sus ojos por el estrés, la rabia y el coraje que le causaba, pero lo último que quería era llorar frente a Masaaki; no lo había hecho cuando la tenía técnicamente secuestrada y no lo haría ahora.

—Me llegó su mensaje... —dijo ella sacando del bolsillo de su chamarra la carta que había aparecido en la boda de Ga Eul y Yi Jung y casi había arruinado el evento.

"Señorita Jan Di,

Espero que no haya olvidado nuestra apuesta de aquella noche en su clínica; usted apostó a que el joven Goo Joon Pyo me haría pedazos y yo aposté a que pronto viviría en una isla europea, ¿recuerda? Pues bien, como ve, no estoy hecho pedazos y vivo en esta hermosa isla en Europa, así que parece que he ganado la apuesta, espero que nos veamos pronto para que yo reciba mi pago.

Por cierto, imagino que usted y el joven Ji Hoo se la estarán pasando muy bien; incluso creo que en el futuro tal vez quieran casarse, es por eso que nos pareció adecuado devolver el anillo para que usted no luzca uno falso.

Bo Joo Rok."

—He pasado todo este tiempo tratando de descifrar esta nota... —Jan Di cerró los ojos— es obvio que tiene un mensaje que sólo yo debía entender, cuando lo descubrí fue que no pude volver a dormir.

—Y es por eso que ahora quiere el libro de Park Ni Eun...

—No es justo.

—La justicia es relativa —contestó Masaaki tranquilamente mientras comía con elegancia. Suspiró—. Yo puedo decir que todo ha marchado de acuerdo a la justicia.

—Ji Hoo no les ha hecho nada, el único deseo que ha tenido en su vida es tener una familia ¿por qué no lo dejan en paz?

—Yo no escribí el código, Jan Di —contestó sin perder la serenidad—. Y no soy yo quien lo está engañando.

El pecho de Jan Di se encogió de dolor y se mordió el labio inferior ante tal acusación. Tomó sus palillos otra vez y los enterró en la comida revolviéndola ignorando la etiqueta.

—No lo hago por engañarlo; yo amo a Ji Hoo —afirmó con determinación— y sólo quiero que él y yo estemos bien como debió haber sido desde el principio. Todo lo que hago lo hago por...

—Protegerlo —completó Masaaki—. ¿De verdad cree que puede hacer que nunca se entere?

—Puedo intentarlo.

—En aras de proteger a quienes significan algo, usualmente se termina sumiéndolos en más atrocidades. Jan Di —hizo una pausa hasta que ella lo miró a los ojos—. La historia ha sido tan bien ocultada que la mayoría de sus secretos tienen su hogar en tumbas ahora.

El libro de la Joya CoreanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora