Yoon Ju Hwan conoció a Park Ni Eun en su primer día en la Escuela de Leyes; pensó que parecía un hada porque era bajita, muy delgada y con la nariz respingada. Durante la primera clase no hizo más que observarla tomar cuidadosas notas, era obvia su pasión por la carrera que comenzaba.
Al finalizar el día se ofreció a encaminarla a casa; ella sonrió y aceptó. Era amable, de voz suave y muy interesante a su parecer; había vivido muchos años en Alemania y era mitad coreana y mitad japonesa. Ju Hwan la halagó diciéndole que, efectivamente, ella se desenvolvía de manera diferente a las otras chicas que había conocido.
Al poco tiempo la invitó a salir, ella declinó en un primer momento, pero él insistió por varios días hasta lograr un sí. Estaba fascinado con ella, él ya le había contado toda su vida, todo acerca de su familia y sobre lo que quería lograr en el futuro, sin embargo, Ni Eun hablaba poco sobre su vida personal, sólo decía que su familia se había quedado en Berlín y, aún habiendo vivido en tres países distintos, contaba pocas anécdotas.
Ella estudiaba muchísimo, era imposible verla sin un par de libros de Derecho bajo el brazo y solía quedarse hasta tarde en la biblioteca. El primer semestre, por su puesto, ella obtuvo las mejores notas y Ju Hwan había sido el segundo, principalmente porque, en su afán de estar con ella, se le unía a todas sus sesiones de estudio.
Ni Eun hablaba siempre con vehemencia de cómo quería llegar a ser fiscal, una abogada del estado. Él comenzó a imaginar que la razón por la que nunca hablaba de su familia era porque habían sufrido muchas injusticias y por eso deseaba tanto limpiar Seúl de criminales. La idealizaba como una heroína de moral intachable y una luchadora por el bien común.
La llevó a conocer a sus padres y ambos quedaron encantados con ella; era muy refinada, criada excepcionalmente. Ellos estuvieron de acuerdo en su relación porque su entusiasmo por estudiar había contagiado a Ju Hwan y se reflejaba en sus excepcionales notas.
Deleitaba constantemente a la familia Yoon con tradicionales ceremonias de té y con su perfecta caligrafía, mostrando con orgullo sus raíces japonesas. Al mismo tiempo era deshinibida, más propio de las jóvenes europeas.
Atraían la atención en la Universidad, eran bien conocidos por ser los mejores estudiantes de la promoción. Ni Eun era exótica por su mezcla de costumbres foráneas, Ju Hwan estaba cada vez más entre los murmullos porque su padre, aunque aún no lo hacía oficial, se convertiría en candidato a la Presidencia de Corea y ya lo perfilaban como el favorito para ganar.
Una tarde, mientras estudiaban en la habitación de él, no pudieron resistirse, y lo que empezó como inocentes besos, escaló rápidamente. Las primeras prendas volaron rápidamente, pero, cuando él quiso quitarle la blusa, ella lo empujó y nerviosa, se disculpó para salir corriendo.
Al día siguiente, Ju Hwan se le acercó en la biblioteca y le pidió encarecidas disculpas por propasarse con ella, se sentía culpable y sucio por asumir que Ni Eun tenía una mentalidad más permisiva con el sexo, como a él le habían contado que eran en occidente.
Ni Eun negó con la cabeza y lo tomó de la mano, asegurándole que él no había hecho nada malo y que le gustaría muchísimo estar con él en un futuro.
A partir de ese día, su relación se hizo más estrecha y parecían tenerse más confianza, pero no volvieron a ir más allá de besos y preferían dedicarse a preparar sus exámenes.
Un día, él llamó a su casa desde los teléfonos públicos de la Facultad porque no se había presentado a clases. Ni Eun, con voz apagada, le dijo que había amanecido enferma y que no se preocupara ya que sólo necesitaba dormir un par de días; le pidió que no fuera a visitarla porque no quería contagiarlo, pero él la ignoró, preparó la sopa que su mamá solía cocinarle cuando enfermaba y fue a buscarla. Ella vivía sola en un apartamento en el centro de Seúl, toda su familia estaba en el extranjero, por eso, Ju Hwan no quería que la pasara sin compañía.
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El libro de la Joya Coreana
Fiksi Penggemar(JanDixJiHoo) [Secuela de "La jaula de los lobos"] Mientras el tiempo pasa, las heridas no han ido sanando, al contrario, sólo se ha ido alimentando la obsesión por perseguir y terminar con aquellos que destruyeron sus vidas en el pasado.