↳ 𝐭𝐡𝐨𝐮𝐠𝐡𝐭𝐬

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Afortunadamente, al día siguiente Lucas no tendría que asistir a la universidad.

Había acomodado su horario estratégicamente para poder tener sus clases interdiarias: lunes, miércoles, y viernes iba a clases desde las ocho hasta la una y media de la tarde, para así tener su merecido fín de semana libre, aunque usualmente no lo invertía en salir o cosas así, en su mayoría, le servía para adelantar trabajos, hacer el mercado, atender a su mascota, o ver series y ordenar comida rápida. Fuera como fuera, le funcionaba bastante bién, pues ahora podía disfrutar de una lluviosa y fría mañana en los alrededores de su apartamento, cubierto con una espesa chaqueta que lo protegía de cualquier posibilidad de pescar un resfriado.

Había bajado únicamente a comprar cigarrillos en una pequeña tienda cerca del portón de su vivienda, su última cajetilla había durado alrededor de dos semanas o un poco más, y se sentía orgulloso de ello. Había adoptado ese vicio desde hacía bastante tiempo ya, y desafortunadamente no estaba pensando en dejarlo pronto, pero sí a sobrellevarlo de la mejor manera posible, así fué como había iniciado con su límite de cigarrillos por día, además de poder ahorrarse bastante dinero en cajetillas. Aprovechando que estaba en una tienda de variados, recorrió un poco el sitio para ver qué otro tipo de productos ofrecía, no iba ahí muy seguido, sólo de vez en cuando para comprar el periódico o cosas así, cosas aburridas de la adultez que nunca se imaginó haciendo, ¡Pero ahí estaba! Viendo el precio de los cereales para ver cuál llevaba a casa, si ese sentimiento no era vejez entonces no sabía lo que era.

Sólo agregó un par de cosas más a su lista de compras, unas latas de gaseosa de varios sabores, ya que no era un gran fan del alcohol que digamos, dos cajas de cereal, y un par de bolsitas de té. Tan sólo con ver lo que cargaban esas bolsas, podían deducir muy bién la personalidad de Yukhei, era alguien relativamente calmado, podría decirse incluso que un poco reservado en cuanto a su vida personal, con ciertos dotes de carisma y humor blanco, alguien con quien no era muy difícil congeniar. En definitiva no era como Jae, excesivamente hablador, o escandaloso, que siempre tenía algo chistoso que opinar. Tampoco como Dowoon, alguien muy centrado, de apariencia y actitud gentil. Y ni hablar de Yuchan, él era la representación del caos, con el ego por los aires, y la moral algo distraída. No es que los estuviera juzgando, en absoluto, apreciaba mucho a ese grupo tan diverso de amigos que tenía, con todo y sus rarezas, el punto inicial de sus pensamientos se centraba en como no coincidía al cien por ciento con la personalidad de ninguno de ellos, lo cual era normal, más bién lo consideraba algo curioso; simplemente creía que era asombroso haber encajado tan bién entre personas tan distintas entre sí, tal vez no debería sorprenderle que tarde o temprano se termine acostumbrando a su compañía.

Terminó de pagar sus cosas y salió a la acera para regresar a su edificio, el clima era perfecto según Lucas, el viento soplaba con delicadeza, pero sentía el frío rozarle las mejillas y la nariz, sus nudillos igualmente estaban helados, la calma se sentía en el ambiente. Adoraba los días lluviosos como esos, donde su mente usualmente se despejaba, sus pensamientos fluian con tranquilidad, los malos recuerdos se esfumaban, y él era felíz caminando a paso lento hacia su cálido hogar. Desde que tenía memoria, le encantaba divagar en los recónditos y más ocultos lugares de su mente, no porque pensara que encontraría algo desagradable o morboso, lo hacía para no dejar de lado ningún tipo de presentimiento, quería tener presente todas las inquietudes y dudas que su subconsciente era capaz de crear diariamente. Como de costumbre no encontró mucho de qué preocuparse, deberes pendientes, la comida de su mascota, el mantenimiento de su motocicleta, y cosas como la cuenta de la electricidad fueron lo único que llegó a su cerebro.

Yukhei no tenía mayores preocupaciones o aspiraciones más allá de su universidad, su departamento, y su círculo social. Recién se había acordado de que debería llamar a Mark para avisarle que había invitado a más personas a su salida del sábado, serían ellos, junto al canadiense, y su otro amigo, mejor conocido como su casi hermano de toda la vida, Yuta. Por un momento casi y se olvida de que Jae le había convencido de aprovechar aquélla salida para acercarse al menor de los hermanos Kim. ¿El pelirrojo de ojitos y sonrisa adorable nuevamente en sus pensamientos? Eso definitivamente no era algo nuevo para Lucas, quien comenzaba a acostumbrarse a que Seungmin sería una de sus más recurrentes crisis internas, no precisamente por el hecho de que congeniaran en varios sentidos, y que uno de ellos fuera sentimental, o por otro lado, el hecho de que tuviera que mantener discreción en cuanto a sus intenciones, a causa de su sobreprotector hermano mayor Wonpil. No, ninguna de las anteriores, Yukhei estaba comenzando a perder la cabeza a medida que su inconsciente recreaba las escenas del mismo pelirrojo y sus delgadas y blancuchas piernas expuestas, desde los diferentes ángulos en que llegó a admirarlas, y la facilidad con la que éstas atraían una carga demasiado preocupante de deseos carnales. Como también lo eran aquéllos rojizos y acolchonados labios, gozando sin límites del dulce que succionaba, lamía, aquél con el que su lengua jugueteaba sin escrúpulos, pero al mismo tiempo con una inocencia alarmante, pues se notaba en sus ojitos que no tenía ni la más mínima idea de lo que ocasionaban sus acciones, lo que esos sonidos obscenos le provocaban a su vientre bajo, el cosquilleo que se extendía por su cuerpo cuando su mirada chocaba con sus belfos teñidos de un erótico color cereza.

Su mente sólo estaba plagada de ideas irreligiosas, debía aprender a controlarse, y pronto, si quería ser capaz de ver al pequeño pelirrojo a los ojos, sin sentir la culpa y el morbo revolverle el estómago. Ésto estaba arrasando con su cordura.

Yukhei se maldijo de nuevo al intentar seguir su camino, la zona de su entrepierna apretaba demasiado, y se le dificultaba el poder andar correctamente. Dolía como el infierno, todo por culpa de su obscena imaginación.

A penas llegara a su departamento tendría que arreglar aquél problema.

Bién fuera con una ducha fría, o con ayuda de su mano.

ゞChᥱrrყ boყ % 𝙻𝚄𝙼𝙸𝙽 ꒷꒦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora