Isabella y Eros caminaron por uno de los parques principales de la ciudad, el griego notó la distancia entre él y la castaña desde la llamada de Ángela.
No quería que se preocupara, menos que le sucediera algo como la última vez.
- ¿Todo bien? - preguntó sacandola de sus pensamientos-. Has estado muy callada durante todo el camino.
- Estoy bien - susurró ella dándole una sonrisa para evadir el tema-. ¡Mira! un mercadillo ambulante - se detuvo cuando vio que había por todo aquel lugar carpas improvisadas para que los vendedores pudieran exhibir sus mercancías-. Podemos comprar algunas cosas aquí - dijo alegre.
Eros asintió devolviendole una ligera sonrisa. La vió correr como una niña mirando cada uno de los puestos. Isabella era tan transparente que incluso no ocultaba su emoción por cosas tan sencillas como aquella.
Pero también podía disimular muy bien su dolor de los demás.
El griego se acercó a su esposa mientras ella miraba con detalle algunas pulseras y anillos que se exhibían.
- Mira este es muy parecido al de mi dije ¿No es curioso? - le pregunto extrañada a su marido que mantenía puesta la vista sorprendido al igual que ella-. Tienen hasta el mismo color.
- Tines razón tienen la misma figura - respondió él-. Parece que la tradición nos persigue a todos lados.
- Me gusta este para ti - sostuvo un anillo en específico-. Voy a llevarlo - respondió con una sonrisa.
- No tienes porque comprarme algo - dijo en respuesta él -. Estoy bien así, podemos comprar algo para ti.
- Nada de eso...Tú me regalaste a Marie como sorpresa de bodas, yo quiero darte un anillo de recompensa - le guiño un ojo.
No habia nada más que hacer, sólo le bastaba con una sonrisa de parte de ella para ceder.
- Está bien... - suspiro derrotado-. Sólo porque no quiero verte triste - le devolvió un beso en la mejilla.
Isabella pidió el anillo que estaba en el mostrador y luego lo deslizó por uno de los dedos de él.
- El símbolo del amor, dios griego del amor - sonrío la castaña.
Eros observó el anillo en su dedo, tenía la misma imagen que llevaba en otras de sus cosas. Aquello le recordó a su infancia en casa de sus abuelos. Él y Zeus eran diferentes desde un principio hermano habia demostrado ser mas temperamental, mientras él era más calmado.
Su madre Selena siempre lo protegía más que a Zeus porque no quería que ninguna persona se aprovechara de eso.
Pero al crecer todo cambió, era rebelde y le huía al compromiso hasta que conoció a Isabella.
- Este no es el símbolo del amor - respondió él mirándola a sus ojos azules.
- Sí, lo es. La mujer me ha dicho que...
- Tú eres el símbolo del amor que llevo a todas partes.
Isabella se ruborizó con aquellas palabras, aveces se sentía viviendo en un mundo de fantasía, uno del que no quería salir.
- Te amo mucho Eros - respondió ella parada de puntas de pie dandole un beso en la comisura de sus labios.
- Yo igual - respondió su marido atrayendola por la cintura-. Te amo más.
La pareja siguió recorriendo el mercadillo, compraron algunos regalos para la familia y finalmente se sentaron en un restaurante a cenar.
- ¿Probamos el pollo Tandoori? Se ve muy rico - pregunto el griego mientras leía la carta.
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Eros
RomanceIsabella ha pasado parte de su vida dedicada a tratar de recuperar a su hermana pequeña del orfanato Linoy. Cuando una vez más fracasa en el intento, busca desesperadamente una solución a su problema, sabe perfectamente que sola no lo conseguirá. Tr...