EPILOGO

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Eros contemplo el azul del mar desde la ventana del bote, su vida era totalmente distinta a como la había imaginado hace un par de años, ahora era un hombre felizmente casado y dedicado a su familia. Las empresas habían crecido mucho en los últimos meses y ahora se habían extendido a otros países como áfrica central, decidió no renunciar a su cargo y ahora era el encargado de cerrar tratos con los inversionistas

- Mira una gaviota – la dulce voz de su esposa lo hizo voltear la vista hacia ella.

Isabella cargaba a su hijo en los brazos mientras el bebe extendía las manos al cielo.

- Creí que nunca iban a despertar – susurro el griego acercándose a ella y depositando un beso en su mejilla.

- Bueno.. navegaste ayer todo el día, y el viaje era algo agotador, supuse que dormir temprano sería lo mejor para que ares disfrutara del paisaje por la mañana.

- Hemos venido aquí por ti – la abrazo a él.

- Estoy emocionada por mi nueva pastelería – dijo con alegría la castaña-. ¿Crees que a la gente de Delfos le guste?

- Claro que sí, mi esposa hace los mejores pasteles de Grecia – alardeo su marido.

- Debo confesar que tengo bastantes nervios, por suerte Vanessa y las demás me ayudaron con la decoración, Marie y ares ocupan la mitad de mi agenda, aunque no me quejo son lo mejor ¿cierto bebé? ¿Cierto?...

Eros rodo los ojos tan solo tenía seis meses y ya era el que se robaba toda la atención de su esposa.

- Que suertudos.... – agregó cruzado de brazos-. A mí en cambio rara vez me notas.

- Eso no es cierto – le replico ella.

- ¿Cuándo fue la última vez que salimos los dos?

- Bueno... lo he olvidado – apretó sus labios al decirlo.

- Ves, hace mucho tiempo no tenemos algo para nosotros solos. Me parece lo justo que celebremos que has terminado tu curso como chef y que hayas abierto tu propia empresa.

- No es una empresa, es una pastelería.

- Con el tiempo crecerá y se convertirá en algo importante, eres muy buena en lo que haces, porque colocas todo tu amor y empeño por cumplir lo que te propones, no todos lo hacen.

Isabella lo tomo de su mano y le sonrió.

- Prometo que cuando lleguemos a Delfos, cenaremos juntos.

- Es una promesa.

**

- Auu – se quejó la castaña cuando Roxana le puso la horquilla a un lado para recoger su cabello-. Me ha dolido – se quejó llevándose la mano a la cabeza.

- Como decía mi madre "quieres verte bella, veras estrellas" – respondió la rubia.

- No me siento bien dejando a Ares, ¿seguras que pueden cuidarlo? – le preguntó a sus amigas.

- Por supuesto que sí, no es la primera vez que lo hacemos – respondió Vanessa.

- ¡Mira bella mi tía Vane me compro un traje de bailarina como el de la princesa del lago de los cines! – exclamo la pequeña Marie con alegría mientras le mostraba su último regalo-. ¿A que es muy bonito verdad?

- Si es precioso, y seguro ha de ser carísimo – le dirigió su vista a Vanessa

- ¿Que? – parpadeo carias veces ella-. Sabes que le prometí enseñarla.

- Creo que ya es mucho, no quiero que te sientas comprometida.

- Pfff – bufo al aire ella-. ¿Qué compromiso? No tengo hijos, menos sobrinos, y mis hermanos ya están mayores para cuidar de ellos, también dudo que se coloquen un tutu de bailarina – soltó una risa ella.

- Gracias por aceptar cuidar a los niños mientras salgo con eros – sonrió la castaña-. Hace mucho que no lo hacíamos.

- Tu solo preocupate de que el peinado no se arruine, la laca no es eterna – agrego Roxana.

Isabella se dio un último vistazo en el espejo antes de salir de la habitación del hotel.

- Creo que estoy lista.

**

Isabella tomo asiento en el restaurante que eros había elegido para su cena, era la primera vez que un lugar tan diferente como ese. La mesa estaba en medio de un piso de cerámica en el que el agua pasaba por los pies.

- Vaya, esto es....

- ¿No te gusta? – enarco una ceja su marido.

- Diferente, pero sin duda alguna es como estar con tus pies en el mar – dijo con una sonrisa.

- Sabía que te iba a gustar – respondió su marido tomando su mano por encima de la mesa-. El mes pasado no pudimos celebrar nuestro aniversario, así que quise que esta noche hubiera una celebración doble. Me alegra que hayas cumplido tu sueño de ser chef y sobre todo me llena de alegría que lo hagas a mi lado, eres una gran mujer, te admiro por muchas cosas fuertes que tienes y por lo dulce que eres con los niños.

- Nunca había recibido tantos halagos juntos en una noche señor Aereleous – se burló ella-. Me siento orgullosa de lo que ha dicho sobre mí.

Eros dibujo una media sonrisa al verla bromear con el tema.

- Nunca imagine estar casado y menos tener hijos, y entonces al día siguiente despierto con esposa y familia. Creo que el abuelo tenía razón en muchas cosas, en especial en aquello que tiene que ver con que el destino tiene las mejores cosas reservadas para ti.

- Tampoco imagine una vida como la que tengo ahora, pero sin duda la elegiría una y otra vez – respondió ella.

Eros se llevó la mano al bolsillo del pantalón y saco de allí un anillo con la imagen tallada de la diosa del amor en ella. En letras cursivas la palabra agápi resaltaba.

- Quiero que sepas que eres la dueña de mi vida y de mi corazón, aunque no necesito un anillo para demostrarlo quería que tuvieras algo que te lo hiciera recordar. Seguí la tradición de la familia – respondió él deslizando el anillo por su dedo.

- Eres el mejor diciendo cosas tiernas.

- Se supone que soy el dios de amor – se burló con gracia.

- "Eros" el dios del amor, se enamoró.

- Y mi corazón nunca será de vuelto. Te amo – acerco sus labios a los de ella para besarla.

- Y yo a ti mucho más – respondió Isabella en medio del beso.

Fin  

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora