🏹Capitulo 8

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Se quedaron unos cuantos minutos más juntos

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Se quedaron unos cuantos minutos más juntos.

Eros condujo a Isabella al interior del barco, le mostró cada una de las cosas que guardaba allí y que tenían un valor significativo para él.

Incluyendo las réplicas de aviones en miniatura que desde niño tenía.

Isabella tomo una de aquellas figurillas en sus manos. Le parecían muy tiernas al ver el tamaño de estas.

- Son muy lindas - respondió la chica mientras la miraba con detención-. Tienen el apellido de la familia - dijo sorprendida al notar la marca en letra cursiva.

- Así es, mi abuelo las mando a diseñar, por eso es muy raro que las veas. Son ediciones especiales.

- A Marie también le gusta coleccionar - dijo con un tono de tristeza-. Hace mucho empezó con ositos de porcelana.

Eros sintió un nudo crearse en su estómago. No le gustaba verla así, tan triste y apagada.

- Creo que deberíamos regresarnos señor, he dejado a Isa durmiendo después de tomarse un enorme vaso de leche con galletas.

- Tienes razón - dijo él mientras miraba como salía del barco. Era la primera vez que traía a una mujer, en realidad era la primera vez que traía a alguien a su lugar especial.

Isabella se quedó en una esquina del muelle mirando las gaviotas que volaban encima del faro. Aún no creía que si jefe le hubiera mostrado su antiguo hogar.

- Ya está - apareció él a sus espaldas-. Ya podemos devolvernos a la mansión.

- Gracias - susurró ella tímidamente.

- ¿De qué me agradeces? - enarco una ceja extrañado.

- Gracias por mostrarme que no es tan distinto a mí. Puede encontrar en mí a alguien que siempre lo escuche.

Él le dedico una sonrisa.

- Por supuesto que lo haré, eres la única persona que me escucha en la mansión y no me reprocha algo que haga.

Isabella se había convertido en alguien especial para él. Habían compartido tiempo juntos, incluso era buena con los niños. Lo sorprendía no sólo su habilidad en la cocina, también lo que podía lograr en las personas con una simple sonrisa.

**

- ¡Es hoy, es hoy! - grito la pequeña Isa dando pequeños saltos a un lado deña cama de Bella.

- ¿Que sucede? - Bella pasó las manos por sus ojos y dirigió su vista al reloj de la mesita de noche. Eran exactamente las seis de la mañana.

- Hoy es el cumpleaños de mi tío - dijo la niña-. Por fa Bella, hagamos un pastel especial para él.

- Santo Dios lo había olvidado por completo - se levantó de la cama y corrió hasta el cuarto de baño en el que se acomodó los cabellos.

La niña se asomó por la puerta y la vio peinarse.

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