Un pueblo.
Un psicópata.
Muchos cuerpos.
Y ningún sospechoso.
Un joven llamado Manson, se vengará a sangre fría por la muerte de su hermana menor captando la atención de un asesino letal entre las sombras quien lo obligará a cometer homicidios a cam...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-¿Mamá?
Un joven de quince años, se encontraba preocupado, tocando con desesperación la puerta de la habitación de su madre tras verla correr de la puerta principal hasta dicho lugar.
Hacía ya unos meses que había notado cambios drásticos en su madre, una enfermera de treinta y siete años que trabajaba casi a tiempo completo en el hospital de san José, Costa Rica. Cuando llegaba se le notaba muy cansada, depresiva, alerta; lloraba cada noche al llegar de su trabajo, no era feliz y sus ojos siempre llevaban un semblante triste y roto. Solía ser cariñosa, la mujer mas amable que podrías conocer, ella amaba su vida y su trabajo, era una enfermera dedicada, sus pacientes la adoraban y siempre hacía amigos en el hospital.
Algo le había pasado, algo que torturaba sus noches y que su único hijo, Manson, no sabía. Intentaba hablarle cada que la veía mal, intentaba interactuar con ella, pero se distanció de él, ya sólo quería estar sola. Encerrada en su cuarto.
-¡Mamá! ¡Por favor ábreme! Estoy muy preocupado, no sé qué te pasa pero quiero ayudarte, déjame hablar contigo -volvió a repetir Manson, apunto de perder la cordura-. ¡Voy a entrar!
Al escuchar completo silencio de su parte, abrió la puerta del cuarto e inmediatamente dirigió sus ojos a la mujer que estaba tendida en su cama, había pastillas regadas por toda la mesa de noche, su rostro estaba pálido, sus labios morados, su piel helada. El joven corrió hasta ella, tan inerte, inmóvil.
-¡No! ¡No! ¡Mamá, reacciona! ¡No me dejes por favor! ¡¿Qué has hecho?! ¡Mamá! -gritaba una y otra vez, sollozando abrazado al cuerpo sin vida de su madre, con el alma rota frente a la única familia que tenía.
Su madre se había ido.
Su madre se había suicidado.
Y le había dejado una carta.
Así es, había una carta en las manos de la mujer, sus últimas palabras dirigidas a su hijo escritas en ese papel, las que serían el detonante para despertar 'el monstruo que había en Manson'.
