El frío del lugar se cuela en lo más profundo de mi piel.
Miro a mi alrededor y observo a las personas correr de un lado a otro, algunas descansan en las sillas de la sala de espera, pero aquí estoy yo. Frente a una pecera mirando fijamente a un pez payaso, el animal no me agrada para nada.
―Señorita Sanders —escucho una voz llamar al otro lado de la habitación.
Vuelvo mi mirada buscando aquella voz y observo a la chica pelirroja parada a un metro de mí, vestida con una camisa rosa chillón, una falda que le llega un poco más arriba de las rodillas y calzando unas bailarinas. Me sonríe abiertamente, unos minutos antes me atendió y me pidió un momento para avisarle al Dr. Langford que era mi turno.
Camino hacia el consultorio del psicólogo, pero antes de entrar me vuelvo en dirección a mis padres, quienes están sentados en una de las sillas de la sala de espera sin ninguna expresión en sus rostros.
Ellos habían entrado primero, como media hora antes, y ahora era mi turno.
¡Tú puedes, Melody! me animo a mí misma antes de volverme y salir corriendo de aquí.
—Buenas tardes Doctor Langford —con una pequeña sonrisa saludo al doctor cerrando la puerta tras de mí. Él está al otro lado del escritorio, con una sonrisa estampada en su, ya arrugado, rostro.
—Hola señorita Sanders —saluda con una amable sonrisa en sus labios—puede tomar asiento —me invita señalando la silla de cuero blanco que está frente a él.
Asiento con la cabeza y termino por sentarme con los latidos de mi corazón a mil por hora.
—¿Cómo se ha sentido todos estos días, Señorita Sanders? —pregunta mientras saca del cajón una carpeta con mi información en ella, lo veo tomar nota— ¿Cómo vas con las pesadillas?
Escondo mi rostro entre mis manos temblorosas, un absurdo intento de cubrir mi pálida piel y las bolsas negras debajo de mis ojos causadas por la falta de sueño.
Suspiro antes de responder:
—Siguen —mi voz se rompe— Hice todos los ejercicios que me pidió que hiciera, pero las pesadillas no se detienen, me atacan cada que intento dormir —hago una pausa, levanto mi mirada y añado— Doctor Langford, estas pesadillas no paran y estoy totalmente agotada.
El silencio es insoportable a medida que pasa el tiempo.
Observo al doctor, quién está mirando a un punto fijo de la habitación.
—Te recetaré algunos medicamentos, como… calmantes. Así podrás dormir un par de horas más.
El Doctor Langford es del tipo de persona que hace lo posible por verte bien, así sea por dos minutos. Inventa chistes malos, aunque al final terminas riendo junto a él, es amable con las personas de la clínica, dentro y fuera de esta, es comprensivo y alegre. Nunca ha juzgado mi pasado y se lo agradezco, pero ese es el trabajo de los psicólogos ¿no?
Mis momentos más dolorosos los paso en mi habitación, sin querer salir o comer siquiera, pero él me llama algunas veces para recordarme los ejercicios y tratamientos que debo tomar. Me saca una sonrisa siempre que vengo acá. Se ha ganado todo mi respeto.
Después de una hora y media dentro del consultorio, me retiro.
Al salir encuentro a mis padres hablando animadamente y sonrío a pesar de todo lo malo que me está sucediendo.
Camino hasta llegar junto a ellos.
—¿Podría irme sola? —pregunté dudosa por su respuesta.
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RECUÉRDAME © [✔]
Teen FictionMelody perdió a una persona muy importante en su vida, su mejor amigo Brian, y al darse cuenta de que él ha decidido dejarle una carta de suicidio, inicia la búsqueda de cada una de sus razones por la cuál él decidió acabar con su vida. ☆ Melody hab...