RECUÉRDAME © [✔]

CAPÍTULO 14

Esa extraña sensación que recorre todo tu cuerpo, pensando a la vez que podría llegar a ser un secuestro, violación o simplemente la muerte dejándote en medio de la nada.

Fue lo que sentí, verlo a él no era lo que imaginaba.

Carter Volker.

Chico de ojos negros como la noche, cabello negro azabache, alto y cuerpo muy bien trabajado.

El mismo Carter Volker novio de Erika Lawrence. ¿Qué hacía por aquí? ¿Casualidad? ¿Visitando a Erika?

¿Quién era el chico que vi hace dos segundos parado a unos metros de mí?.

—¿Carter? —pregunté anonadada, dando pasos hacia atrás alejándome de su cuerpo.

—El mismo —sonríe dejando ver sus perfectos dientes—. Disculpa por asustarte de esta manera —se rasca la parte de atrás de su cabeza—, no sé por qué lo hice, lo siento.

—Sentí mucho miedo, Carter, fue un susto grande... —el aire le faltaba a mis pulmones, en este momento no sabía que pensar de él— ¿Quién es tu amigo? ¿El chico que estaba parado allá?

Señalé con mi dedo pulgar detrás de mí.

—¿Qué amigo? —frunce el ceño, claramente confundido— ¿De qué estas hablando, Melody?

—El chico que estaba...

Dejo las palabras al aire cuando doy la vuelta y no veo a nadie. No hay nadie en la oscuridad de la noche.

Sólo Carter y yo.

—¿Qué chico, Melody? —cuestionó de nuevo—. Sólo estamos los dos aquí —susurró, echándose a reír— ¿Te has tomado los medicamentos?

Vuelvo a mirarlo con mi ceño fruncido— ¿Cómo sabes de mis medicamentos?

—Erika me ha contado que has estado tomando medicamentos —dijo no tan seguro de sus palabras— ¿Qué hacias estás horas por aquí, Melody?

—Sólo salí a caminar —mentí en una parte, no queriendo mencionar sobre el accidente de Ryan.

Él asiente con la cabeza.

Miro por encima de mi hombro la calle oscura sin lograr ver al chico o chica que miraba en mi dirección.

—¿Qué sucede? —pregunta.

Siento como pone su mano sobre mi hombro, dejo de mirar la calle oscura y miro su mano que se encuentra fría sobre mi hombro. Luego lo miro a él.

Retira rápidamente su mano de mi hombro— Lo siento.

Niego con la cabeza e ignoro su disculpa.

—No sucede nada.

No entiendo nada. Esto me está confundiendo, ¿no habia nadie allí?

¿Fue otra alucinación?

—Entonces... —comienza a decir sacándome de mis pensamientos—.¿Te acompaño a casa?

—¿Qué hacias por aquí? —pregunté ignorando su ofrecimiento.

Él se me queda viendo fijamente por unos segundos.

Frunce el ceño y luego me sonríe respondiendo:

—He venido a visitar a Erika —murmuró— ¿Te acompaño? —insiste.

Antes de que lo pueda pensar, mi boca habla por si sola:

—Vale, acompáñame.

Tenía miedo.