Capítulo 1.

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—Que suban los candidatos al escenario, por favor.

—Venga Auron, ¡nos toca!—gritó Luzu entre todo el caos constante en aquel modesto pueblo.

Tras los micrófonos, se encontraban cuatro personas, aunque, mejor dicho, eran 4 candidatos: a la izquierda, AuronPlay y Luzu; en el centro, Cerdus Gil, el hasta ahora alcalde del pueblo; y a la derecha, Willyrex.

Era curioso verlo allí. Todo el pueblo sabía de sobra lo retorcido que llevaba este último siendo desde que lo conocían. No entraremos en detalles sobre las propuestas, pero todas dejaron huella en el público. Y así, se empezó a votar.

Cabía decir que durante la alcaldía de Cerdus Gil, no pasaban más que desgracias y desastres sin solución; algo que dejaba un mal sabor de boca en la gente.

Unos minutos más tarde, todos habían votado.

Ya por costumbre, Vegetta entró a la zona detrás detrás del escenario y recogió todas y cada una de las papeletas. Todos esperaban de forma expectante; después de todo, podía estar al caer algo parecido a las primeras elecciones, y nadie quería que estallara otra "guerra".

El chico de los ojos morados volvió al escenario con las 10 papeletas. Se puso frente al micro, y tras respirar hondo, empezó a anunciar los resultados.

—Cerdus Gil: uno y ¡dos votos!—dijo, tirándolas al suelo según contaba.

El cerdo soltó un triste "oink" y nuestra mano inocente prosiguió.

—Willyrex: uno, dos y ¡tres votos!—el nombrado soltó un suspiro abatido; lo había intentado.

—AuronPlay y Luzu: uno, dos, tres, cuatro y ¡cinco votos! ¡Auron y Luzu son los nuevos alcaldes de Karmaland!

Todos corrieron a celebrarlo, y aunque Willy se quedara un poco al margen, se alegraba por sus compañeros.

—¡Mano derecha! ¡Eres alcalde!—gritó Lolito, corriendo a abrazar a Auron.

—¡Fiesta en casa de Vegetta!—gritaron Fargan, Rubius y Auron al unísono.

—¡Ni se os ocurra!—dijo el dueño de dicha casa, siendo ignorado.

Llevaron toda la comida al patio de abajo, pusieron bombas, minas y lo que iba surgiendo mientras el dueño gritaba amenazadoramente que no le destrozaran su casa.

Sin duda fue un día muy largo y ajetreado para todos; un evento celebrado por todo lo alto, además. ¿Por qué no darlo todo?

Mucho más tarde, cuando todos se habían ido por fin a descansar, tres figuras negras se encontraban reunidas, iluminadas apenas por la luz de la luna y el fuego sobre la infiedra, que apenas podías ver su ropa. El más alto de los tres se quitó la máscara, resoplando. Tenía los ojos verdes amarillentos y expresivos, adornados con ojeras, más una melena alborotada teñida de blanco amarillento al que ya le habían empezado a crecer las raíces marrones. Su piel era tan pálida, que con esa luz podía llegar a dar miedo.

—Me da miedo lo que pueda pasar en la alcaldía.—confesó, mirando a los ojos de las máscaras de sus compañeros.

—Como personal en el ayuntamiento, estoy seguro de que va a pasar algo con Auron al mando. Antes no lo estaba y la liaba parda...—susurró Fargan, cambiando su máscara oscura por la característica de búho que siempre lleva —Eran todos corruptos.

—Dijo el policía de la Hermandad Oscura.—rio el primero.

—Dijo el cura de la Hermandad Oscura.—se burló el segundo.

Fargan tenía el pelo oscuro del mismo tono de marrón que la parte oscura de su máscara, peinado como si le hubiera soplado un huracán en la cara, además de una barba descuidada. En vez de orejas, unas plumas del color de su máscara adornaban los lados de su cabeza. Sus ojos completamente amarillos parecían brillar en la penumbra, contrastando con su piel morena por el sol.

El tercero también mostró su cara. Pelo blanco brillante y natural bastante bien peinado, y ojos rasgados, verdes esmeraldas y fríos como el hielo. Piel pálida con rastros de pecas. Si no estaba sonriendo, podrías pensar que te iba a matar. Quizás fuera cierto.

—Lo bueno es que nos podemos mantener informados gracias a que vosotros tomasteis bandos cuando Lolito salió alcalde.

—Hombre, controlar nosotros el ayuntamiento habría sido mejor.—gruñó el más alto, poniéndose su gorra de oso marrón.

—Si a Willy no le volvieran loco las minas, quizás alguien más hubiera votado por nosotros.—se quejó el búho.

—La verdad, contra Luzu no íbamos a ganar.—suspiró el albino, poniéndose su boina verde—así pasando lista, ¿alguien tiene noticias?

Un silencio invadió la sala. Rubius aún no había dicho nada del descubrimiento accidentado de Vegetta, y Fargan no había hablado mucho con el ex-alcalde.

—Bien. Convocad reunión a la mínima que sepáis algo.

Y los tres se marcharon cada uno a su casa.

Le habrían volado la puerta de abajo a su amigo de ojos morados, pero asumieron que después de la fiesta era imposible que quedara algo que tumbar.

Oh, no podían imaginarse lo que les esperaba a todos en Karmaland.

ℝ𝕖𝕒𝕔𝕔𝕚𝕠́𝕟 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕖𝕟𝕒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora