ℝ𝕖𝕒𝕔𝕔𝕚𝕠́𝕟 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕖𝕟𝕒.

Capítulo 15.

—Ahora que estamos todos, quiero informaros así rápido.—dijo Alex, mirándolos a todos, uno a uno.—Rubius y yo vimos ayer un pasillo bastante oscuro y un grito que nos hizo salir por patas.

—Bueno, por patas...—intentó negar el otro.

—Nos cagamos vivos, no mientas.

—Al menos alguien es sincero.—espetó Willy.

—A ver, que vamos al pasillo ese.—dijo Vegetta, poniéndose entre los dos albinos.

—Sí, anda, antes de que se maten a puñetazos.

Se pusieron en marcha, con Alexby marcando el camino.

—¿Creéis que Luzu se ha perdido o lo han secuestrado?—preguntó el oso.

—Secuestrado.—respondieron todos a la vez.

—Wow, vale... ¿y tenéis idea de quién podría ser?—preguntó Willy.

—La Hermandad Oscura puede ser algo que estemos pasando por alto.—dijo Alex.

Willy, Rubius y Vegetta se miraron, sin saber qué decir.

—No creo, la Hermandad Oscura suele anunciarlo o pedir alguna recompensa a cambio. Sabes de sobra cuándo han sido, vaya; anuncian todo lo que hacen.—explicó Vegetta, medio burlándose de sus compañeros ahí presentes.

—Yo creo que Auron tiene algo que ver.—reflexionó Rubius, aún inquieto.

—¿Pero Auron se pondría tan nervioso sabiendo dónde está?—dijo Willy, frunciendo el ceño.

—Lolito está actuando un poco sospechoso también; tiene que saber algo.

—Bueno, a mí Fargan me mintió sobre avisar a Rubius de venir aquí.—murmuró Alexby, bajando la vista. Los dos hermanos oscuros se miraron.

—¿Dices que Fargan sabe algo?—preguntó el de los ojos morados.

—Algo tiene que saber, digo yo.—respondió el comisario. ¿Qué se esperaba de ese búho?

—Yo le pregunto luego, de esta no se salva.—aseguró el albino.

—Hemos llegado.—anunció el del gorro de oso, señalando la columna de piedra.

Escucharon un mensaje enviarse detrás de ellos. Todos miraron alrededor.

—No jodas que nos han seguido, eh.—dijo Alexby.

—A mí me preocupa que nos hayan escuchado...—susurró Vegetta.

—Mejor vamos a—eee, ¡que ya no hay hueco!—gritó Rubius.

Debajo de la columna de piedra, ya no había nada por donde pasar.

—Esto es más serio de lo que había pensado.—murmuró el de verde.

—Tenemos que planear esto más concienzudamente.

—¿Más qué?—preguntó el oso

—Más detenidamente, cabezón.