Capítulo 19.

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—¿Has hecho el qué?—preguntó Auron, a punto de perder los nervios.

—He secuestrado a Lana y a Dulce para que nadie sepa que has secuestrado a Luzu.

—¿De verdad te crees que yo secuestraría a Luzu? ¡Algo de corazón tengo, coño!

—Bueno, que iban a descubrir lo de la poción.—prosiguió Lolito.

—Podía decir que fue un accidente, ¡pero ahora va a sospechar todo el mundo!

—Eeeh, no me grites, que quería ayudar.

—Por favor libéralas, Lolito. No actúes sin saber lo que pasa, por Dios te lo pido.

—¿Y qué hago entonces?

—Hazte el loco; se supone que no sabes nada.

Ambos se quedaron en silencio, hasta que el alcalde carraspeó.

—Sigamos: tenemos que enviar los impuestos, ¿verdad?

—Exactamente.

—Vale, yo los entrego, tú libera todo lo que hayas secuestrado.


Alguien llamó a la puerta de Fargan, que miraba a su hija por miedo a que se fuera de repente. Se forzó a levantarse y a abrir la puerta, vio a Dulce, su amada esposa, tumbada en las escaleras. Estaba inconsciente. Tenía la corona de flores blancas a punto de resbalarse de su cabeza, con el pelo rubio ceniza enredado en el suelo. El vestido sin mangas blanco se había ensuciado de la arena del suelo, y los guantes también blancos estaban rasgados. El búho se aguantó las lágrimas, y con la vista borrosa, la cargó con cuidado hasta dejarla al lado de su hija. Una vez hecho, lloró cascadas de puro alivio.

Tras un rato, ya más calmado, avisó a todos por el móvil.

—Dulce ha vuelto a casa, chicos.

Unos minutos después, Fargan recibió a Alex, Amidala y a Willy en su casa.

Entonces, la chica despertó mientras el anfitrión recibía a los mencionados.

—¿Fargan...? ¿Dónde estás?—dijo, con una voz todavía débil.

En un abrir un abrir y cerrar de ojos, el búho rodeaba con los brazos a su esposa y a su hija, que también había vuelto a despertar. Alex asomó la cabeza, pero decidió no molestar.

—¡Menos mal que estáis bien...!—dijo el de la máscara, con un hilo de voz.

Dulce correspondió al abrazo y dejó que éste escondiera su cara en su hombro.

Se quedaron así varios minutos, deseando que durara para siempre.

ℝ𝕖𝕒𝕔𝕔𝕚𝕠́𝕟 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕖𝕟𝕒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora