Right Side of Hell (Traducción)

Capítulo 4: Casa con un objetivo

AN: Sé que los padres de James eran Fleamont y Euphemia Potter, pero no me gustan sus nombres, así que fui con los tradicionales Charlus y Dorea.

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Harry Potter se tumbó en una posición cómoda, reflexionando sobre los cambios drásticos a los que su vida había sido sometida. La mayor parte de su infancia había vivido en un orfanato que de ninguna manera pudo cubrir completamente las necesidades básicas, e incluso antes de eso, había vivido la vida de un pobre con objetivos demasiado ambiciosos. Ahora vivía en un castillo con productos con los que solo había soñado. Una vez, necesitaba ahorrar cada centavo que podía adquirir, ahora tenía dinero para tirar... La vida era buena, pero solo comenzaba a mejorar.

El día después de visitar el banco con su hermana, se trasladaron al castillo de Potter. Si era honesto consigo mismo, tenía dudas sobre el lugar, al ver cómo las personas mágicas parecían poseer ideas extrañas sobre en qué consistía el estilo y la arquitectura. Sus temores resultaron inútiles al final del día porque el castillo era por lo que los escultores y arquitectos habrían dado un ojo y una mano para tener la oportunidad de admirar. Campos verdes con docenas de invernaderos, un gran lago y un bosque profundo coronaban un edificio blanco perla que casi brillaba con un brillo etéreo; Varias esculturas adornaban los terrenos dándole al lugar los últimos toques para que se vea majestuoso. Sin embargo, el edificio en sí era colosal con amplias puertas que estaban exquisitamente talladas, tal vez un poco exageradas.

El interior tenía el mismo aura de elegancia hasta el punto de la decadencia: atractivos suelos de mármol, muebles elegantes y adornos de buen gusto. Sin embargo, lo que más lo sorprendió fue su recepción de personas emocionadas, de quienes aún no había aprendido todos sus nombres. Todos habían solicitado unirse al 'Maestro Potter', proceso que lo había agotado pero valió la pena la magia dada. En total, el castillo tenía ciento veintidós elfos domésticos divididos por deberes: cuarenta para cuidar los invernaderos y jardines, cuarenta dedicados a la limpieza, diez para las cocinas, veinte a cargo de la seguridad, y los demás para ayudar en negocios o como duendes personales. Al menos esos habían sido sus papeles originales. Considerando que solo dos personas vivían en la casa, Harry coordinó con el elfo doméstico principal para emplear a los restantes en tareas más apropiadas. Recordando la naturaleza cautelosa de su madre, la primera tarea que le dio a sus pequeños trabajadores fue fortalecer las salas del castillo.

Su visita al Callejón Diagon les abrió los ojos a lo que le faltaba al mundo mágico, teniendo esto en cuenta y con la ayuda de los elfos domésticos que alguna vez sirvieron como asesores comerciales para su abuelo y su madre, ideó un plan comercial sólido para comenzar un tienda de ropa. Los elfos, al observar su disgusto por el uniforme que la escuela solicitó y su renuencia a comprarlo, habían creado ropa por la que habría pagado cientos de galeones. Habiendo encontrado las mejores costureras y sastres en sus talentosos elfos, estaba listo para comenzar la tienda de ropa.

Encontrar una buena ubicación y comprarla había sido simple; hacer que pareciera un lugar decente había sido la parte difícil. Extremadamente difícil. Comparado con eso, encontrar telas en el mundo muggle junto con diferentes diseños para que los elfos emulen fue pan comido. Además, contratar a una persona para trabajar en la tienda fue menos complicado de lo esperado. La niña estaba desesperada por un trabajo después de graduarse de Hogwarts y ser rechazada en la mayoría de los lugares por ser una bruja de primera generación; ella había firmado el estricto contrato mágico sin pensarlo dos veces y aceptó con agradecimiento casi físico el piso que ofrecían encima de la tienda.