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[Sin nombre]
Cuando me desperté, no pude recordar qué estaba soñando... ¿Volverían estos recuerdos tras algunas horas? No lo sé, pero mi mente rápidamente dio un cambio de pensamientos, pues mis cinco sentidos me apremiaban a centrar mi atención en lo inmediato. Podía escuchar el sonido del mar, y mi piel inequívocamente detectaba que estaba acostado en la arena, al sentir cómo esta me abrazaba en su superficie. Terminé de abrir bien los ojos y de enderezarme para reunirme con la siguiente escena: el prolongado mar en frente de mí, con el sonido de sus tranquilas olas, zumbando en un eterno ritmo. La brisa marina en mi rostro, y una playa surcada por arena blanca ad infinitum. Los colores del océano eran una combinación entre turquesa y azul, demasiado agradables a la vista.
Por unos minutos, lo único a lo que me dediqué fue a observar aquella pintoresca escena, tan preciosa como para pintar un cuadro; palmeras, arena, playa y el resto de elementos propios de unas vacaciones en un país tropical, tal vez caribeño. Fácilmente podría pasar por una estampa publicitaria de algún hotel, aunque lastimosamente no había ningún artista presente para —con maestría—, utilizar el pincel y usurpar un poco de aquella belleza en el lienzo. La única persona presente en aquel desolado paisaje era yo, y me permití quemar esta pintura en el lienzo de mis retinas, como si fuese el gran Monet.
Me puse a vagar un rato por aquella preciosa playa, hasta que inevitablemente las tortuosas preguntas se hicieron presentes (porque siempre la alegría es fugaz y se ve burlada por la imperecedera mezquindad de las interrupciones). ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué no hay nadie? La sensación de la arena en los pies me estorbaba, hubiese deseado tener alguna clase de calzado, pero, ¿cómo conseguirlo? No había ningún signo de civilización humana por donde se apuntase la mirada... Todo me parecía cada vez más inquietante. Teniendo este huracán de preguntas girando en espiral por mi cabeza, decidí seguir caminando, a la vez que meditaba sobre lo que sucedía.
¿Estaré soñando? ¿Y si se trata de un viaje onírico bastante realista y por eso no veo a nadie ni recuerdo cómo llegué aquí? Acto seguido, me pellizqué y el dolor me respondió que no. Era verídico, tal y como lo recordaba, de aquellas numerosas veces en las que al borde de quedarme dormido mientras leía una pila de monótonos textos, me infringía una cucharadita de dolor para despertarme (en mis estudios universitarios era obligatorio leer mucho). Definitivamente no era un sueño, podía sentir el esfuerzo de mi cuerpo al caminar, y no conseguía captar la sensación de ligereza de una fantasía, en la que la ley de la gravedad, la humedad y una larga serie de detalles propios de la realidad estaban disipados o inadvertidos. Podía sentir el calor de los rayos del sol, al estrellarse contra mi piel, potenciados por la alta temperatura de un lugar situado junto al mar. No estaba soñando estos pormenores.
Me desesperaba no saber, siempre fui una persona bastante curiosa, ávida por el conocimiento, y no había nada peor que esperar respuestas lentas que parecen caminar despacio. Comencé a correr como un orate y percibí que a medida que el viento chocaba contra mi cara, y el escenario se movía, todo se hacía cada vez más pequeño. El horizonte era un engaño, puesto que en apenas tres kilómetros había llegado al extremo de la orilla que había ubicado (con la vista) desde el punto en el que desperté. A cada paso presuroso que me condujo a ese lugar, mi corazón corría desbocado, como si fuese un caballo de carrera, que anhela y vive por la velocidad. Mis pulmones ardían, y a cada resoplido, sentía como si fuese fuego lo que brotaba de mi ser. Había galopado sobre la arena blanca, y una vez ahí, encima de una piedra negruzca como el alquitrán, y de cara al mar lo supe: estaba en una isla. No había más superficie para seguir corriendo en la misma dirección.
Me puse a gritar como un demente y sin que nadie me escuchase:
—¿Hay alguien ahí? ¿ALGUIEN?
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Léeme
Short StoryHistorias cortas interesantes. [Tres chicas y un escritor; Una serie de desafortunados eventos; La chica perfecta; La isla de los recuerdos; El cementerio maldito; El amor es una tragedia; entre otros relatos].