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Solo como la noche en un frío invierno—Umbra

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Solo como la noche en un frío invierno—Umbra.

COLEN.

Caigo al piso con brusquedad cuando el puño de mi padre impacta con fuerza en mi mandíbula, los demás golpes y patadas llegan como lluvia contra mi cuerpo, simplemente evito que esos impactos se centren en mi cabeza.

Los minutos transcurren, no sé cuántos, pero él se detiene y, antes de salir de casa me grita que tengo prohibido hacer un hechizo de sanación. Con el llanto atorado en mi garganta me arrastro a mi habitación, en cuanto me encuentre dentro de ella me dejo caer completamente, no tengo fuerzas ni para levantarme, el dolor es insoportable y el vacío en mi interior cada vez más grande.

—Uy, vaya, papá no se contuvo —comenta con burla mi hermana. No tengo que verla para saber que me observa desde la puerta de mi habitación con una sonrisa—. Eso te sucede por tu desobediencia y debilidad. Es una pena que no puedas curarte, porqueño Colen.

Los golpes de papá fueron un castigo por llegar tarde a casa y no haberle dicho dónde me encontraba. No voy a arriesgarme a que Broken cumpla su palabra y todo se salga de control. Él es inmune a la magia y eso de por sí ya es aterrador.

—En serio, eres muy patético, hermanito —La burla de Annara me saca de mis pensamientos—. Ay, ni siquiera entiendo cómo puedes ser un brujo. Me da vergüenza compartir lazos de sangre contigo. Pero me da gusto que seas tan patético, de ese modo seré más reconocida en nuestro aquelarre.

Ella libera una risa que me parece demasiado cruel, para luego cerrar la puerta y alejarse sin dejar de reírse. Ama cuando sufro.

***

Hoy ya es Lunes, ha pasado una semana desde que no salgo de casa, he recibido mensajes del profesor Andrew, pero no he tenido el valor de responderlos. Mi progenitor me ha dejado demasiadas marcas en la piel, y aún tengo prohibido sanarlas, sin embargo, ahora puedo moverme sin mucha dificultad y por suerte él y mi hermana tienen que viajar, la empresa requiere eso y me hace menos miserable tenerlos lejos por unos días.

—Hasta que te dignas a salir de tu cueva —La voz potente del hombre de mediana edad me hace apretar los dientes—. No fui demasiado brusco, así que camina recto y eleva la cabeza que ningún hijo mío, por más débil que sea, tendrá la vista en el suelo.

—Sí, padre.

—Ahora largo, ve a tu patético instituto a aprender cosas que ya sabes —dice mientras se dirige al comedor.

—Ten un lindo día, hermanito —La voz cantarina de Annara me repugna.

Pudrete, asquerosa bruja.

Ella no me escucha porque si eso llegará a pasar no estaría saliendo de casa sin algún hueso roto.

Cierro los ojos y murmuro un hechizo de teletransportación, el cual me deja en medio del bosque, abro los ojos y me encamino por la senda que da a la salida de la imponente foresta, pues no deseo encontrarme con ninguna criatura sobrenatural.

Usar mi magia natural me es demasiado agotador.

Coloco mis manos en los bolsillos al notar los coches en el estacionamiento, a solo metros está la entrada al instituto.

—¡Colen! —grita el profesor desde su coche, pues ahora me encuentro pasando justo por donde él tiene su lugar en el estacionamiento.

Mis pasos me dejan a un metro de él, veo como cierra su coche y me dedica una sonrisa aliviada al mismo tiempo que acomoda una gran mochila en su espalda.

—Buenos días, profesor —Es mi saludo.

—¿Estabas enfermo? ¿por qué has faltado esta semana? ¿Tienes problemas con el bastar... Tu padre? —inquiere con rapidez mientras me revisa centímetro a centímetro, arruga el entrecejo cuando me alejo de su mano al notar que desea tocar mi brazo—. Ese hijo de puta —masculla con molestia.

—Estoy bien, no fue nada gra...

—Que no fue nada, no jodas mocoso, ese hombre no merece llamarse padre, ah, si tan solo pudiera hacerle volar la cabeza.

—Aunque los deteste siguen siendo mi familia —declaro sin expresión.

El profesor Andrew es un vampiro convertido desde hace diez años, ahora estaría teniendo cuarenta años, pero sigue viéndose como alguien de treinta, es un ser muy amable y divertido, pero también tiene sus lados oscuros.

—Algún día aceptarás que esas personas despreciables no son más que basura.

Niego y me encojo de hombros sin querer seguir hablando de mi situación familiar, nunca me lleva a nada y, ya estoy harto de dirigirme a ese lugar.

—Profesor, ¿por qué no me dijiste qué Broken Coleman es un vampiro? —La expresión desencajada del hombre castaño me hace entender que no tenía idea—. Ahora es uno más del clan de Linden.

—No me lo creo —susurra bastante impactado—. Ellos al final sí lo eligieron.

—¿Uh?

—Linden mencionó que quería librarse del veneno rojo, así le dicen algunos a su inmortalidad —Cuando muerde su labio y suspira entiendo que viene una revelación—. Los escuché hablando de probar traspasar el veneno rojo todos a la vez, y ahora veo que sí funcionó.

—Espera, ¿ellos cuatro le dieron de beber su sangre a la vez? —Nunca había escuchado de un caso similar y mucho menos de uno que funcionara—. Entonces por eso es que él es inmune a la magia. Tiene la sangre de cuatro vampiros reales, es como una especie nueva y creo que ellos no tienen idea de los dones que podría tener Broken.

Es como una caja llena de secretos que nadie jamás ha abierto aún.

—Espero que tener tanto poder no lo cambie, Broken es un buen chico.

—Pero... ¿Y sí lo cambia? —inquiero mordiendo mi labio inferior—. Cuando hable con él sonaba como siempre, pero al mismo tiempo era como hablar con alguien más.

—¿Hablaste con él?

Y así es como inicio a contarle lo sucedió hace una semana atrás.

Esos cuatro chicos han creado una nueva especie y por alguna razón deseo saber que le depara el futuro a Broken Coleman, el chico por el que siento una profunda curiosidad.

Umbrablack.

Corazón de brujo.©#1 [LGBT] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora