Perfecto tirador

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—Que guapo luce sargento Choi. —Kibum prendó lentamente el último broche que catalogaba a Minho como un sargento excepcional—, el blanco te hace lucir tan guapo. —Admiró a su pareja con el uniforme naval.

—¿De verdad? Bueno me complace informar que luzco guapo, pero me veo mejor a tu lado. —Sonrió optimista posando las manos en la cadera ajena— ¿De verdad solo es un bebé? —Preguntó al pasar suavemente los pulgares por sobre la camisa holgada de su pareja para sentir el endurecido vientre.

—Solo es uno, ya lo confirmé. —Kibum sonrió alejándose del toque contrario para poder ir hacia la cama.

Kibum calculaba que tendría aproximadamente tres meses ya que había despertado un día antes y lo que se apreciaba como una ligera hinchazón se había vuelto algo más estético ya que la inflamación era visiblemente notoria y lo comprobaba al ver que sus pantalones ya no cerraban.

—Creo que a mi padre se le olvidó el pequeño detalle de que espero un bebé —Kibum contempló el uniforme verde musgo, al ser un traje de gala se catalogaba por un pantalón sastre y el saco del cual iban prendadas algunas medallas, solo las suficientes como para ser visto como un buen sub sargento—, tendré que arreglar el pantalón. —Confesó observando las tijeras al lado de la ropa.

Minho sonrió, se posó detrás del rubio y lo abrazó apegando sus manos al vientre contrario, aún no asimilaba el hecho de saber que pronto tendría en sus manos a su primogénito.

—Mientras arreglas el pantalón haré el desayuno. —Dejó un beso en la mejilla ajena antes de separarse para marcharse del lugar.

Kibum resopló, tomó el pantalón y comenzó a ajustarlo de los lugares idóneos para no sentirse apretado, con el saco nada podría hacer al menos estaba lo suficientemente holgado como para no lastimarlo.

Tiempo después, Minho observó con asombro a su pareja con el traje de gala, decir que lucía hermoso era poco ya que, aunque el rubio intentó arreglarlo era evidente que cierta protuberancia se hacía notar lo suficiente como para adivinar su estado, Kibum se sonrojó al ver la sonrisa del moreno e intentó librarse del ataque de besos y abrazos que concluyó en un pasional beso.

—¡Ya déjame, quiero comer! —Intentó zafarse de los brazos musculosos.

—No, eres mío, son míos. —Choi mordió con suavidad el labio ajeno ganándose así una risa floja por parte del rubio.

—Somos tuyos, pero en verdad quiero comer ¿acaso no debes cuidarnos de una recaída?

Ante aquella cuestión el moreno adoptó un papel meramente protector ya que liberó al rubio para poder desayunar a gusto antes de irse a la corte donde se daría el primer juicio de Changmin y donde también se encontrarían con Jonghyun y su detestable pareja.

Kibum sabía que aún no estaba del todo bien sin embargo no podía reunirse aún con su nuevo terapeuta ya que este radicaba en Seúl por lo que tendría que esperar una semana más en lo que se trasladaban ahí. La ventaja sobre él era que ya no se sentía tenso y las pesadillas habían comenzado a desvanecerse con el paso de los días gracias a que Minho se encontraba a su lado para alentarlo en todo momento.

La noticia de su hijo había sido otro factor importante para cimentar su realidad ya que el saber que estaba vivo le alentaba para superarse y salir de aquella ansiedad y estrés al que estaba sometido por haber guardado silencio tanto tiempo, comenzaba a ver su felicidad cada vez más nítida y por eso cuando visitó una tienda con accesorios para bebé se sintió tan pleno y seguro que no dudó en comprar el primer conjunto de ropa que su pequeño tendría al nacer.

Esos habían sido los principales factores que ahora le mantenían estable y seguro de sí mismo, intentaba ignorar fuertemente el hecho de que aún tenía una misión pendiente solo porque deseaba ser lo más discreto posible todo con tal de librarse por completo de su cargo como agente secreto ruso.

The sniper «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora