Agridulce libertad

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Las puertas de cristal tintado se abrieron de par en par debido al detector de movimiento para dar la bienvenida a un rubio de lo más elegante. El pantalón de pitillo negro, la camisa blanca y una gabardina café moca sujetada solamente por los hombros presentaba a un joven sofisticado y de economía alta.

Al ingresar se retiró los lentes negros para colocarlos estratégicamente sobre su frente, llevaba un bolso negro de donde extrajo una credencial misma que alzó al momento en que se detuvo en la banda de seguridad para pedirle su identificación.

Había pasado cuatro días en el hospital, se había quebrado y expuesto ante Minho y Woohyun como lo que era, un humano. Ahora y con el llanto saciado y los traumas bloqueados temporalmente, era momento de hacerle frente a su trabajo para finalmente renunciar.

Su pareja le esperaba en una cafetería a un par de cuadras, sabía que Minho podría defenderse pero su miedo a que le hicieran daño había ganado por lo que lo dejó con Woohyun ya que solo así se sintió seguro de poder actuar correctamente.

Contuvo el aliento en cada paso que daba, la CBP era la sucesora de la extinta KGB solo habiendo modificado sus políticas en ciertos aspectos y dando la libertad de poder solicitar una baja sin ser un desertor y traidor a la nación. A simple vista era un edificio enorme, imponente y que se componía estructuralmente por abarcar toda la cuadra, su diseño rondaba entre lo rustico y lo moderno por lo que cualquier persona ajena al establecimiento creería que era un edificio cualquiera.

El choque de sus zapatos de cuña media resonaba contra las baldosas de mármol y pese a existir una cacofonía mezclada de voces y sonidos del exterior, aun así se lograba escuchar el constante ruido de sus zapatos.

Mantuvo el rostro inexpresivo mientras avanzaba hasta llegar a los elevadores, al entrar ignoró las miradas de asombro de las pocas personas que yacían en el cubo de metal pues era bien sabido que Nikite Volkóv el famoso espía de la muerte divertida se había tomado unas vacaciones y estaba de regreso.

Más no fue aquello lo que les conmocionó, fue el hecho de verlo vivo ya que había rumores de que había sido asesinado en una misión, otros decían que se había suicidado por la presión de cargar con tantas muertes y otros mencionaban que había desertado refugiándose en Irak para estar protegido entre los mejores especialistas en combate y armada.

Y todo rumor se vió truncado cuando el inexpresivo joven pulsó el piso indicado y esperó paciente a que las puertas se cerraran; el ambiente se cargó de tensión, dos hombres se miraban mutuamente esperando no morir en sus manos, tres chicas evitaban ver su rostro de hielo por temor a ser atacadas, dos mujeres se giraron para darle la espalda fingiendo que no estaba ahí porque Nikite había sembrado tan bien el miedo que eso ahora le beneficiaba ya que nunca sabrían lo que realmente pasaba en su interior.

Conforme se fue vaciando el elevador se lograron escuchar suspiros de alivio, finalmente cuando se quedó solo pudo relajar los hombros y apoyarse por completo contra la pared metálica, agradecía haberse alimentado correctamente o de lo contrario ya se hubiese desmayado debido a la ansiedad de sentirse observado.

El timbre anunció que había llegado a su piso, se presentaría ante su jefe, aquel que le había cuidado como un animal herido cuando se quedó solo e indefenso, fue ese hombre que lo salvó de morir de hipotermia, quien curó sus heridas y lo alentó a vengarse de todos aquellos que le hicieron daño, fue ese hombre quien le recibió entre aplausos y risas cuando el joven Nikite de tan solo dieciocho años acudió a él bañado en sangre y con las manos tensas debido a la fortaleza que había alzado para caminar sin venirse abajo.

Cuando las puertas se abrieron le recibió un viejo y sonriente Damien Volkóv, su padre adoptivo, el hombre que forjó su carácter al enseñarle el arte de asesinar silenciosamente y sin levantar sospechas.

The sniper «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora