El cazador y su presa

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La barba de días y la mirada ojerosa eran en apariencia solo un poco de cómo se sentía Minho, la realidad había golpeado duro su corazón cuando después del accidente Kibum no regresó a casa esa noche, ni al día siguiente, ni a la siguiente mañana.

Y así había llegando martes para completar ocho días sin él, sin sus sonrisas ni sonrojos; ocho delirantes días sin saber de él y sobretodo con la duda carcomiendo su corazón respecto a sobre si volvería a verlo.

Kibum no había huído ¿verdad?

¡No!

¡Él regresaría, tan orgulloso y altivo, tan perfecto y cuidadoso! ¡Y cuando eso pasara entonces Choi saldría a su encuentro y le rogaría una oportunidad para hablar!

La desventaja cayó sobre Minho cuando se llenó de esperanzas e ilusiones, mismas que se rompieron con el pasar del tiempo y fue entonces cuando la realidad le azotó tan fuerte y duro que supo que Nikite Vólkov tenía el suficiente valor para desaparecer de su vida como si jamás lo hubiese conocido y eso dolía porque se marchó sin antes hablar.

Cada mañana despertaba y rogaba internamente que Kibum regresara, se levantaba poco cuidadoso por su herida y caminaba hacia la puerta de la casa ajena, tocaba un par de veces y esperaba a que alguien abriera, siendo un esfuerzo en vano, siendo desconocedor de que adentro ya no había nada salvo los muebles grandes.

Lentamente se sintió derrotado y condenado por sus propias acciones, su ambición por llegar a obtener una medalla de honor le cegaron a tal grado de que destruyó la relación que tenía; Kibum le había contado su pasado doloroso, se había desnudado temeroso y Minho solo había utilizado su pena para herirlo profundamente, y eso no se lo perdonaba.

Había sido un imbécil, un cruel verdugo que había asesinado su propio amor, había causado que los ojos felinos se volvieran lluvia por los recuerdos que él transformó en dagas filosas. Había clavado cada una con tanto coraje que ahora sabía que posiblemente jamás saldrían o lo peor, que jamás sanarían, dejando al ruso totalmente indefenso y vulnerable en el amor.

Primero fue el coraje, saber que Kibum se había marchado había causado que su sangre hirviera y despotricara contra todo lo que sus brazos tocaran, lanzó cosas, destruyó cuadros y libros, rompió todo lo inservible para sacar un poco de lo que su ser sentía.

Lentamente ese coraje se transformó en decepción, terminó cayendo al suelo mientras se tomaba la cabeza con ambas manos y dejaba salir algunas lágrimas, ¿por qué había sido tan imbécil? ¿Por qué tuvo que arruinar la oportunidad de ser feliz?

Aquel lamento pasó a la tristeza, una que salía lentamente de su cuerpo entre cervezas y cajas de comida rápida. Su mirada no dejaba de ser dirigida hacia la casa de enfrente, el día le iluminaba y la noche solo indicaba que adentro no había vida.

Su ruso se había marchado dejándole un profundo hueco en el corazón y sabía que era su culpa, si tan solo se hubiese mantenido callado, si no se dejara llevar por sus estúpidos impulsos.

—¿De qué sirve tener una medalla de honor? —Murmuró una noche sin dejar de ver hacia afuera.

Kibum tenía razón, esa medalla iba a ser ganada con su esfuerzo y sudor pero también era un valioso metal bañado en sangre que podía ser inocente, porque Minho jamás preguntó ni se detuvo a cuestionar si la persona a matar era culpable o inocente, él solo llegaba, ajustaba su rifle, esperaba y finalmente disparaba para después sacurdir sus manos, recoger sus cosas y marcharse para cobrar por la misión cumplida.

Lo que por tantos años anheló ahora le sabía a autentica derrota, ganar una medalla le había costado el amor y el cansancio finalmente comenzó a hacer trabajar su razón para darse cuenta de que no ganaría nada al dispararle a Jonghyun, después de todo había llegado a la gubernatura y no había expuesto a Youngmin porque este había sido encarcelado por un crimen que no cometió pero que Kibum tuvo muy bien detallado en planear para cerrarle toda posibilidad de disparo.

The sniper «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora