Ruleta rusa

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Kibum no se sorprendió cuando al llegar a casa Minho le esperaba en la puerta, eran cerca de las once y aunque la noche era relativamente joven, para el secretario ya había sido eterna ya que solo deseaba dormir entre los brazos de Choi, lastimosamente no sería así.

Bajó del auto, ni siquiera lo guardó en la cochera, solo lo estacionó frente a su casa, caminó hacia donde Minho le esperaba y lo abrazó ganándose así un beso en el minúsculo trayecto del afecto.

—¿Por qué vienes tan tarde?

—Estoy lejos de aquí —suspiró separándose del moreno para ir directo hacia la puerta de su casa, aún con Choi detrás de él no ignoró su protocolo de revisión ya que examinó la perilla y cualquier detalle que pasara por alto, incluso la poca tierra seca que había bajo sus pies— ¿tú que haces aquí afuera? —preguntó sabiendo que el moreno le observaba.

—Quería verte; ¿siempre haces eso?

—Todos los días.

—Nunca lo noté.

—Despistado, debes ser cuidadoso siempre —abrió la puerta y se internó, avanzó dos pasos siendo tragado apenas por la oscuridad, mientras examinaba todo continuó hablando—, debo irme en un rato —encendió la luz tras comprobar que nada estuviese fuera de su lugar, encaró a Minho y suspiró—, regresaré mañana en la noche.

—¿Por qué? ¿A dónde vas? —Choi se adentró siguiendo al más bajo por el trayecto que le conducía hacia las escaleras.

—Lo siento, no te lo puedo decir.

—¿Por qué no?

Kibum avanzó hacia su habitación, había empezado a superar un poco el temor a desvestirse frente a alguien, aunque sus mejillas demostraran lo contrario ya que abrió su closet y sacó una muda de ropa totalmente negra, pantalones deportivos y una sudadera del mismo juego fueron la elección rápida; Choi observó cómo su novio se desvestía con una rapidez digna de un agente secreto, tanto fue el asombro que no hubo tiempo de pensar en algo íntimo, ya que el agente parecía demasiado concentrado en su labor.

—¿Kibum?

El nombrado no respondió, sacó de un minúsculo compartimento bajo el closet, una peluca negra y de corte medio, tras colocarla se hizo una diminuta coleta, asegurando así la peluca con una gorra, todo a juego para pasar desapercibido entre la oscura noche.

—¿Kibum? —Minho sujetó del brazo al joven quien le observó apenas ceñudo— ¿Me vas a decir a dónde irás?

—No te metas en mi trabajo.

—Te lo pregunto cómo tu pareja y cómplice, no quiero problemas entre nosotros. —Mantuvo bien sujeto del brazo al espía.

—No puedo Minho, sabrás demasiado.

—¿Acaso no lo sé ya?

—¿Siempre eres tan necio y obstinado? —Mantuvo la mirada fija y firme.

—Por necio y obstinado estoy aquí —le dedicó una mirada seductora que hizo que Kibum dejara de fruncir el ceño solo para arquear la cejas en dirección opuesta— así que dime mi pequeño espía o tendré que torturarte hasta que confieses y créeme que aunque te guste haré que tus misión se retrase tanto como desee para lograr mi objetivo.

—¡Eres un bastardo! —gruñó lo justo antes de envolver su brazo libre contra el cuello ajeno para impulsarse y así darle un beso un tanto salvaje y divertido que hizo a Choi reír contra sus labios— Iré a patearle el trasero a Jinki.

—¿Qué? —Minho esta vez fue quien arqueó la cejas— ¿Acaso te relacionas también con él?

—Inicialmente trabajaba para él.

The sniper «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora