Disparos sorpresa

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Kibum era ágil en su andar discreto como un gato al acecho.

Había salido de la mansión Kim para encaminarse hacia su casa, tenía el tiempo justo para cambiar sus ropas y credenciales de identidad.

Cada una era diferente a las que acostumbraba a llevar con Jonghyun; apenas había bajado del auto cuando un joven de apariencia estudiantil se acercó a él.

—¿Sí? —Se puso a la defensiva, echó una mano hacia atrás para sujetar la pistola que siempre cargaba en el bolsillo trasero después de salir de casa de su jefe, estaba listo para disparar si ese joven se acercaba más— ¿Qué deseas?

—¿Es usted Kibum? —Cuestionó temeroso.

—¿Qué quieres?

—Le mandan esto —el castaño observó la caja que tenía en manos el joven, hasta ahora había pasado desapercibida ante su vista. Se maldijo internamente por no ver a detalle. El joven era ajeno a los pensamientos de Kibum por lo que bajó la vista y leyó en voz alta—, lo manda Choi Minho para usted, he esperado cerca de media hora.

—¿Para mí? —La mano trasera suavizó el agarre del arma para adoptar una pose aparentemente relajada.

—Sí. —Extendió tímidamente los obsequios que eran dos cajas, una más grande que la otra, del tamaño ideal para no estorbar.

—Gracias, ponlas sobre la cajuela —señaló el auto, el joven le miró extrañado gesto que hizo a Kibum gruñir bajo—, haz caso, pon eso ahí —jaló con rapidez su maleta deportiva donde extrajo su billetera. Cedió una cantidad considerable de propina al joven y lo corrió con un gesto de mano—, gracias. —Murmuró posando la vista sobre las dos cajas.

¿Y si era una trampa?

Minho estaba trabajando, en una misión probablemente, a su mente acudió el recuerdo de la revelación de su trabajo por lo que frunció el ceño, sí, seguramente estaba asesinando a alguien importante o a gente inocente, no le importaba por ahora, lo primordial era que Choi laboraba y esos regalos no podían ser más que una trampa.

Antes de acercarse se adentró al auto para extraer de la guantera una pequeña bolsa sellada, aquella contenía un par de guantes de latex, mismos que se colocó al salir del vehículo, solo así se aproximó a la cajuela donde reposaban las dos cajas de madera.

Contuvo el aliento, no se fiaba de los regalos, menos cuando no había una persona frente a él de su confianza entregando dicho obsequio; toda duda y pensamiento se detuvo cuando al abrir la caja más grande se encontró con doce rosas, eran los simples capullos hermosos y de color amarillo, un color neutral que no incitaba a la fuerza un vínculo amoroso.

—¿Qué diablos? —Se fijó que en el centro de las rosas había una pequeña nota, la tomó y leyó en voz alta—, «para la persona que cautivó mi vista desde el primer momento. Agradezco haber chocado mi mano contra la tuya en el supermercado. La promesa de una cita ideal sigue en pie Kibum, no me olvides que estoy pronto a volver. C.M»

Kibum sonrió, olvidó todo pensamiento de amenaza para tomar las cajas y adentrarse a su hogar, la inspección no pasó desapercibida, después de comprobar que estaba a solas subió a su habitación para cambiarse de ropa, Minho le había mandado aquello y de una u otra forma le hizo pensar en sus acciones de la tarde, ¿y si había sido un engaño? pero ¿quién? nadie conocía su vida privada, no hablaba de Minho y pensaba que el contrario igual por lo que toda idea de alguna trampa pasó al olvido.

Vistió de forma extravagante gracias a la peluca rubia platinada que había escogido, el maquillaje pasaría a ser su aliado de nuevo cuando delineó con cierta calma sus ojos, así mismo aplicó un bálsamo brilloso y terminó por ajustar sus ropas, un conjunto de pantalones negros ceñidos a sus piernas con una camisa holgada y de escote V demasiado pronunciado, incluso había sacado sus zapatos negros que se distinguían por tener un tacón estilizado y elegante.

The sniper «MinKey»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora