Violeta

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Rakan despertó en su tienda cuando ya era de noche, Lou lo había llevado hasta el campamento mientras estaba inconsciente. Tenía el cuerpo adolorido y magullado por el golpe al salir de la cueva, y se lamentó pensando en como estaría su capa. Tendría que revisarla luego. Se levantó y salió de la tienda, viendo a su grupo sentado junto a una fogata conversando y riendo, pero no vio a la chica. Se acercó a Lou para preguntarle por ella.
- ¡Hombre, hasta que despiertas! La chica está por ahí -señaló hacia el bosque oscuro - Jordan la está vigilando, tuvimos que atarla a un árbol por seguridad. No ha hablado y no sabemos si pueda atacarnos, así que decidimos alejarla un poco del campamento.
Rakan asintió y se adentró en el bosque a ver a la prisionera, no tardó mucho en vislumbrar una antorcha y a la chica atada a un árbol. Por un momento sintió lástima por ella, no había podido verla bien en la cueva, pero ahora la observaba con atención a medida que se acercaba: ella estaba sentada y tenía la cabeza gacha, ocultando su rostro tras una capucha que dejaba salir sus puntiagudas orejas por arriba, llevaba ropas que parecían estar hechas jirones; un vestido desalineado y algo que parecían medias que llegaban hasta la parte alta del muslo. Finalmente reparó en sus piernas con filosas garras y su capa, que a pesar de la opacidad se notaba que también estaba compuesta de plumas, al igual que la suya. Repara en Jordan junto a la chica, su actitud le pareció sospechosa. Notó entonces que este la estaba tocando de manera indebida y mantenía su rostro demasiado cerca al de ella. Le hirvió la sangre, y de un salto recorrió la distancia que lo separaba de ellos, levantando y arrojando lejos al vigía.
-¿Que demonios crees que haces? -le gritó el vastaya furioso, posicionándose entre Jordan y la chica
-¿Qué? ¿Ahora un hombre no puede disfrutar la compañía de una chica? - soltó Jordan con rabia - Llevo dos semanas viajando con ustedes, ¡al menos déjame disfrutar un momento!
Rakan pensó unos momentos antes de responder, conmocionado por la actitud de su compañero.
-... Como la vuelvas a tocar, Jordan, te mato. - dijo con odio en su voz - Es más, como me entere de que has tocado a cualquier chica sin su consentimiento, me encargaré de hacer tu vida tan miserable que rogarás por tu muerte - finalizó con una sombra que cubría sus ojos.
Jordan nunca había visto a Rakan así, y el miedo se apoderó de él al sentir el aura oscura y decidida que emanaba del vastaya. Bufó y se retiró hacia el campamento, mascullando que si la quería para él no era necesario amenazarlo. El vastaya ignoró la ofensa, y apenas Jordan desapareció se volteó a ver a la chica. Estaba despierta, pero no hacía ruido ni se movía; sus ojos parecían fijos en algún lugar del vacío. No se atrevió a decir palabra alguna, avergonzado por el comportamiento de Jordan, y se limitó a soltar las ataduras que tenía en las muñecas.
- Lo siento - murmuró - no debí dejarte sola. ¿Estás bien?
Ella no respondió, solo se limitó a acariciar sus muñecas. Las ataduras habían dejado marca de lo ajustadas que estaban. Rakan se mordió el labio viendo esa injusticia; Karma le había dicho que una vez liberado el prisionero (que había resultado ser "ella"), este estaría bajo su voluntad, y eso implicaba que él sería responsable de sus acciones y cuidado.  Se sintió un pésimo guardián.
- Xayah
La voz de la chica era suave, pero sonaba con una calma gélida y hostil.
-¿Cómo?
- Xayah. Mi nombre es Xayah. Gusto en no conocerte.
Se puso de pie antes que Rakan pudiera responder y comenzó a caminar adentrándose más en el bosque. Él la siguió.
- ¡Espera! Yo soy Rakan.
Xayah no respondió y siguió caminando, aparentemente buscando algo. Él la siguió en silencio, observándola de cerca. Su capa no era como la suya, sus plumas no parecían ser suaves y algo esponjosas sino todo lo contrario; le recordaban a la daga que había utilizado en el salón. Miró su mano izquierda, ahí estaba el corte, ya casi cicatrizado. Se preguntó qué significaba ser el guardián de Xayah, pues el se sentía igual que siempre.
La chica se detuvo al llegar a un río cercano, y se quitó la capucha que cubría su cabello y parte de su rostro, soltando su largo cabello rosado.
- Si no te molesta, voy a tomar un baño.
Antes que siquiera respondiera, ella ya se había quitado el vestido y había saltado al agua ante la mirada atónita de Rakan, quien al darse cuenta que ella estaba desnuda se sonrojó y se sentó de espaldas al río.
-¡Lo siento! No era mi intención observarte, lo siento mucho - dijo nervioso.
- No deberías. ¿Por qué me has liberado? ¿También pretendes usarme como aquel asqueroso humano?
La hostilidad calma de su voz preocupó a Rakan. Parecía cansada, como si ya hubiera vivido lo peor y el resto solo fuera una desagradable piedra más en el camino. ¿De verdad esta chica era el asesino anónimo? Sólo se veía cansada y algo triste.
- No. Zed ha vuelto - ella se sobresaltó y movió sus orejas, cosa que pasó desapercibida para Rakan al estar de espaldas - esperábamos contar con tu ayuda... o al menos mantenerte lejos de los fanáticos que liberaron a Zed.
- Ya veo... ¿Karma te ha enviado?
- ¿La conoces?
- Claro. Ella fue quien me encerró.
En su tono no se percibía resentimiento o rabia, más bien nostalgia. Pensó preguntarle por las razones que la llevaron a ser sellada, pero se arrepintió. Escuchó como ella salía del agua sin voltearse, la sintió moverse cerca del río un momento y luego sentarse aparentemente cerca de un árbol. Se volteó. Las ropas de Xayah estaban mojadas sobre una roca, goteando. "Debió lavarlas. Seguramente estaban llenas de polvo". La miró; había acertado, pues estaba sentada contra un árbol, evidentemente adormecida y oculta bajo su capa, que ahora era de un brillante color morado. ¿Era una arpía? Nunca había visto ningún vastaya como ella, pero había escuchado leyendas sobre las Arpías. Se suponía que se habían extinguido luego de la masacre, donde solo sobrevivieron algunos Fénix... ¿de verdad esa chica triste había acabado con dos tribus completas?. Se sentó más cerca de ella, no mucho para no incomodarla. Pensaba quedarse y asegurarse de que nadie volviera a acosarla... y que no escapara, claro, aunque no sabía si ella podría hacerlo debido al sello, ni si el sería capaz de detenerla si lo intentara.
El sonido del río y ver las estrellas terminó por adormilarlo, y se durmió recostado sobre el pasto.
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La Última Arpía [Rakan x Xayah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora