Hold on to me

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Una vez que Kayn desapareció, Karma y Sona se quedaron atendiendo a Xayah y Rakan, mientras Ahri y Sett continuaban la pelea afuera. Los soldados noxianos no tardaron en retroceder al verse superados y abandonados, dejando la ciudad cubierta de cadáveres y sangre.
Sett dirigió la limpieza de la ciudad y la organización de los entierros, mientras Karma, Sona y Ahri intentaban salvar la vida de la pareja. Pasaron toda aquella tarde deteniendo la magia oscura de la guadaña que se esforzaba por contaminar sus cuerpos, y caída la noche solo habían logrado expulsarla del cuerpo de Rakan, y ahora centraban sus esfuerzos en Xayah. Ahri estaba exhausta, así que se dedicó a limpiar la herida de Rakan mientras Karma y Sona seguían intentando expulsar la toxina del cuerpo de Xayah sin éxito.
El ambiente era lúgubre, habían caído muchos soldados y los demás estaban agotados por la larga jornada y la intensidad de la batalla, así que durante la noche se celebraron los funerales en silencio. Solo quedaba Karma cuidando de Xayah, pues Rakan había sido transportado a la casa de Sona, quien pronto agotó sus energías también, ya que a pesar de que el lugar estuviera bañado en magia, no tenía la resistencia para hacerla pasar por su cuerpo mucho más. Solo Karma seguía incansable, como si dejar pasar la magia a través de su cuerpo y pasarla a Xayah fuera tan sencillo como respirar. La duquesa pensaba muchas cosas... sin duda aquello había sido una victoria, pero ¿a qué costo?, ¿serían capaces de matar a Kayn en su estado actual?... ¿sobreviviría este a las dagas de Xayah?. Inspiró hondo y miró las estrellas; por ahora, solo podía preocuparse de la pelirosa y expulsar la magia negra de su cuerpo. Pasada la medianoche lo logró, y llamó a Sett para que le ayudara a llevarla a casa de la Virtuosa. Este la tomó con cuidado para evitar que los vendajes se aflojaran y siguiera corriendo sangre, y la llevó despacio hasta el lugar, seguido por Karma. Ahri los esperaba en la entrada.
- ¿Como está? - preguntó refiriéndose a Xayah.
- Pude sacar la magia, pero sus heridas son profundas. - Sett frunció el seño en señal de preocupación - Espero que sobreviva, ha aguantado cosas peores. ¿Cómo está Rakan?
- Apenas pude usar mi magia, curé un poco su herida. Es un corte profundo, pero ya ha dejado de sangrar.
- Me alegra oír eso. Vamos Sett, llevemos a Xayah arriba.
Subieron seguidos por Ahri y dejaron a la pelirosa acostada junto a Rakan. Karma se apresuró a revisar la herida de su abdomen mientras Ahri dejaba su orbe (ahora verde al estar curando) sobre la pierna herida de Xayah.
- Diablos... es como cuando Zed la hirió, pero la guadaña alcanzó a romper una costilla. - guardó silencio.
- ¿Duquesa? - preguntó Sett.
- Necesitaremos al doctor de la Orden Kinkou. Sett, ve a hablar con Akali, por favor.
- Si duquesa.
Sett salió, dejando a Karma y Ahri curando las heridas de la vastaya. Durante la noche llegó Kennen, el pequeño doctor de la Orden y ayudó a Karma a tratar a Xayah. Estuvieron toda la noche regenerando las heridas de ambos hasta que fueran, al menos, no tan peligrosas. El doctor se fue con el alba, y Karma se fue a descansar, tranquila sabiendo que ambos vastaya sobrevivirían.
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Aquel día nadie se movió. Todos dormían o descansaban intentando recuperar sus energías. Estaban en guerra, eso lo sabían... pero incluso así era difícil ver caer a sus compañeros. No quedaba más remedio que apretar los dientes y rogar por que todo acabara pronto.
Al anochecer aparecieron algunas personas en las salas de la residencia de Sona, almas hambrientas y cansadas que hallaron en el comedor un magnífico festín para calmar sus penas. Algunos de ellos eran Ahri y Sett, ambos notablemente cansados y despeinados, recién despertando sin ningún cuidado. Karma estaba en el comedor con Sona, ambas en silencio, y se alegraron al ver al par entrando a la estancia.
- Muy buenas tardes... duquesa. - dijo Sett con sueño en la voz, haciendo sonreír a Karma. - Sona.
Ambas sonrieron en respuesta, y Karma le respondió. - Buenas noches, chicos. ¿Cómo se encuentran?
- Pues... bien... con hambre jeje - dijo Ahri mientras tomaba una manzana y se sentaba en la mesa, totalmente despreocupada de su aspecto.
Karma rió. - Coman lo que gusten, es para ustedes.
Ambos sonrieron y comieron vorazmente hasta estar satisfechos, todo ante la divertida mirada de Sona. Una vez que terminaron, se relajaron sobre la mesa.
- ¡Cómo necesitaba eso! - habló Sett. - Ahora... duquesa, ¿que sigue?
Karma suspiró. - No lo sé... Algunos soldados informaron que encontraron sangre y rastros de Kayn alejándose de aquí hacia el sur, pero no sabemos si volverá a atacar.
- ¿Entonces ya no nos necesita?
Ahri levantó las orejas en alerta al escuchar el tono de su compañero. ¿Estaba molesto? Miró a Karma y se sorprendió al verla sonriendo.
- Siempre serás necesario, Sett. Aún debemos volver al Placidium, Soraka nos espera.
Apenas esa mención hizo que el mestizo bajara las orejas y se apoyara sobre la mesa, visiblemente nervioso. Ahri rió.
- ¿Como están Xayah y Rakan? - preguntó.
- Pronto deberían despertar. Y apenas lo hagan partiremos a Ciudad de Jonia, no quisiera dejar pasar más tiempo.
- Entiendo... entonces, ahora solo estaremos en guardia esperando alguna señal de Kayn. ¿Me equivoco?
- Es exactamente eso, querida. - miró a Sona - Pallas ya pasó lo peor, debemos continuar en el resto de la isla.
- Entiendo. Entonces seguiré descansando... ¡odio las tiendas! - exclamó Ahri y se levantó de la mesa - tengan muy buena noche.
Salió de la sala y Sett la siguió, dejando a ambas mujeres nuevamente solas.
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Mientras tanto, Rakan había despertado con el cuerpo molido y un fuerte dolor de cabeza. Su primera acción al abrir los ojos fue buscar a Xayah, y solo se relajó al verla acostada a su lado. Se giró para observarla y tomar su mano; estaba pálida, con ojeras negras bajo sus ojos y el rostro cubierto de pequeños rasguños. No quería pensar en como estaría su cuerpo bajo la sábana que lo cubría... o el suyo propio. Suspiró y cerró los ojos, aún estaba muy cansado, su mejor opción era descansar lo más que pudiera.
El sonido de la puerta al abrirse trajo de vuelta su consciencia, y abrió levemente los ojos, notando la presencia de Karma en la habitación.
- Rakan - su voz sonaba increíblemente aliviada - Me alegra verte despierto.
- Duquesa.
- ¿Xayah aún no despierta? - el vastaya negó con la cabeza - Entiendo. Te traeré algo para comer antes que venga Sona, entonces podremos curarlos un poco más.
Salió y Rakan cerró los ojos, acariciando la mano de Xayah que sujetaba bajo las sábanas. "Pequeña, todo estará bien pronto" pensaba. Karma no tardó en volver acompañada por Sona, quien ayudó a Rakan a sentarse antes de volverse para curar a Xayah. Mientras el rubio comía lentamente, ambas mujeres intercambiaban miradas durante el proceso de curación. Rakan solo las veía de reojo; no era una vista agradable ver a su novia cubierta de heridas y vendajes.
- Xayah... ¿Puedes oírme? - habló Karma, llamando la atención de Rakan.
Ella había abierto los ojos y asentía. El negro bajo sus ojos no cedía.
- Bien. Me alegra que estén despiertos. Seré breve: debo llevarlos al Placidium con Soraka, las heridas que les causó el Darkin no ceden con nuestra magia. - ambos asintieron - Partiremos apenas terminen de comer.
A pesar de lo repentino, ninguno dijo nada. El cansancio que sentían nublaba todo. Pronto hubieron comido y cambiado los vendajes antes de bajar a la entrada del lugar. Rakan se apoyaba sobre el hombro de Karma mientras Sett cargaba a Xayah hasta el carruaje de la duquesa y la sentaba dentro. Iba a decir algo cuando vio a Karma montar el caballo blanco que guiaba al carruaje, ella le sonrió.
- Sube al carruaje con Xayah, Rakan. No están en condiciones de montar.
No respondió nada. Se subió y sentó junto a Xayah en silencio, cubriéndola con su capa mientras la comitiva partía en medio de la noche. Sett y Ahri cabalgaban cerca del carruaje, además de ellos iba una veintena de soldados y dos miembros de la orden Kinkou, escoltando en caso de que hubiera algún incidente en el camino. Sin embargo, nada sucedió. Luego de un viaje del que ni Xayah ni Rakan tuvieron idea de la duración o condiciones, llegaron al Placidium y a los brazos de Soraka.
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Rakan se sentó violentamente en la cama; había tenido aquella pesadilla violeta de nuevo. Miró a su alrededor para descubrir que estaba en un gran salón blanco, iluminado únicamente por la luna y las estrellas, y que Soraka le miraba con cara curiosa.
- ¡Hola! - le dijo ella.
- Hola... - dijo distraído mientras revisaba con la mirada la instancia.
- Xayah despertó antes que tu, está sentada afuera.
- Gracias.
Se levantó y estiró un poco su cuerpo. La niebla parecía haberse disipado y su cuerpo respondía mejor, pensaba viendo su brazo. Sintió una fuerte puntada al estirar de más cerca de una herida. Sip, hasta el dolor se sentía más presente. Salió en busca de Xayah, y la encontró sentada sobre una banca, de espaldas a él y junto un árbol cubierto de flores blancas.
- ¡Hey, Xayah! - dijo para llamar su atención. Vio sus orejas reaccionar y ponerse de pie rápidamente para caminar hacia él. - Me alegra verte bi...
No alcanzó a terminar de hablar pues la vastaya había saltado hasta sus labios, colgándose de su cuello. Él sonrió y cerró los ojos mientras la tomaba por la cintura, apretándola con suavidad contra su cuerpo. Se separaron despacio, Rakan, sin dejar de sonreír, la apoyó sobre el suelo antes de volver a besarla.
- Me alegra verte bien. - susurró contra sus labios.
Ella no respondió y volvió a besarlo. Había muchas cosas en su cabeza, además del alivio de verlo vivo luego de que estuviera desangrándose sobre el suelo en Pallas. El solo recuerdo de aquella imagen la hacía temblar, y no sabía como lidiar con ello. Su mano se movió sola en un golpe que tumbó a Rakan al suelo. Este llevó una mano a su mejilla golpeada sin decir nada y observó a Xayah, suponiendo que era su forma de decirle que había estado demasiado preocupada por él. Las lágrimas en ella lo confirmaron, así que se incorporó de un salto y tomó su mano.
- Ven conmigo - le dijo, empezando a correr con ella detrás. Reconoció el lugar como uno de los salones exteriores del Placidium, al pie de la montaña. Si no se equivocaba, no muy lejos debía haber una cascada.
Corrieron un buen rato, recorriendo una larga distancia gracias a su velocidad como vastayas. Pronto escucharon el ruido del agua cayendo, y  al ver la cascada se detuvieron de golpe, jadeando. Rakan soltó a Xayah y se volteó a verla; tenía el rostro rojo por la carrera y al igual que el, se esforzaba por recuperar el aliento. Sin pensarlo se inclinó para besarla con fuerza, haciendo que retrocediera hasta apoyarse contra un árbol cercano. Xayah se sorprendió, y su primera reacción fue tomar sus plumas, pero fue detenida por Rakan, quien al darse cuenta de sus intenciones puso sus brazos sobre su cabeza, sujetando con fuerza sus muñecas contra el tronco y separándose de ella un poco para observarla. Los ojos azules de Rakan estaban serios, y brillaban con una intensidad desconocida para Xayah, haciendo ver todo lo demás como irrelevante. Ante esta, ella solo pudo bajar la mirada y cerrar sus ojos con fuerza. Aquella mirada, pensar que pudo perder aquella mirada azul, tan intensa que parecía derretirla si la observaba mucho. Sintió cómo las lágrimas caían por sus mejillas, y Rakan soltaba sus muñecas para poder secarlas con sus manos.
- Todo está bien, Xayah. Tranquila.
"No lo está" pensaba, sin abrir los ojos, repitiendo una y otra vez la imagen de Rakan en Pallas.
- Xayah...
Quería gritar, llorar y destruir todo lo que estuviera en su vista. No podía soportar aquella imagen de Rakan, SU Rakan... Tenía que matar a Kayn, lo encontraría y lo mataría, y así Rakan nunca... "nunca"... pensaba, desesperándose cada vez más. Abrió los ojos para encontrarse con el rostro preocupado del rubio. Se mordió el labio intentando retener las lágrimas, sin éxito. Suspiró y besó a Rakan, con la misma fuerza que él lo había hecho anteriormente y casi caen ambos al suelo, manteniéndose en pie gracias a la fuerza del vastaya. Levantó a Xayah y la apoyó contra el árbol, besándola como si necesitara de sus labios para respirar. Ella respondía, y podía sentir como tiraba de su pelo mientras lo apretaba con fuerza con las piernas. Rakan estaba extasiado; tiró toda su cordura por la cascada y levantó el vestido de Xayah, recorriendo sus muslos y cintura mientras la sujetaba con fuerza. Una fuerte mordida lo hizo retroceder para mirar a su compañera; sus ojos ardían como nunca los había visto. Sintió una de sus manos sobre su pecho, desabrochando la capa que traía encima. La bajó con cuidado para poder quitarse la prenda, y una vez la tiró por ahí, sintió un golpe en las piernas que lo arrojó al piso. Xayah había pateado sus piernas y ahora estaba sentada sobre sus caderas, inclinándose hacia su rostro para besarlo. Él se levantó para tomar sus labios, quedando sentado con ella encima. Volvió a sentir sus manos sobre su cabello, mientras él pasaba las suyas por su espalda. Bajó sus manos hasta las piernas de ella y las apretó con fuerza, subiendo por sus muslos hasta sus caderas y levantando el vestido con él hasta la espalda de Xayah. Ella se separó levemente, dándole espacio para quitarle el vestido por sobre sus brazos. Ambos respiraban entrecortado, encantados por la intensidad de la mirada de su pareja. El azul de los ojos de Rakan era más profundo que nunca, y los ojos de Xayah centelleaban como si fueran de oro. Volvieron a besarse, necesitando cada vez más del otro. Rakan se separó de Xayah, recostándose en el suelo para observarla, sentada como estaba e iluminada solo por la leve luz de luna que se filtraba entre las hojas.
- Eres hermosa. - le dijo, acariciando sus piernas.
Xayah solo sonrió y se inclinó para besarlo. El siguió recorriendo su cuerpo con sus manos, para luego tomarla y girar, quedando sobre ella. Sonrió. Esperaba ver su rostro avergonzado y con dudas, pero cuando vio sus ojos estos solo transmitían deseo.
- Xayah... ¿estás segura de esto? - dijo intentando aplacar al animal interno que esos ojos habían despertado.
Ella desvió la mirada un segundo, pero la decisión estaba tomada. Abrazó el cuello de Rakan y mordió una de sus orejas antes de susurrarle - Si... Estoy segura, Rakan.
Oír su nombre dicho por ella en esa situación lo enloquecía. Volvió a besarla mientras recorría su cintura con sus manos, para luego separarse y besar su cuerpo, subiendo desde su ombligo. Xayah se estremeció al sentir su lengua en su pecho, aún cubierto por su brasier.
- Miela... - habló Rakan con voz ronca, haciendo que ella lo mirara. - Quiero que seas mía.
Xayah estaba enganchada de sus ojos azules cuando una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
- Ya lo soy, Mieli. - Rakan esbozó una sonrisa antes de besar su cuello. - Y tu eres solo mío.
- Para siempre.
Sentirla tan pequeña debajo suyo, más aún sabiendo lo fuerte que en realidad era, lo estaba enloqueciendo de sobremanera.
Respiró su aroma desde su cuello, aún había algo que necesitaba decirle.
- Hey, Xayah. - dijo llamando su atención, sin dejar de observar como su cuello subía y bajaba con su respiración.
- ¿Hm? - murmuró ella.
- Te amo...
Simplemente debía decírselo antes que cualquier cosa... y, mientras sentía encantado como ella clavaba sus uñas en su espalda, mordió la base de su cuello con fuerza, marcando a Xayah como suya.

La Última Arpía [Rakan x Xayah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora