Deamn

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Amanece y Rakan es el primero en despertar. Su primer pensamiento es comprobar que Xayah siga en el árbol y se tranquiliza cuando la ve, durmiendo plácidamente sobre una rama. Decide no despertarla y vuelve al campamento: buscará algo para que ella coma mientras él vuelve a ayudar a desmontar las tiendas.
"Creo que será mejor que deje de armar la mía si voy a pasar las noches cuidando a Xayah" piensa mientras camina tarareando alegremente.
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Xayah despierta con la sensación de haber pasado una muy buena noche, justo a tiempo para ver a Rakan alejándose hacia el campamento. Así que de verdad había vuelto a pasar la noche así. Bajó rápidamente del árbol y reparó en una pequeña cesta que reposaba en una roca cercana, seguramente él la había dejado ahí pensó, y comprobó su pensamiento cuando sobre la cesta encontró una sedosa pluma dorada. No pudo evitar sonreír levemente, pero volvió de inmediato a su habitual seriedad. Dentro de la canasta habían algunas frutas y un trozo de pescado asado, se notaba recién preparado ya que aún estaba caliente. Comió en silencio y se dirigió al río para lavarse la cara; le encantaba sentir el tacto del agua fresca sobre su piel. "Debo volver al campamento" pensó, "antes de que ese estúpido vuelva por mí". Aunque internamente agradecía que le hubiera llevado comida y no tener que volver al campamento a buscar algo, ya que ese día había dormido de más y probablemente no alcanzaría a recolectar lo suficiente para estar satisfecha como prefería hacer. Suspiró. Rakan le recordaba a alguien de su pasado y eso la hacía irritar, ¿cómo podía ser tan ingenuo? Estaba molesta de saberse bajo la voluntad de alguien tan "débil" y disperso, aunque una parte de su cabeza le recordaba que había tenido suerte de que no fuera un pervertido sádico o algo similar. Lo mejor sería no hacerse esperar, así que tomó la cesta y volvió al campamento.
Llegando vio a todos atareados preparando los caballos y las monturas, y aunque ella preferiría viajar a pie reconocía que no era conveniente gastar energías teniendo tan poca comida a mano. Al menos no habían tenido ningún enfrentamiento.. "Cierto. Zed está libre - miró a todos en el campamento - y dudo que estas personas puedan pelear si apenas han comido lo mínimo todo este tiempo". Sacudió la cabeza, no era propio de ella preocuparse por otros, mucho menos si eran perfectamente capaces de mantenerse por si mismos. Sin embargo, mientras caminaba hacia su caballo decidió que cazaría algo esa misma noche. "Estúpidos, apuesto que ni siquiera tienen un plan".
Cabalgaron todo el día, apenas deteniéndose para dar de beber a los caballos y comer una que otra fruta. Xayah evitaba a Rakan a toda costa, evidenciando su desprecio. Hacia todos en realidad, pero él parecía ser el único que seguía insistiendo a pesar de su actitud. Deberían estar a dos días de cabalgata de la Ciudad de Jonia, desconocida para Xayah. Se preguntó cuantos años habrían pasado desde entonces... no es que le importara de todos modos, o eso quería pensar.
Cuando empezó a anochecer la caravana buscó un claro y todos se prepararon para armar las tiendas. Xayah se escabulló, probablemente ninguno de los soldados quería cruzarse con ella, pero no le importaba. Volvió cuando las tiendas estaban todas armadas, trayendo consigo dos ciervos. Lou la vio llegar sorprendido, más aún cuando vio lo que cargaba y corrió a ayudarla.
- Ten - dijo ella con indiferencia - aparentemente todos ustedes quieren morir de hambre uno de estos días
Arrojó los ciervos a los pies de Lou, quien seguía confundido por la actitud de la chica y lo contrario que era con la acción que acababa de realizar.
- Gracias - atinó a responder, y luego de una pausa agregó - Sabes, podrías sentarte a comer con nosotros. El fuego ya está encendido y mis hombres estarán más que felices cuando vean el festín que has traído.
- Hmp, no es que disfrute su compañía. Estoy mejor por mi cuenta.
- Imagino que con eso te refieres a "con Rakan" - dijo Lou mirándola de reojo. Todos en el campamento se preguntaban qué pasaba que ambos desaparecían por las noches.
- El pandemonio me sigue a todas partes. No es como si tuviera opción. - soltó con desagrado.
- Pobre hombre! - rió Lou tomando los ciervos en sus hombros.
Xayah no respondió, dio media vuelta y se adentró nuevamente en el bosque. Lo que más le gustaba de esta expedición era de seguro lo mucho que se apegaban a grandes ríos durante su camino. Pensó en lo mucho que estos habían cambiado a cómo los recordaba, pero desechó rápidamente el pensamiento. No estaba lista para aceptar todo lo que había pasado y solo lograba frustrarse por todo lo que había perdido. Rakan era un recordatorio viviente de ello. Un Fénix, igual que él. Aquel hombre que la había traicionado y había llevado la ruina a su aldea completa. Siguió caminando pensando en cómo conocerían la historia ellos, cómo la conocería Rakan. Sacudió la cabeza de nuevo. Ni hablar. Ni siquiera sabía cuantos años habían pasado. Oyó el ruido del río, divisándolo un poco más adelante y aceleró el paso hasta a estar junto a la corriente. Sintiéndose a salvo junto al agua que fluía libremente, se despojó de sus ropas y se adentró en el agua helada. Sintió su piel erizarse con el frío, una sensación que le encantaba. Nadó libremente un rato iluminada únicamente por la luna, hasta que sintió que no estaba sola. No tuvo que pensar mucho para darse cuenta a quién pertenecía aquella presencia.
- ¿Has perdido algo? - dijo, intentando que su voz sonara lo más venenosa posible.
No hubo respuesta. Salió del agua y se puso su vestido, no quería oír nuevamente todas las disculpas de Rakan, por muy inocentes y hasta cómicas que fueran. Se enfureció al descubrirse pensando eso y el odio frío volvió a su mirada.
- Te pregunté algo.
- Lo siento - dijo Rakan saliendo de detrás de un árbol. Se le veía algo nervioso - vine a traerte esto
Le mostró algunos trozos de carne clavados en ramas. - Tu lo cazaste, pensé que al menos querrías probarlo.
Por más que intentara odiarlo, la pureza de Rakan era innegable. Lo mejor era mantenerse lejos de él. Tomó lo que le ofrecía y se alejó hacia una roca que se veía cómoda para sentarse y empezó a comer. Rakan la siguió de cerca, pero no se atrevió a sentarse junto a ella y en cambio se acomodó a los pies de un árbol que usó como respaldo. Xayah le arrojó un pedazo de carne, con una puntería tal que cayó sobre su regazo. Él la miró perplejo, pero ninguno de los dos dijo nada. Rakan no había comido, estaba ansioso por ir a buscarla y tomó los primeros trozos de carne que estuvieron listos. Comieron en silencio. Ambos querían hacerse muchas preguntas, pero no lo hacían por miedo o por orgullo. Rakan temía que Xayah volviera a amenazarlo, pues sabía que soportaba su presencia solo porque no le quedaba otra opción. A pesar de todo, seguía sintiendo el aura de tristeza que emanaba de ella. Y Xayah era demasiado orgullosa como para hacer alguna pregunta, tampoco se sentía capaz de hacer frente a su nueva realidad.
Una vez terminó de comer, Rakan se dedicó a observar la copa del árbol bajo el que se había sentado. La magia de la naturaleza era hermosa, las hojas brillaban reflejando la luz de la luna o su reflejo en el agua. Miró a Xayah. Ella también era hermosa de una forma salvaje. Notó que no se había puesto su habitual capucha y que llevaba el pelo suelto. Sonrió. Aunque ella lo odiara, se sentía feliz de haberla conocido. Y de que ella lo moviera a pasar sus noches disfrutando de la paz de la naturaleza.
- ¿Puedo preguntarte algo? - aventuró. Xayah no se inmutó. - No pareces ser una mala persona. ¿Por qué asesinarías a tantos inocentes?
Corrió el riesgo de que ella quisiera degollarlo nuevamente, pero no había forma sutil de acercarse a Xayah, ella no daba ninguna apertura. Tenía que probar una táctica diferente.
- Inocentes - soltó con sarcasmo y una risilla, suspirando luego - No lo entenderías.
La forma en que lo dijo transmitió tanta tristeza a Rakan que empezó a dudar de si las cosas habían pasado tal cual como le habían contado. No veía a Xayah como una asesina a sangre fría, se veía honesta y aunque intentara ocultarlo se preocupaba por los demás.
- Probablemente no - respondió - Pero no me gusta verte triste cada día. Desearía poder hacer algo por tí.
Xayah no respondió. Nunca le había gustado que le dijeran que se veía triste. Bufó molesta y se dispuso a ponerse de pie para dejarle claro a Rakan que había traspasado los límites. Él vio sus intenciones conforme se acercaba, pero no se movió y le habló mostrándose algo deprimido.
- ¿Por qué me odias tanto?
La pregunta detuvo en seco a Xayah. Estaba furiosa, pero no sabía hacia donde dirigir su ira y Rakan no era un objetivo mientras pareciera un perrito abandonado que le inspiraba lástima.
- Si te liberara del sello de Karma, me matarías ¿cierto?
Xayah no dijo nada, dio media vuelta tragándose su odio y solo se alejó, buscando un lugar donde dormir.
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Despertó antes del amanecer, los primeros rayos de sol recién empezaban a asomar lejos en el horizonte. Rakan seguía durmiendo bajo el árbol. Por alguna razón no se despegaba de ella, incluso había notado que no armó su tienda ese día pues sus pertenencias seguían en la carreta cuando llegó con la caza. Recordó su pequeña conversación del día anterior y le hirvió la sangre. Era como si se esforzara en picar la herida. ¿Por qué tenía que ser ese chico? Su mente era un torbellino de emociones y sentía un impulso asesino que amenazaba con salir a la superficie. Miró a Rakan. Podría matarlo si quisiera... a ese chico tan dulce e inocente que tanto la irritaba. Si el sello no se lo impidiera, claro. Se acerca a Rakan con desprecio y tomando una pluma daga en su mano al tiempo que se arrodilla junto a su rostro durmiente. Siente como sus instintos laten en su interior mientras observa el rostro del chico. Nunca lo había observado con atención, sabía que sus ojos eran azules, pero ahora reparaba en la graciosa forma que tomaba su cabello y sus orejas. Observa cada detalle de su rostro, sin duda es un hombre guapo, pero eso en lugar de amilanar su enojo echaba más leña al fuego. Con su daga delinea el borde de su rostro, sabiendo que le era imposible hacerle daño. Siente como la sangre en sus venas le quema; lo odia, y se odia a si misma cada vez que se ablanda ante él y su ingenuidad. Acerca su mano a su rostro, sin dejar de sostener la daga y baja hasta su cuello. Incluso si pudiera, ¿sería capaz de matarlo?. Rakan mueve un poco sus orejas llamando la atención de Xayah. Con su mano libre toca suavemente una de las orejas de Rakan, cuidando de no despertarlo. Su pelaje es tan suave como ella había anticipado, lo que la hace sonreír para sus adentros. Curiosa y siguiendo un impulso del que probablemente se arrepentirá, cruza una pierna por encima de las suyas y se sienta a horcajadas sobre él para estar más cómoda y ver mejor el objeto de su intriga. Desvanece su daga y le acaricia ambas orejas, tironeándolas un poco mientras piensa en cómo puede existir algo tan tierno. "Que asco". Rakan parece complacido dentro de su profundo sueño y esboza una sonrisa, lo que hace sonrojar a Xayah. Rápidamente baja sus manos a los hombros de él, confundida y sin dejar de mirarlo, sintiendo como el calor recorre su cuerpo. Él no hace ademán de despertar y una idea pasa por la cabeza curiosa de Xayah. "De todas formas, no despertará... ¿verdad?" Piensa mientras se acerca al rostro de Rakan y deposita un beso en sus labios. "Hmp. Demasiado suave. Como si fuera una tibia seda". Él parece no darse cuenta. Lo besa de nuevo, esta vez manteniendo sus labios pegados durante más tiempo y disfrutando de la suavidad y calor de su boca. Rakan abre un poco sus labios húmedos, sorprendiendo a Xayah que se separa un poco para observarlo. "Shit". Tiene los ojos algo abiertos y la mira muy adormilado al tiempo que sube sus manos por las piernas de Xayah hacia su cadera y cintura, haciéndola arder con una sensación desconocida para ella, lo que la confunde todavía más, ¿cómo todo el odio que sentía se había transformado en esa chispa que recorría su cuerpo entero?. "Demonios... DEMONIOS!" Vuelve a besarlo siguiendo lo que le pide su cuerpo."De todos modos ya estoy más que muerta". Pasa sus manos por su cabello para acercarlo más a ella y profundizar aún más el beso. Rakan, dejando de lado su gentileza habitual, sujeta a Xayah con fuerza contra él, besándola como si fuera a devorarla ahí mismo, mientras ella se deja llevar por el voraz torbellino en el que se había convertido el chico y sentía el calor quemando su piel y pidiéndole más.
Un ruido alerta a Xayah de que alguien se acerca: es Lou llamando a Rakan. Rápidamente termina el beso y de un ágil salto se oculta tras unas rocas cercanas. Observa a Rakan. Parece desorientado y se levanta de golpe al ver a Lou. Intercambian unas palabras y se dirigen hacia el campamento. Antes de irse, el vastaya mira a su alrededor con añoranza, como si estuviera buscando algo, pero finalmente se va tras Lou.
Una vez que ambos están lo suficientemente lejos, Xayah respira profundo cerrando fuertemente los ojos. "Qué demonios acabo de hacer" piensa mientras aún siente el calor recorriendo su cuerpo y recuerda el tacto del cuerpo de Rakan bajo el suyo. "BASTA". Se dice a si misma, y sin siquiera quitarse la ropa salta al río y se sumerge completamente, esperando que el frío del agua le ayude a apaciguar su mente y extinguir el incendio que lleva dentro.

La Última Arpía [Rakan x Xayah]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora