CAPÍTULO 16: Sorpresas

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Durante todo el día he intentado evitar a Zeynep ya que si hablo mucho con ella tal vez no me resista de preguntarle qué fue lo que pasó la otra noche.

En estos momentos nos encontramos en el avión privado de Can dirigiéndonos a Italia, quiero llegar a mi hogar, ponerme al día con los asuntos de los negocios y retomar mi rutina, sin embargo, no puedo dejar de pensar en qué pasará entre Can y yo, no sé si tenemos una relación o...

"ni siquiera sabes si son novios, solo tuvieron sexo casual así que técnicamente aún no son nada." Me grita mi subconsciente alertándome de que no tengo que ilusionarme tan fácilmente.

- ¿Todo bien? – pregunta Can sentado frente a mi generando así, que salga de mis pensamientos y vuelva a la tierra, solo asiento con la cabeza y le digo que estaba pensando en el motón de trabajo que debo de tener, esas son las únicas palabras que cruzamos durante todo el vuelo.

No puedo evitar pensar también en Anna, la pobre quedó tan afectada por lo que mi padre demente le hizo hacer que cuando le hice ver que estaba bien y que yo no tenía nada que perdonarle ni siquiera pudo mirarme a la cara, solo se disculpó y se retiró de casa de Burak, dijo que iba a quedarse un tiempo en España, yo solo espero arreglar todo con ella y volver a ser las buenas amigas que eramos antes.

- Pequeña... - escucho esa voz que me encanta llamándome a lo lejos. – pequeña despierta, ya hemos llegado. – cuando abro los ojos veo a Can inclinado a mi lado despertándome, miro a todos lados y Burak y Zeynep ya no están en el avión, me desabrocho el cinturón y Can y yo nos encaminamos a la salida del avión.

- ¿Y dónde están los demás? – pregunto al darme cuenta que solo hay un carro esperándonos y no veo a Burak ni a Zeynep.

- Ellos se fueron en otro carro, tenía cosas qué hacer. – dice abriéndome la puerta trasera del coche, me adentro en él para después permitir que Can se posicione a mi lado y dejar que el chofer nos adentre a las hermosas calles de Venecia.

La mayor parte del recorrido me la paso mirando hacia la ventana teniendo una extraña sensación en el pecho de que lo que vivimos tan solo unos días en España haya sido lo único que Can y yo viviremos juntos, si se tratase de cualquier otro hombre me daría igual, nunca me involucro sentimentalmente con nadie, solo dejo en claro lo que quiero de la otra persona y después si te he visto no me acuerdo, pero con Can las cosas son diferentes, quiero pasar más tiempo con él y esa sensación de no querer alejarme de él me agobia y me aterra, no quiero necesitar a alguien tanto en mi vida, sé que si las cosas no salen bien puede ser muy doloroso y me conozco y sé que si me permito enamorarme de Can luego será muy difícil para mí superarlo.

"solo tienes miedo a que te rompan el corazón, y tal vez si lo haga pero no puedes vivir temiendo a el dolor porque eso es parte de amar." Yo misma dándome consejos, a veces mi subconsciente se hace querer.

Cuando estamos frente a mi apartamento me despido regalándole una leve sonrisa y diciéndole – nos vemos después. – en ese momento puedo ver cómo su expresión cambia y me muestra a un confundido Can (o al menos eso noto), no me quedo mucho tiempo para descifrar sus expresiones así que sin más me bajo del auto, mucho antes de que pueda subir los escalones para entrar a mi edificio la mano de Can ala delicadamente de mi antebrazo obligándome así a voltearme y estar cara a cara.

- Desde que nos fuimos de España has estado muy callada y eso en ti es muy preocupante, siempre tienes algo que decir y encuentras la manera de molestarme, ¿qué tienes? – ¡rayos! no sé cómo en tan poco tiempo ha llegado a conocerme tanto a tal punto de saber cuándo algo me preocupa.

- Es solo que estamos de regreso y aún estoy digiriendo todo lo que ha pasado en casi dos semanas – Can me mira no muy convencido de lo que he dicho. – y también no sé qué pasará con nosotros ahora. – digo al fin, expulsando el aire que retenía.

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