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POV Camila

-Ella no está aquí - me dijo la italiana

-¿Cómo que no? ¿Dónde más puede estar? - ella frunció el ceño.

-Pudo haber ido a dar una vuelta, a tomar aire, a la galería... no sé.

Había salido corriendo del restaurante, dejando a Patrick tirado.
Golpeé fuerte la puerta, con apuro. No quería retractarme de mi decisión. Venía con la adrenalina a mil. Pero me recibió la italiana en pijama y con cara de venir recién despertando. Sentí un nudo en mi estómago y ganas de lanzarme contra ella y quitarle cada uno de sus pelos. Eso, hasta que me dijo que Lauren no estaba.

¿Dónde podría estar? Ella no puede simplemente andar por ahí.

-Le diré que viniste

-no, no es necesario. - Sin decir más, di media vuelta y salí de ahí.

Probé llamándola un par de veces, pero no me contestaba.
Resignada volví a mi casa.






POV Lauren

Inhalé el aire lentamente. Grabando la sensación de libertad en mi memoria, en mis sentidos.

Estaba sentada en lo alto del árbol, con vista al lago y el sol golpeando mi cara.
Cerré mis ojos recordando esas tardes con mi madre, ella corriendo detrás de mí, asegurandose que no me hiciera daño, ayudandome a trepar los árboles...

Como la extrañaba.

Desde entonces había reservado este lugar sólo para mí.

Hasta que llegó Camila.


-¿Tiene calor?

-No te imaginas cuanta, hasta metería los pies en lago.

-¿En serio?- pregunté sorprendida

-Ay claro que no Lauren, sólo fue una manera de decir.

-¿Pero por qué no? ¡hagámoslo!

-¡No! claro que no, nos podría dar algo, una pulmonía o qué sé yo - me reí

-¿Una pulmonía? ¿en serio?


Sonreí al recordar aquel día.

Sentía que habíamos tenido tan poco tiempo. Me faltó tanto por entregarle.

Hasta hace poco hubiese estado soñando con formar una familia con ella, viajar, disfrutar, hacer el amor en todos lados y más tarde traer a un pequeñín a nuestra vida. Nuestro pequeñín.

-Me imagino dentro de cinco años, nosotras viviendo en un departamento en Soho, con pocos muebles, una cama sencilla pero amandonos todo, todo el día, sin que nada, ni nadie nos interrumpa - reí suavemente

-¿y yo una pintora famosa? - bromeé

-por supuesto, muy famosa, pero no sueles hacer exposiciones y te rehúsas a vender tus cuadros a cualquiera - se fue girando para quedar frente a mí - solamente a aquellos que de verdad aprecian el arte - junté nuestras frentes

-¿y tú seguirías trabajando como abogada?

-si... - lo pensó y comenzó a acariciar mi espalda- pero trabajaría desde casa, sin horarios para poder hacerte el amor siempre que queramos porque con lo que ganarías por un cuadro no nos tendríamos que preocupar por dinero

- me gusta mucho tu plan - besé sus labios delicadamente - mucho.

Bajé de un salto del árbol. Me hice daño en el tobillo, pero nada preocupante. Me puse las gafas y mi gorra. Debía volver a esconderme.

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