Capítulo 4. ¿Cuánto cuesta la fama?

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Fox caminaba en los pasillos sin mirar atrás, esperando llegar al patio de juegos sin la presencia de Charles. Pero apenas cruzó el umbral de la puerta que lo dividía cuando se dió cuenta que algo andaba mal.

Todos los chicos, desde octavos grados hasta terceros, tenían sus celulares a la mano y los alzaban a la altura de su rostro, y bien, los que no tenían se arrimaban a otro más; Soltaban risas y parecían burlarse de lo que fuera que veían en las pequeñas pantallas. Fox frunció el ceño, inevitablemente intrigado.

—¡Oye, Foxie! ¿Ya notaste que tu hermano se volvió muy famoso? —gritó uno de su clase desde su sitio, y acto seguido rompió a reír. La niña que se encontraba a su lado lo veía con deje preocupado y sus ojos estaban clavados en los suyos, aunque no le dijo nada, bastaba su mirada para saber que algo malo pasaba.

Fox abrió su boca para preguntar que rayos estaba sucediendo, y sin pensar y contra todos sus instintos se acercó a un grupo de quintos años que sostenían uno de su celulares en lo alto.

Un vídeo se reproducía en la pantalla, y Fox tuvo que entrecerrar los ojos para entender la escena que se desarrollaba: Eran dos chicos peleando con puños y patadas. Pero no eran dos chicos cualquiera. Y pese a que desde la distancia donde veía el vídeo no se notaban los rostros, supo reconocer a uno de los chicos, y sólo entonces el comentario de aquel niño cobró sentido.

¡Era Math! ¡Su gran e idiota hermano se había metido en una pelea tan horrible como esa! Y lo que era peor, alguien lo había grabado y se había vuelto lo sufiente popular para llegar hasta los medios del alumnado de su escuela.

Abrió los ojos como platos y se apartó del lugar, topándose con Charles que recién llegaba luego de haberlo seguido, y al igual que él hace unos minutos, su rostro sugería que no entendía absolutamente nada.

—¿Qué pasa? —preguntó, acercándose a Fox—, ¿que los celulares no estaban prohibidos?

—Debo salir de aquí —respondió en su lugar, apretando sus labios y mordiendo el interior de su mejilla.

Pero no hizo falta idear algún tipo de plan, pues pronto un par de profesores cruzaron las puertas. Dos de ellos caminaron hasta los alumnos y comenzaron a gritar amenazas de que debían guardar sus aparatos. Sin embargo, una, que era la profesora Lara, se encaminó hasta él.

—Foster, debes retirarte. Tu hermano está en el hospital —dijo, mientras sus ojos viajaban entre el suelo y su rostro, quizá sintiéndose mal por tener que dar ella tal noticia.

Fox asintió con la cabeza, anonadado y asustado, sin haber tenido el tiempo necesario para procesarlo todo. Sus labios se curvaron hacia abajo en una mueca y se dejó guiar por su profesora, mientras que Charles se quedaba en el patio sin poder hacer otra cosa más que quedarse ahí.

Lara no estableció ningún contacto físico con él como habría hecho de haberse tratado de otro alumno, probablemente porque temía y sabía que Fox simplemente la rechazaría bruscamente, algo que, si era sincero, sería lo último que haría, porque eran ese tipo de momentos donde se sentía más vulnetable que nunca y donde nunca se atrevería a apartar un brazo que quisiera rodearlo, pero no había forma que la mujer lo supiera.

Tras haber parado en el aula y recoger las cosas de Fox, la profesora lo llevó hasta la salida de la escuela, donde se encontraba Eileen con los ojos llorosos. Eileen solo lloraba por muy pocas cosas: El sentirse humillada o avergonzada, o cuando algo estaba realmente mal. Ella debía haber visto la pelea en vivo, ella debía... Haber visto a Math y su estado. ¿Y si él se encontraba muy grave?

Empujó estos pensamientos fuera de su mente y corrió hasta su hermana, ella no lo miró, y en su lugar puso una mano en su hombro y de esta manera lo guió a través de la acera, llevándolo hasta donde un taxi esperaba.

Fuera De Guión © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora