Capítulo 17. El principio del final

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El semblante de William no era aquél tranquilo que había visto Eileen siempre en él. No había rastro del chico que la seguía a todas partes y que parecía simplemente embelesado con cada una de sus acciones. Ya no estaba ahí. En su lugar había uno diferente, este William tenía la mirada cansada, sus manos estaban enroscadas en puños y su postura era rígida y tensa.

Peter también pareció percatarse del cambio, pues su rostro decayó y un destello de preocupación se avistó en sus ojos.

—Will... ¿Estás bien? —preguntó con suma suavidad, con el mismo tono que había empleado en Beatriz.

William se cruzó entonces de brazos.

—¿Bien? —repitió con gran ironía—. Dime por favor que tu definición de bien no es esta. Beatriz me mandó un mensaje diciendo donde estabas... Después de pasar días muriendo de preocupación y buscándote. Así que no, no creo que esté "bien".

—¿Así que son hermanos? —preguntó Math, como si le costara hacerse a la idea, y Eileen lo amonestó con la mirada por el mal momento para elegir preguntar eso.

Ni Peter ni William respondieron, y ambos se quedaron en un frío y gélido silencio en el cual era palpable la tensión. Se miraban el uno al otro, y parecían comunicarse con la mirada de una manera en que ninguno de los otros presentes entendía.

Eileen sólo podía pensar en lo incómodo que era eso, y a pesar de que quería irse de ahí no lo hizo, en el fondo se seguía sintiendo herida de haberse enterado acerca de la sobredosis y la rehabilitación fallida de Peter... Le dolía saberlo, pero a su vez sentía que no tenía el derecho a exigirle el motivo por el que no le contó.

Se conocían de hace tan poco, y aunque parecía más tiempo sabía que no lo era. Y el que ambos hubieran aceptado formalmente ser amigos poco cambiaba el asunto.

—Volveremos a casa —dijo de improviso William, rompiendo el hielo con un tono demandante que lo hizo lucir años mayor.

—No "volveremos" —rectificó Peter—. Tú volverás. Yo me quedaré aquí.

Los ojos de William se tornaron aún más molestos.

—¿Aquí dónde? ¿Con Eileen? —bufó con atisbo de burla, y le dirigió a la chica una helada mirada que le hizo sentir a ella un desagradable escalofrío—. Dudo que ella te quiera, ni siquiera tiene amigos. O eso es lo que dicen.

—No la metas en esto —interrumpió Math con claro desdén, arrugando el entrecejo.

Eileen sintió una pulzada de dolor ir directo a su corazón, y buscó en el semblante de William algún rastro de arrepentimiento por aquéllas palabras, pero no lo había. ¿Dónde había quedado ese dulce chico que hace tan sólo varios días atrás la miraba como si fuera el centro de su universo? Muy lejos, comprendió con tristeza, ella lo había alejado.

Dicen que al amor y al odio sólo los separan un paso... ¿Sería que así como el odio podía convertirse en amor era perfectamente tangible que lo contrario sucediera?

William miró a Math con desafío.

—¿Por qué no? —incitó con disforia—, ¿acaso no sabes que tu hermana ha estado con Peter, quien por cierto es mayor que ella y que tiene una pequeña adicción a la cocaína?

Peter parpadeó con fuerza.

—¿Mayor? —cuestionó, y se volvió hacía Eileen con intriga y mirada confundida—, ¿qué edad tienes?

—Tiene 16, ¿qué edad creíste que tenía? —contestó Math por ella, dando un paso al frente y sin despegar su mirada del rostro de Peter.

—Joder, ella me dijo que tenía 19 —Peter meneó la cabeza y pellizcó con fuerza el puente de su nariz, cerró sus ojos por unos segundos y cuando los volvió a abrir clavó sus pupilas en las de Eileen—. ¿Me mentiste?

Fuera De Guión © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora