Capítulo 20. Charles, Parte 2

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Caminando cabizbajo y lentamente por los pasillos de Whitefield Charles se topó con una profesora, una que era alta y pelirroja que no recordaba haber visto antes.

La profesora, al verlo, ladeó la cabeza.

—Eres el niño nuevo, ¿verdad? —cuestionó, con una leve sonrisa tirando de sus labios.

—Sí, lo soy —contestó Charles, dibujando en su semblante una sonrisa que le pareció un poco más real que la anterior.

—He visto que has decidido juntarte con ese niño Foster —ella comentó—, vaya, tuve a sus hermanos y esos dos eran muy apartados. Me alegra que al menos el menor no lo sea tanto, es bueno que seas su amigo.

Charles sintió sus hombros tensarse, sin embargo forzó a su rostro a no menguar su sonrisa.

—Sí, es bueno —murmuró.

—Soy la profesora del club de canto y música, por cierto —se presentó ella con leve entusiasmo en su tono.

Charles inclinó la cabeza ligeramente, decidiendo que era momento de tratar de enfocarse en algo más.

—¿De verdad? —inquirió—, ¿y aceptan nuevos participantes aún a mitad de ciclo?

La profesora asintió.

—Claro que sí.

—¿Cree que podría unirme?

—Por supuesto.

—¿Y cree que Fox también podría unirse?

—¿Él quiere unirse?

La sonrisa de Charles se ensanchó.

—Así es.

Desafortunadamente, ese día más tarde la profesora tuvo que irse temprano por una reacción alérgica, y por consecuente Charles no pudo arrastrar a Fox con él al club de canto, lo cual lo decepcionó en gran medida, pues realmente necesitaba de algo que lo distrayera de la culpa y aflicción que no dejaban de hacer eco en su cabeza. Necesitaba de algo que no lo hiciera pensar en el estado de su familia, algo que le prohibiera pensar en lo que podía suceder si no seguía con esa farsa.

No quería seguirla. Pero, ¿qué podía hacer?

Charles siempre había sido ese tipo de persona que prefería ignorar sus dificultades trabajando en algo más, hasta que no tuviera otra alternativa que tratarles de frente.

Por lo que acabó haciendo que él y Fox se dirigieran a un taller de pintura cuya publicidad había visto en un cartel poco antes de llegar a la escuela.

Charles no era ningún profesional en el arte de la pintura, y tampoco le importaba, lo único que buscaba era una cosa que le recordara a los buenos tiempos, que en pocas palabras eran esos de hace unas semanas atrás, antes de que los ahorros de dinero en la cuenta bancaria de sus padres se agotaran y todo eso que lo había orillado a hundirse en ese problema comenzara.

Pintar, más bien, era una aptitud de Abigail y su madre, y aun cuando ninguna era una grande pintora, ambas solían divertirse en cuando escurrían colores por los lienzos en blanco que conseguían.

Charles sonrió al recordarlas.

Todo marchaba considerablemente bien hasta que, claro, algo tenía que salir mal.

Y ese "algo" entró por la puerta principal. Era Danna.

Danna era una niña amiga de sus hermanas y que vivía en la misma calle donde se ubicaba la casa de Charles en Manchester. ¿Por qué, de todas las personas, tenía que ser alguien que conociera la que entrara por ahí?

Fuera De Guión © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora