Capítulo 5. Fiestas y excursiones no tan aburridas

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El fin de semana vino y se fue rápido. Aunque no tanto como a Eileen le habría gustado.

Era el domingo por la tarde que ya casi rozaba con la noche, y ella paseaba por las afueras del hospital, con sus manos escondidas en sus bolsillos y su barbilla sobre su pecho, meditando en silencio y dando pasos muy lentos.

—No creí verte por aquí —dijo de repente una voz que la hizo alzar la cabeza. Era el chico que el viernes le había evitado una muy posible muerte—. Por favor no me digas que realmente sí eres suicida y estás aquí por tus antidepresivos.

Eileen frunció el ceño.

—Claro que no. Estoy aquí por mi hermano —contestó, mirando más a fondo a Peter y dándose cuenta que él llevaba bajo sus ojos unas muy grandes ojeras y un brillo en su mirada que no supo identificar—, ¿y tú por qué estás aquí?

—Trabajo aquí, ¿no es obvio?

Eileen le lanzó una mirada incrédula.

—¿De verdad?

—No —Peter se rió y acto seguido se encogió de hombros—. Pero no te puedo contar la razón, así que puedes quedarte con ésa.

—¿Por qué no me puedes contar?

—Principios, querida Eileen, son principios. Ahora, justo me dirigía a una cafetería, ¿me acompañas?

—No lo creo. Debo atender otros asuntos.

Peter puso una mano sobre su hombro y alzó una ceja.

—Vamos. No es ninguna cita. Además, sé lo tedioso que es permanecer en un hospital todo el rato. Es cansado. ¿Qué puede pasar si te vas 20 minutos?

Eileen sopesó la propuesta por algunos segundos, al final asintió, pues su humor estaba por los suelos y la verdad sí reconocía que tanto tiempo en el hospital era agotador. No sonrió ni miró a Peter a los ojos durante su corto trayecto, aun cuando hubieron llegado a una pequeña cafetería casi desértica pero algo acogedora y cálida.

Ambos chicos se sentaron junto a la ventana a poca distancia de la puerta, uno frente a otro, aunque poco después Peter se levantó para traer dos cafés para ambos. Eileen miraba por el cristal con su barbilla descansando sobre la palma de su mano y pensando en que probablemente habría denegado tal propuesta de haber sido circunstancias distintas. Distintas. Definitivamente lo eran. Nunca antes había estado en sitio tan calmado, siendo que a donde iba siempre había ruido y emoción. Debía admitir que era un tanto complaciente estar ahí.

—Luces aburrida —comentó Peter cuando regresó y tomó de nuevo asiento, mientras se inclinaba hacia el frente sobre la mesa y la miraba con un toque expectante.

Eileen apartó la mirada del vidrial y la dirigió hacia el chico, entrecerrando los ojos y tomando el café que él le ofrecía en su mano.

—Es cansancio —murmuró—. Tú mismo lo dijiste.

—Sí, bueno. El cansancio no necesariamente nos hace poner cara de aburrimiento. Deberías ver a mi padre, tan cansado de mi pero nunca lo he visto poner esa cara.

Eileen lo miró con un poco de curiosidad.

—¿Cansado de ti? —cuestionó, y Peter apretó los labios, quizá lo había dicho sin pensar y ahora lo lamentaba.

—Olvida eso. Es solo que, el hombre es algo duro de complacer. Es oficial de policía, ya sabes como son esos tipos —se encogió de hombros con indiferencia, y tal vez prisa por cambiar el tema.

Eileen por unos momentos pensó en que estas palabras le sonaban algo conocidas, pero pronto desechó el pensamiento sin poder hallar su origen.

Pronto ambos chicos comenzaron a conversar, Eileen al principio respondiendo en monosílabos y apenas abriendo su boca, pero conforme pasaron los minutos encontró en Peter una extraña confianza, él demostraba un aura atrayente y carismática que le parecía peculiar, pero en el buen sentido, o eso quiso creer. Tal vez en otras circunstancias, con otro chico y en otro momento, habría aprovechado para coquetear con el chico para que él pagara por todo y la llevara a casa. Pero no hoy, no tenía que ir a casa de todas maneras. Y tuvo el presentimiento que Peter tan solo habría continuado su coqueteo sin sentirse en lo más mínimo perturbado o atraído.

Fuera De Guión © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora