Capítulo 6. ¿Después de la tormenta viene qué?

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Math estaba seguro que el hospital era el lugar más aburrido del planeta.

Sus únicas visitas se limitaban a su madre, hermanos (y esto entre comillas, porque realmente ninguno se quedaba por mucho tiempo) y una que otra ocasión de su vecino Charles. El hospital era aburrido y muy frustrante. Además, si añadía a su situación lo mucho que le dolía siquiera intentar moverse lo hacia aún peor. A esas alturas había visto demasiado las películas que el televisor colgado en la pared le mostraba, películas repetidas de la década pasada y cuyos diálogos había empezado a aprenderse.

Era lunes y su madre se había marchado, pues realmente no podía permanecer todo el día a un lado suyo y fue iniciativa de Math decirle que se fuera, ya que en parte también le incomodaba un poco su constante presencia. Así que estaba solo, con el eco de sus pensamientos rondando las cuatro paredes y el televisor apagado.

3 días enteros de estar en aquel lugar estaban rindiendo fruto, el suficiente para que se pudiera incorporar sin tener que torcer sus labios en una horrible mueca, aun así no quería tener que pasar más tiempo hospitalizado, y según había oído no tardarían en darle de alta.

La puerta de su habitación se abrió, y Math alzó la cabeza, sorprendido porque no esperaba visitas y tampoco a ninguno de los doctores (había memorizado sus horarios al grado de saber cuándo ellos entraban a hacer un chequeo). Pero no era ni una cosa ni la otra. Era William, de quien si era sincero ya no se acordaba con exactitud, pero él tampoco parecía hacerlo y no aparentaba estar ahí para una visita ya programada.

—¿No has visto a nadie por aquí? —preguntó William, y solo entonces pareció reconocerlo y su semblante lució sorprendido—, ¿Math? ¿Qué haces en el hospital?

Math frunció el ceño, siendo su turno de sorprenderse.

—¿No lo sabes? —cuestionó con extrañeza—, no hay nadie en la escuela que no lo sepa ya.

—Bueno, he tenido que faltar a la escuela así que digamos que no estoy del todo informado —alegó William, frunciendo el entrecejo.

—Solo fue una pelea. Pero, ¿tú qué haces aquí?

—Busco a alguien —sus ojos demostraban cuan desesperado y preocupado estaba por ello—, por eso pregunté si no habías visto a nadie pasándose que tú supieras. Desapareció ayer por la tarde y no lo hemos visto desde entonces, aunque podría estar en cualquier sitio.

—Eh, no, lo siento, no he visto a nadie. ¿Puedo preguntar a quién buscas?

William frotó su cuello con aires de incomodidad y la comisura de sus labios tiró hacia abajo.

—A mi hermano —contestó algo a secas, con un tono monótono y bajando la mirada—, la policía ya lo está buscando pero igual ayudaría que avisaras si lo llegas a ver, no es precisamente parecido a mi pero lo sabrás reconocer.

Math asistió con la cabeza con cierta lentitud, esperando poder hacer más preguntas, pero William ya había salido de la habitación dejándolo una vez más solo.

Le restó importancia al asunto y decidió que lo olvidaria, pensando en que la probabilidad de que el hermano en fuga del chico hiciera acto de presencia en su cuarto de hospital era de lo más baja. Tomó un libro abierto que su madre había dejado a un lado suyo antes de irse, y comenzó a leerlo aun sin tener el más mínimo entusiasmo por hacerlo.

Era un libro romántico, empalagoso y muy aburrido, pero lo leyó de principio a fin sin dejar de pensar en los absurdos que eran los protagonistas y la trama, sin comprender por qué motivo su madre le tenía aflicción a este género de novelas, o en específico a ese libro.

Fuera De Guión © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora