(TN) siempre había tenido una vida normal, sin contar que sus padres debían viajar mucho por su trabajo y le toca pasar largas temporadas con su tío. Sin embargo, a sus diez años, una mañana se despertó con orejas y cola de gato. ¡Incluso sus colmil...
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—No creo que sea buena idea. —Law fue el primero en intervenir después de que (TN) explicara el mensaje de su amiga Rebecca. Puso los ojos en blanco. Ese estúpido ni si quiera se lo había pensado ni durante un segundo.
—A mí me la suda —añadió Kid—. Aunque sí me apetece una fiesta en la piscina.
—¡Sí! ¡Fiesta, fiesta! —exclamó Luffy, sonriente—. Además, yo sí tengo ganas de contar la verdad a mis amigos.
—Tampoco hace tanto que los conoces —le recordó Law. El pequeño le miró con cara de decepción.
—Torao, aguafiestas —se quejó. El susodicho chasqueó la lengua. ¿Se aprendería su nombre algún día?
—Bueno, pero son amigos de (TN) desde hace tiempo —intervino Nami—, y parecen gente de confianza.
—A mí no me importaría que lo supieran. —El pecoso también estaba de acuerdo—. Creo que guardarían el secreto perfectamente.
—Además, ellos nos podrían ayudar si alguien intenta molestarnos para quitarnos el gorro —explicó la gatita—. Me ha pasado muchas veces durante estos años y hemos salido de la situación por los pelos.
—Por alguien que os molestara y seguro que también por tu torpeza —añadió Law. Ella mostró sus dientes—. Aunque es un punto interesante. Un argumento inteligente por tu parte.
—Que se me den mal las matemáticas no quiere decir que sea tonta, imbécil —gruñó ella, mientras estiraba la pierna para darle una patada en la espinilla.
—Bueno, hagamos una votación —propuso el pelinegro, finalmente.
Dudaba que fueran ese tipo de personas que iba contando secretos por ahí. Además, aunque no tuvieran todavía tanta confianza con ellos, estaba seguro de que guardarían silencio por (TN). Y algo de ayuda no estaba demás. Había situaciones de las cuales era complicado salir por ellos mismos. Una ayudita por parte de otros compañeros que no tuviera pintas raras sería bastante útil.
—¿Votos a favor de contarlo? —preguntó la pelinaranja.
La gatita levantó la mano rápidamente. Tenía ganas de que el resto del grupo lo supiera, y ahora que no estaba sola, ya no tenía tanta vergüenza. Luffy y Ace también la levantaron rápidamente. Kid también se unió, aunque sin mucho entusiasmo. Lo mismo hizo Hancock. Le daba bastante igual, pero si iban a ser de ayuda no le importaba. Nami y Vivi también la levantaron. Law fue el penúltimo en unirse.
—¿Sanji? —preguntó la peli(t/c).
—Por supuesto. Estoy totalmente de acuerdo —respondió el rubio, con tono serio, mientras alzaba el brazo. ¿Cómo iba a negarse a una fiesta en la piscina? Podría ver a todas sus chicas en bikini. La nariz comenzó a sangrarle de repente.
—¡No! ¡Sanji, Sanji! —exclamó Luffy, con desesperación, mientras cogía servilletas y se las ponía en la cara. Parecía mentira que todavía no se hubiera acostumbrado a aquella patética escena.
