(TN) siempre había tenido una vida normal, sin contar que sus padres debían viajar mucho por su trabajo y le toca pasar largas temporadas con su tío. Sin embargo, a sus diez años, una mañana se despertó con orejas y cola de gato. ¡Incluso sus colmil...
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—Oh, vamos (TN), deja que al menos la comida y la decoración sea sorpresa —le suplicó Nami—. Te prometemos que habrá mucho salmón.
—Bueno... Solo que no me quiero quedar aquí sola y aburrida —explicó la susodicha, haciendo un mohín.
—Bonney no puede salir, así que os quedáis juntas —recordó Vivi—. Y creo que a Luffy tampoco le apetecía salir mucho.
—¡Luffy se viene o me quedo yo también! —amenazó Hancock, abrazándose al pequeño pelinegro a la velocidad del rayo.
—Hancock, Hancock... Ven aquí un momento —le pidió la joven de cabello naranja, en tono calmado.
La morena, no del todo convencida y tras pensárselo durante unos segundos, se acercó a su amiga y se alejaron un poco del grupo.
—¿Qué pasa?
—A ver... Si vienes con nosotras de compras y Luffy se queda aquí tranquilo... Puedes sorprenderle trayendo algo para él —explicó Nami—. Le harás muy feliz.
—¡Eso es! —exclamó Hancock, con un intenso brillo en sus ojos claros—. Os acompaño.
Una vez todo organizado, la mayoría del grupo abandonó la vivienda.
La pareja de policías que les vigilaba desde que Bonney apareció, decidió acompañarles de incógnito.
Corazón se quedaba con los otros tres en la casa, así que no habría ningún problema. Todavía no habían detestado ningún vehículo sospechoso o algo por el estilo cerca de la casa.
No se habían percatado de los dos pares de ojos que llevaban varios días observando desde la distancia. Concretamente, desde la terraza del bar más cercano, al final de la avenida.
—(TN)... —le llamaba Luffy, una y otra vez, golpeándole el hombro con la punta del dedo índice.
—¿Qué quieres? —cuestionó la joven, rodando los ojos.
—Vamos a jugar a algo —propuso el pelinegro, que estaba algo aburrido.
La gatita ladeó la cabeza hacia el otro lado del sofá. Su compañera de cabello rosado se había quedado dormida con un trozo de pizza en la mano.
Pizza fría para merendar.
—¿Y qué quieres hacer?
—¿Damos toques al balón? Estoy practicando para ganar a Ace y Sabo —propuso Luffy, con emoción, levantándose del sofá de un salto.
