(TN) siempre había tenido una vida normal, sin contar que sus padres debían viajar mucho por su trabajo y le toca pasar largas temporadas con su tío. Sin embargo, a sus diez años, una mañana se despertó con orejas y cola de gato. ¡Incluso sus colmil...
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—¡¿Queréis salir de una vez?! ¡El baño no es solo vuestro! —exclamó Kid, aporreando la puerta.
—Somos muchas personas en esta casa. No podéis estar ahí el tiempo que os dé la gana —añadió Law, más calmado que el pelirrojo.
—¡Me meo! —se quejó Luffy, mientras se tocaba la entrepierna.
Las dos chicas hicieron caso omiso a los comentarios y súplicas de sus compañeros. Esa mañana de sábado se habían dado u baño relajante juntas, mientras esperaban el tiempo necesario para aclararse la mascarilla del pelo. En aquellos momentos se estaban terminando de quitar unas mascarillas que se habían puesto en la cara.
—Es importante hacer al menos todo esto una vez a la semana —explicó la pelinegra.
—La verdad es que es muy relajante... Y con esta cosa viscosa queda la piel muy suave —comentó (TN), tocándose las mejillas.
—Vamos a la habitación, a ponernos algo de ropa cómoda —dijo la mayor, ajustándose bien la toalla. Su compañera le imito. Esas toallas eran un poco cortas. Abrieron la puerta y se encontraron de frente con los chicos.
—¡Por fin, joder! —se quejó Kid, colándose en el baño e intentando cerrar la puerta. El pie de Hancock lo impedía.
—Mi novio quiere entrar. Apártate de ahí —ordenó ella. El pelirrojo hizo fuerza para cerrar, pero Luffy aprovechó para abrirse paso y escabullirse hacia dentro.
—Creo que deberíamos ayudar a Sanji —comentó Ace, llamando la atención de los presentes. El rubio estaba medio desangrado en el suelo por ver a las chicas tan solo cubiertas por aquellas diminutas toallas.
—Ayúdame a llevar a este idiota a su cama —dijo Law, dirigiéndose al pecoso. Este asintió y lo cogieron entre los dos.
—Vamos, (TN) —dijo Hancock, cogiendo a su amiga de la mano y tirando de ella para ir a la habitación.
Un rato después, cuando el rubio pervertido consiguió recuperarse de su pérdida de sangre, se puso a preparar la comida para todos. El resto prepararon la mesa. Durante la comida estuvieron pensando planes para hacer esa tarde y noche de sábado. ¡Vendrían Robin y Rebecca! Ya hacía unos días que (TN) había contado a todo el grupo, incluido Corazón, que sus amigas le habían estado ayudando a guardar el secreto todos esos años.
No todo era diversión durante el fin de semana. Los jóvenes todavía debían acabar algunos deberes que no pudieron terminar el día anterior. Después de descansar un poco en el salón, se fueron a sus respectivas habitaciones. Los únicos deberes que les faltaban eran los de matemáticas, así que Law se juntó con (TN) para trabajar. Él ya lo tenía todo acabado.
—¿Puedes repetirme esto de aquí? —pidió la chica, mientras señalaba una fórmula con la punta del bolígrafo.
—Sí —contestó el pelinegro, antes de repetir la explicación por tercera vez.