El Eden

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Eran aproximadamente las 9 de la mañana, el sol golpeaba contra el cristal de la camioneta, una enorme casa de podia ver a lo lejos, estaba oculta en una zona de difícil acceso.

El vehículo estacionó frente a un enorme portón dorado y las puertas se abrieron casi al instante. Ingresaron a la propiedad y descendieron del vehículo.

Sandra tomo al niño dormido en brazos y lo bajo de la camioneta. Una mujer de unos 20 años, cabello rubio y ojos azules se aproximo con rapidez.

- Bienvenido - abrazo a Sandra con fuerza.

- Te extrañe - dijo ella entre lagrimas.

- Esta gigante - dijo refiriéndose al niño.

- Creció un poco ¿verdad?  - soltó una carcajada.

- Vamos adentro - la tomo de la mano jalándola hacia la puerta de entrada - incluí algo especial para Francesco - añadió - un sector solo de juegos para él y un pequeño cine - el niño bajo de los brazos de su madre para ver su cuarto de juegos - sabia que le encantaría - dijo orgullosa - tengo algo para ti también - tomo a Sandra del brazo - esta en tu cuarto.

Sobre la enorme cama se encontraba una caja dorada adornada con un moño rojo.

- Adelante, ábrela - dijo la joven.

Sandra abrió la caja y en su interior había un vestido color fucsia adornado con brillos y unos tacones color plata.

- Es hermoso - dijo agradecida.

- Esperaba con ansia que te guste - soltó un suspiro de alivio - literalmente este es un vestido de un millón de dólares - rió.

- Me gusta mucho - rió.

- Espero que al príncipe azul también le guste - soltó una carcajada.

- ¿A que te refieres? ¿Principe azul? - preguntó confundida.

Un hombre de cabello rubio, alta estatura, y enormes ojos celestes salió del armario.

- Pues yo creo que se ve hermoso - dijo sonriendo.

Sandra se dio la vuelta inmediatamente con los ojos llenos de lagrimas. Corrió hacia él y rompió en llanto.

- Esto no es real - dijo - no puede ser real...

- Si no soy real ¿soy un holograma? ¿O es que ya no me quieres? - pregunto el joven.

- Como que no? - tomó su mano - solo que es increíble.

- Increíbles son los desmadres en los que metí para traer a Romeo con Julieta - dijo la joven de cabello dorado - ahora le debo favores a todos los santos, mejor me prenden una vela - bromeó - Cariño - llamó la atención de su prima - ire a ver al niño, me preocupa que haya tanto silencio - se retiró.

- No puedo creer que estes aquí - se aproximo a su acompañante.

- Te necesite tanto en estos años - la abrazo aproximadola hacia él - te necesite a ti y a mi hijo - las lágrimas resbalaron por sus mejillas.

- Yo también te necesite y ahora mas que nunca.

- Yo también te necesite y ahora mas que nunca

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