El viernes llegó y con él la esperada quedada para tomar cervezas y cenar con las chicas.
Había mantenido el contacto con Marina, Amelia y obviamente con Sebas. Ambos no habíamos mencionado nada del beso, ni habíamos acordado volvernos a ver; simplemente nos manteníamos un poco al margen con aquello que nos traíamos entre manos.
Marina me había propuesto quedar para tomar café la tarde que quisiera, ya que ella terminaba al mediodía su jornada laboral en la oficina. Me parecía una propuesta interesante, así también podría sacarle un poco de información de Sebas y asegurarme el terreno que pisaba.
Con Amelia hablaba de temas sin importancia. Nos dábamos los buenos días y empezábamos a hablar hasta las tantas. Normalmente nuestras conversaciones no tomaban un camino en concreto, pero al menos manteníamos la comunicación y sabíamos un poco la una de la otra. Con eso me conformaba con tal de no alejarme de ella.
Fue en el momento en el que abrochaba mis pantalones cuando mi móvil sonó y en él entraba un mensaje donde Amelia acordaba la hora en la que recogerme para ir al bar.
Eran las 7 de la tarde y tenía justo media hora para alisarme el pelo y maquillarme un poco, sin pasarse.
- Mamá, hoy no cenaré en casa -le informé a mi madre mientras bajaba los peldaños de la escalera.
- ¿Dónde cenais hoy? -se interesó mi padre sentado en el sofá del salón.
- Vamos a ir todas las chicas a casa de Amelia. Hay fútbol en el bar y los chicos prefieren quedarse allí.
- ¿Amelia es la chica tan guapa que te recogió en moto? -preguntó mi padre.
- Esa es, papá -sonreí mientras terminaba de pintar mis labios frente al espejo de la entrada. -Veo que estuvisteis atentos.
- No todos los días a uno se le llevan a su hija montada en moto -bromeó él.
- Pues a partir de ahora se la llevaran bastante -interrumpió mi madre sacando un par de refrescos al porche. -Venga, que nosotros también tenemos nuestro propio partido.
Ambos seguimos a mi madre hacia el exterior y comprobamos que la mujer había montado una típica mesa de picoteo con resfrescos incluidos.
- Si nosotros no vamos al fútbol, el fútbol viene a nosotros -continuó encendiendo el portátil y apoyándolo en la barandilla que rodeaba el porche. -Creo que este partido te va a gustar.
Mi padre y yo miramos fijamente la pantalla y comprendimos que mi madre había buscado el partido de fútbol que se iba a restransmitir por la televisión de pago. Había montado su propio bar allí mismo en el porche con tal de hacer sentir bien a mi padre.
- ¿Aquella no es tu amiga, Luisi? -preguntó mi madre tras divisar a Amelia acercarse hacia mi jardín. -¡¡Amelia!! -la llamó ella con total confianza sacudiendo su mano. -¡Pasa!
Una Amelia con paso firme y sonriente abrió la puerta que delimitaba mi jardín y tras dar unos pasos por el caminito de arena que llevaba hasta mi porche, se acercó donde nos encontrábamos.
- Hola -saludó ella con su mano y un semblante tranquilizador.
- Hola -le sonreí. -Recojo mi bolso y vamos.
- Tranquila, no hay prisa -se disculpó ella educadamente.
- Claro que no, Luisi -interrumpió mi padre. -¿Te gusta el fútbol, Amelia? Va a jugar el Madrid y mi Manolita me ha montado aquí el bar donde vais.
- Ufff... -suspiró ella entre risas. -No soporto al Madrid y cuando juega soy incapaz de ver un partido suyo a no ser que juegue contra el Atleti.
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× Sin Saberlo × [Luimelia] 🌙
FanfictionTras el accidente de su padre que cambiará su vida, Luisita baraja la posibilidad de que, trasladarse de nuevo al pueblo donde tantos veranos ha pasado, tampoco es tan mala idea. ¿Quién dijo que las segundas oportunidades nunca fueron buenas?