XVIII

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Desperté con un sabor raro inundando mi boca. Me sentía sedienta y con miles de recuerdos paseándose vagamente por mi mente, recordando paso a paso que pasó la noche anterior.

Amelia, desnuda, se había deslizado por mi cuerpo con una facilidad nata. Sus manos, suaves, acariciaron palma a palma cada hueco de mi cuerpo, haciéndolo suyo.

Yo, mientras tanto, memorizaba con las puntas de mis dedos cada una de sus pecas, para así, en momentos como ahora, no olvidar como me hizo pasar la noche.

Había salido todo sin planearlo. Como tenía que ser y en el momento que tenía que serlo. Estaba nerviosa, sí, pero Amelia era ese tipo de persona que solo con mirarte podía relajarte y hacerte comprender que no tenía porque pasar nada, que todo estaba bien tal como estaba.

Nos despedimos casi a la madrugada, con la impotencia de no poder disfrutar más de ella y de esa noche que habíamos formado. Era demasiado pronto como para dormir con ella toda una noche y aunque había insistido en que me quedara, yo sabía que no estaba bien y, la imagen de mis padres comprobando las horas que eran y que no había regresado a casa, me hacían admitirlo más aún. Así que cuando Amelia emprendió su camino de vuelta a casa con la moto, comprobé que aquello creó en mi una necesidad de volverla a ver día tras día.

Y ahora, unas horas despúes, seguía con la misma necesidad.





Bajé los peldaños de mi escalera con tranquilidad, frotando mi mente para recomponerme de todo aquello. Mis padres habían decidido pasar el día fuera. Ya que mi padre no había salido casi a la calle, llenaron el coche de sus principales necesidades y ambos tomaron rumbo hacia un pequeño paraje en medio de la montaña que había encontrado mi madre anteriormente por el mapa.

- ¿Y ahora que me hago yo para comer? -pronuncié en voz alta esperando así encontrar la respuesta.

Abrí la nevera y, como había temido, mi madre no había dejado nada preparado y tampoco había ni rastro de las sobras de la cena.

Volví al salón y me dejé caer en el sofá, necesitaba un poco de relax para poner en marcha mi plan culinario para esa mañana. Decidí que buscar algo por internet, alguna receta práctica y poco complicada, tampoco iba a ser difícil, así que móvil en mano me dispuse a iniciar la búsqueda.

Todo precisaba de ingredientes de los que tal vez no disponía y opté por una ensalada rápida y saludable.




Cuando salí del buscador de internet donde había estado en busca del plato de comida que alegraría mi estómago aquella mañana, decidí darme un paseo por las redes sociales para cotillear un poco como estaba yendo la vida fuera de Pastrana. Hasta que di de pleno en una publicación de Amelia.

 Hasta que di de pleno en una publicación de Amelia

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Sin darme cuenta Amelia había retratado el momento en el que nos sentamos frente a la piscina a hablar de nuestras cosas la noche anterior. Sonreí casi al momento. Si no fuese por mis pintas y la botella de alcohol vacía a mi lado, incluso sería bonita la imagen, pero el hecho de ser fotografiada por ella y guardarme en el carrete de su móvil me pareció hasta tierno.



× Sin Saberlo ×  [Luimelia] 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora