Cuando noté que Amelia minoraba la velocidad, destensé un poco mis brazos que la rodeaban y entreabrí los ojos para enfocar el lugar donde nos encontrábamos.
Me encantaba cerrar los ojos y dejarme llevar por la velocidad que creaba la morena sobre su moto, el aire mecía el pelo restante que sobresalía por la parte baja de mi casco y, eso, me daba una sensación de libertad junto al cuerpo de Amelia que me protegía.
- Ya hemos llegado, Bella durmiente -rió la chica mientras desabrochaba su casco y yo me despegaba despacio de su espalda.
- Nunca pensé que me iba a gustar tanto ir en moto.
- ¿Por qué no? -se preguntó ella mientras me ayudaba a bajar de su vehículo.
- Bueno, digamos que tengo algunos fantasmas del pasado que no me dejan disfrutar de algunas cosas -solté yo de carrerilla.
Desabroché mi casco y lo hice deslizar sobre mi cabello ante la atenta mirada de Amelia que no entendía nada.
Ella acomodó bien su ropa a su cuerpo y decidió continuar con el jersey puesto antes de entrar al restaurante.
- Cuando te apetezca hablar de fantasmas, soy toda oídos. Adoro lo paranormal y fantasioso -sonrió restándole importancia.
Peiné un poco mi pelo con los dedos de una mano y sentí como el roce de las falanges de Amelia entrelazaban su mano con mi otra mano que descansada a un costado.
Fijé mi vista hacia el suelo y vi como efectivamente la morena había decidio que, llevarme de la mano hacia el interior del sitio donde íbamos a cenar, no era tan mala idea.
- Buenas noches. Teníamos una reserva a nombre de Amelia Ledesma -informó ella a un apuesto camarero que vestido de frac esperaba en la entrada del restaurante.
- Síganme, por favor -nos indicó él abriendo la puerta y dejándonos paso al interior.
El local, increíblemente presentable, estaba repleto de gente que gozaba de unos platos culinarios dignos de obras de arte. En ellos se podía observar como un chef había disfrutado libremente de la presentación de sus platos.
La gente estaba distribuïda en pequeños reservados donde, mamparas de bambú, limitaban cada espacio dejando así la intimidad que cada uno esperaba.
El aire de aquel local olía a una mezcla de incienso dulce y toques saladas del aroma que desprendían aquellos magníficos platos.
- Tienen la mesa sweet, señorita Ledesma -informó el chico presentándonos nuestro reservado. -¿Es así? -preguntó para asegurarse que ninguno de sus compañeros se había equivocado tomando nota.
- Así es. -contestó Amelia con un tono dulce seguido de una sonrisa que cautivaba. -Muchas gracias.
Nos acercamos a un pequeño tatami con varios cojines alrededor y deducí que íbamos a cenar sentadas en el suelo sobre esos pequeños almohadones, algo que no me importó y que despertó cierta curiosidad en mi.
La intimidad se apoderó del lugar cuando el camarero, amablemente, deslizó la pequeña puerta de bambú y papel e hizo de aquel pequeño habitáculo algo más nuestro de lo que podíamos recrear.
- Que bonito todo, Amelia -confesé un tanto avergonzada mientras descalzaba mis pies imitando a la morena.
- ¿Te gusta entonces? -preguntó ella emocionada.
Amelia, con gesto lento, se sentó en un extremo del tatami con las piernas entrelazadas y cuando yo imité su misma postura ambas quedamos frente a frente en silencio.
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× Sin Saberlo × [Luimelia] 🌙
FanfictionTras el accidente de su padre que cambiará su vida, Luisita baraja la posibilidad de que, trasladarse de nuevo al pueblo donde tantos veranos ha pasado, tampoco es tan mala idea. ¿Quién dijo que las segundas oportunidades nunca fueron buenas?