Desperté con una sonrisa de parte a parte de mi cara. Hacía menos de 12 horas que había besado a Amelia por última vez y esa misma noche, en la cena con todos en su casa, la iba a volver a ver.
Habíamos decidido no precipitarnos en nada; nos veríamos cuando quisiéramos, sin estar obligadas a hacerlo todos los días. No íbamos a poner ninguna especie de etiqueta a lo que éramos y, para los demás, seguíamos siendo unas amigas más. Al menos, por el momento, las cosas estaban bien así.
Acaricié mi labio inferior recordando como Amelia lo había atrapado entre los suyos una vez tras otra. Sonreí casi de inmediato.
Me había tratado tan bien la noche anterior y había respetado tanto mis decisiones, que sentía algo de temor al pensar que estaba siendo todo demasiado bonito.
Me revolví un poco por mi cama en busca de mi móvil, para asegurarme de contestar todos los mensajes y me llevé una pequeña decepción al comprobar que todos eran de Candela y algún que otro del grupo del antiguo instituto.
Estiré mis piernas y tras bostezar exageradamente, me levanté de un salto de la cama.
Esa mañana había decidido limpiar un poco la casa y ocuparme de la compra por el pueblo. Así que, tras desayunar y limpiar el salón, me di una rápida ducha y me vestí con ropa cómoda para dirigirme hacia la verdulería.
Fue justo en el momento que pisé los adoquines del pueblo cuando mi móvil sonó, mostrando en la pantalla un número largo y desconocido para mí.
- ¿Sí? -respondí la llamada.
- Buenos días. Me gustaría hablar con Luisa Gómez. -contestaron a la otra parte del teléfono.
- Sí, soy yo.
- ¡Hola Luisa! Mi nombre es Benigna. Soy la regidora de turismo y tiempo libre de Pastrana. Te llamo porque hemos visto las fotos que nos mandaste. ¡Hija mía que nos han encantado!
- Ay sí, Benigna. -reí. -¡Pues que bien!
- Era para saber si podrías pasarte el lunes por la mañana por el ayuntamiento. Así te hacemos una pequeña entrevista. Por protocolo más que nada, ¡que en este pueblo tienen la lengua muy larga!
- Sí, claro que sí -acepté reprimiendo mi risa. Aquella mujer era de todo menos seria y formal.
- Perfecto, guapísima. Pues el lunes... A las... ¿Diez y media? ¿O eres de dormir hasta tarde?
- No, no, me va bien así.
- Perfecto, guapísima. Pues cuando llegues te tomaran nota y ya te reúnes conmigo y el alcalde. Yo soy Benigna y él se llama Justo. No te pongas nerviosa que será una entrevista como la que te hacen tus padres antes de salir de casa. -esta vez no pude aguantar reírme.
- Muchas gracias, Benigna. Pues nos vemos el lunes -me despedí.
- Nos vemos el lunes, bonica. Buen fin de semana.Colgué aquella extraña llamada y me reí imaginando a la típica señora mayor, con su cardado y sus vestidos de flores, enterándose de todos los cotilleos del pueblo, para luego, contárselos a todas sus amigas con las que juega al dominó cada fin de semana.
Volví a emprender mi camino hacia la tienda. Quería darme prisa con toda la compra, ya que se acercaban las horas claves donde más calor hacía al medio día.
4 tomates, 1kg de patatas y un puñado de garbanzos era todo lo que necesitaba y, cuando todo estuvo metido en la bolsa, volví por el mismo camino que había recorrido desde mi casa en sentido contrario.
- ¡Luisi! -escuché una voz femenina a mis espaldas.
Di media vuelta sobre mi cuerpo para encontrar la dueña de esa voz y vi como Jose, vestida con una bata del cole y llena de pintura, salía del kiosko que quedaba más próximo.
- ¡Hola guapa! -saludé acercándome a ella.
- ¿Comprando? -se interesó ella.
- Pues sí, un par de cositas que nos hacían falta en casa. Y tú, ¿que haces por aquí?
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× Sin Saberlo × [Luimelia] 🌙
FanfictionTras el accidente de su padre que cambiará su vida, Luisita baraja la posibilidad de que, trasladarse de nuevo al pueblo donde tantos veranos ha pasado, tampoco es tan mala idea. ¿Quién dijo que las segundas oportunidades nunca fueron buenas?