Capítulo 1

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Cuando Volkov se enteró de que Horacio estaba en la federal, técnicamente el muchacho ya llevaba una larga semana como recluso. No le sorprendió el hecho de que hubiera sucedido algo, pues Volkov había dejado de encontrarse a Horacio por los pasillos del edificio en el que ambos vivían y tampoco había coincidido en sus turnos en comisaria. Durante todo aquel tiempo había intentado convencerse de que Horacio simplemente le estaba evitando a toda costa, pero sin duda todo cobró sentido cuando entendió que le habían arrebatado su libertad al de la cresta.

Dejó transcurrir unos días más con la convicción de que aquella información en sus manos no debería tener ningún tipo de efecto en él. Definitivamente Gustabo era el tipo de individuo que no le agradaba, sin embargo el sentimiento de culpa crecía cuando se trataba de Horacio. Había sido sincero con él y aunque podría dar la sensación de que el comisario era una persona totalmente hermética, había sido capaz de abrirse un ápice con el pelirrojo.

No había confesado su pasado, pero si le había comentado que la consecuencia de ser más frío que el hielo a día de hoy era por sus experiencias. Había prometido que le protegería porque lo consideraba parte de su familia como al resto de policías y sobretodo, había bajado su guardia en el funeral de Torrente.

Así que tras una larga incertidumbre, Volkov se había atrevido a pisar la federal para hablar con Horacio. Realmente no tenía nada en específico que decirle, porque realmente ni siquiera sabía el motivo exacto de porqué los muchachos estaban encarcelados: Había escuchado rumores sobre que Gustabo le había dado una paliza a un civil en plena comisaria cuando estaba de servicio, pero Volkov no era el tipo de persona que preguntaba a los demás por esa información de tipo personal y obviamente, nadie había ido a decírselo directamente tampoco.

Había tenido que entregar su arma para entrar a la sala de visitantes, así como había sido cacheado para descartar que fuera un individuo sospechoso. El ruso siempre daba la impresión de que nada le afectaba y aunque la imagen que ahora transmitía era la misma, sentía cierto nerviosismo en su interior que solo empeoró cuando en el otro lado del cristal apareció Gustabo y no Horacio. Confuso tras las gafas de sol que nunca se quitaba, observó como el preso tomaba asiento y tomaba el teléfono de la pared para comunicarse, Volkov hizo lo mismo.

-Horacio no quiere verte. – Gustabo fue tajante y no aportó ningún tipo de explicación. Los ojos azules de aquel hombre eran lo suficientemente penetrantes como para advertir a Volkov que lo mejor que podía hacer era largarse.

-Entiendo. – Una respuesta breve para un mensaje claro.

Mientras que el comisario se alejaba para dejar el edificio, el rubio simplemente se cruzó de brazos comprobando que así era y portando una sonrisa en su rostro que nada bueno traería consigo.

Aquel día Volkov durmió mal. Era algo que era frecuente para él, pero en ese caso no pudo apartar la mirada del techo de su habitación mientras que su mente se perdía pensando en si podría haber actuado de otra forma. Finalmente acabó en los brazos de Morfeo por simple cansancio.

Volkov era muy hermético con todo lo que involucraba su vida personal y era evidente para sí mismo, que no hubiera comentado a nadie su visita a la federal sin éxito alguno. Siguió sin saber porque los muchachos estaban recluidos y sinceramente, no iba a preguntárselo al superintendente. Y lo más importante era que sin la presencia de aquellos dos alumnos, la comisaria estaba mucho más lúgubre y en gran medida se debía al mal humor de los oficiales que se debía a la perdida de sus compañeros, sin que hubieran actualmente novatos con una personalidad fuerte para contrarrestar ese desanimo general.

Más de lo que conoces (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora