Capítulo 17

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Volkov no era capaz de definir lo que se encontraba a su alrededor, era como un mundo infinito en el que solo podía ver color blanco y ningún detalle que sobresaliese. Al principio escuchó una voz, pero no supo descifrar las palabras y decidió acercarse al origen para escuchar mejor.

-Todavía no es el momento indicado para reencontrarnos. – Y en todo ese mundo vacío, Volkov pudo reconocer la figura de Ivanov. – Te están esperando, debes volver.

Quiso responder, quiso preguntar muchas cosas, pero de repente aquella imagen se esfumó al recuperar su conciencia, pero desgraciadamente Volkov estaba demasiado cansado y su cuerpo sentía un dolor punzante en distintos lugares; ni si quiera tuvo fuerzas suficientes como para abrir los ojos. Solo supo distinguir que estaba en algún lugar en el que se sentía mucho más cómodo que el frío y duro suelo del polígono en el que había estado amordazado, pero no importaba, eran datos que tampoco podía valorar por el agotamiento que estaba sufriendo. Se quedó dormido pocos minutos después de recobrar la conciencia.




No supo cuánto tiempo pasó descansando hasta la siguiente vez que fue consciente y sí tuvo las fuerzas necesarias como para abrir los ojos; a su alrededor distinguió la blanca habitación de un hospital en la que nadie estaba esperando su despertar. Una vía estaba conectada a su brazo, pero desconocía el contenido del líquido de la bolsa que colgaba de uno de los postes y que iba a parar dentro de su cuerpo. Cuando Volkov intentó acomodarse un poco mejor en su cama, todo su cuerpo le dolió como si le estuvieran pateando y era imposible obviar los recuerdos de los días anteriores.

La primera persona en entrar en la habitación fue un enfermero que, al ver que Volkov había recobrado la consciencia después de su ingreso, llamó al doctor que se encontraba en planta para que le hiciera un chequeo. Como si no existieran más doctores en el hospital, apareció el Dr. Muerte, confirmándole que estaba progresando positivamente pero tendría que quedarse unos días más ingresado. No le agradaba la idea, pero no tenía fuerzas suficientes como para llevar la contraria a nadie. Más tarde descubriría que el extraño doctor con aquella calavera tatuada en el rostro, en realidad no era un médico cualquiera, sino que era un alto cargo y quizás comprendía mejor que fuera él quien siempre apareciese.

El tercero en aparecer en la habitación fue Conway, con cara de mal genio y con ganas de encenderse un cigarrillo, pero cuando se percató que estaba en un hospital, guardó el mismo en la cajetilla del cual lo había tomado. - ¿Cómo te encuentras?

-Vivo, mucho más de lo que otros pueden contar. – Volkov cerró los ojos. – Si no fue una alucinación... Fue usted quien me sacó del edificio, ¿verdad?

-Así es.

La conversación no se desarrolló mucho más en ese punto; Volkov estaba demasiado cansado como para gastar palabras en vano y Conway, por alguna razón u otra, estaba molesto y simplemente miraba por la ventana de la habitación. Pasaron unos largos minutos en un silencio algo incómodo hasta que el superintendente volvió a mediar palabra.

-No tiene por qué ser en este preciso momento pero te tengo que tomar declaración de lo ocurrido.

-Puedo hacerlo ahora. – Volkov no buscaba compasión, por mucho que su aspecto en esos momentos probablemente fuera lamentable. Quizás era positivo que no pudiera verse a sí mismo.

Comentó que los tipos que le habían secuestrado lo habían hecho desde un punto ciego, que no pudo ver a ninguno de ellos ni en el vehículo en el que lo transportaron hasta el polígono. Que él no era el objetivo principal sino que era Conway, desconociendo el motivo por el cual le buscaban, pero que probablemente fuera venganza. Al no poder ser usado como cebo, procedieron a torturarle físicamente para que les diese información relevante, pero al no funcionar, solo reaccionaron más agresivamente.

Más de lo que conoces (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora