Capítulo 9

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Efectivamente, Horacio acabó mudándose en las semanas siguientes, justo cuando encontró una casa en el norte que no parecía demasiado destartalada y lo suficientemente cerca como para considerar a Greco su vecino. Volkov no podía opinar demasiado en primera persona, pues no había podido acompañar a Horacio a ver la casa en cuestión porque últimamente sus horarios no coincidían lo más mínimo: Horacio se había mantenido en el turno de día, mientras que Volkov había tenido que pasar al nocturno para suplir una falta importante de oficiales en esas horas.

Prácticamente cuando uno se iba a dormir, el otro se despertaba y fue una jodienda porque Volkov no pudo ayudar a su chico en la mudanza, lo cual le molestaba más al saber que él no tenía un coche propio para mover sus cosas. Le alegró saber que se había integrado lo suficiente en la malla como para que los compañeros le ayudasen con la mudanza, pero existía ese orgullo de que le hubiera gustado ser él quien le hubiera ayudado personalmente.

Los turnos imposibles de coincidir y que no vivieran en la misma zona había afectado a que se vieran simplemente en los pasillos cuando cambiaban de turno y que su relación se hubiera trasladado principalmente a mensajes por el móvil. No le molestaría en absoluto aquel hecho porque lo atribuiría que la vida adulta era de aquella manera, pero había un detalle más por el cual no se estaban viendo y le molestaba en particular: Gustabo recientemente había salido de la federal y muchas veces que podrían verse en un descanso, Horacio priorizaba a su amigo.

En parte podía entenderlo, Gustabo había sido su amigo toda su vida y siempre habían estado juntos, pero por otra parte su instinto interior le decía que no podía fiarse de Gustabo y al final, dirigía su molestia hacia ese hombre. Era la primera vez que Volkov veía que la relación con Horacio se estaba enfriando y lo peor de todo, es que no sabía bien si tenía alguna forma de evitar ese proceso. Intentó no darle demasiadas vueltas al asunto, recordando aquellas palabras con la voz de Horacio que le había expresado en el pasado.

Aquel día Volkov había llegado antes de tiempo a comisaria, pero él no era un hombre conocido por ceñirse a las horas de trabajo y cumplirlas de forma estricta. Todo el mundo conocía que el comisario se quedaría haciendo horas de más por el simple hecho de que hubiera un informe sin finalizar, así que tampoco era extraño verle entrar antes de hora. No lo veía como "regalar" horas que no iba a cobrar, simplemente Volkov era la clase de hombre que hacía su mayor esfuerzo para cumplir con éxito su trabajo.

Sin embargo, quizás ese día hubiera sido acertado llegar a la hora exacta que su horario marcaba. El primer indicador de que no era un buen día fue escuchar desde el rellano de las oficinas los gritos del superintendente, es decir, no estaba de buen humor, pero tampoco era un dato relevante pues aquel hombre a la mínima respondía mal. El momento en el que llamó su atención fue cuando escuchó una familiar, sin saber ubicar de qué, contestar igual de mal al superintendente: Se iba a liar, definitivamente.

Por curiosidad o simplemente porque a ningún agente novato acabase teniendo que sufrir la ira de Conway por estar en el lugar menos indicado, decidió salir de su despacho pero no fue necesario llegar a entrar en el despacho de su superior porque de camino se encontró a Gustabo enviando a Conway a la mierda y dirigiéndose al exterior del edificio. Genial.

-¿Qué coño haces ahí parado sin hacer nada? Si no tienes nada mejor que hacer, tramita la baja de ese subnormal del cuerpo de policías. – A pesar de que el superintendente estaba dentro del despacho, tenía un ángulo de visión suficiente para ver a Volkov desde allí.

Cualquier tipo de contestación probablemente solo enfurecería más al otro hombre, así que el ruso asintió el rostro y sin más dilación realizó la nueva tarea asignada. Conway no tardó demasiado tomar un paquete de tabaco de encima de la mesa para irse del despacho sin decir nada, dando un portazo como si no hubiera sido evidente que se había marchado de la sala.

Más de lo que conoces (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora