Fuegos Pirotécnicos C24 🎆

27 11 0
                                    

—Corazón, despierta, ya es hora —dijo mi madre al acariciar mi cabello mientras despertaba.

—Gracias, ma —respondí, aún adormilado.

—Te dejo para que te arregles, te amamos, hijo —dijo mi madre al cerrar la puerta.

Ramilletes, corbatas de seda, nudillos de plata, zapatillas brillantes, vestidos, trajes de ocasión, perfumes de etiqueta, eran los complementos necesarios para disfrutar nuestro primer baile universitario.

Aquel traje negro que siempre ocupaba en las fiestas se quedaría en el ropero y abriría un nuevo ciclo con tonalidad gris oxford, como los momentos que hoy son de ese color, grises, y una corbata de color morado, fue entonces cuando me observé en el espejo, podía ver ese semblante de felicidad que todos decían que tenía, terminé de colocarme el saco y tomé de mi mesa aquella estuche de cartón, que me entregó el día anterior, para colocarme el broche del lado derecho en la parte superior del saco, se miraba perfecto. Al salir de la habitación y bajar las escaleras, ya me esperaban mis padres con una cámara fotográfica en mano, no me salvaría de aquel momento que sería guardado para la posteridad familiar, momento que afortunadamente no nada más viví yo, pues después de unas cuantas fotografías, observé mi reloj y faltaban tan solo tres minutos para que dieran las 19:40.

—¿Ya terminaron de tomar las fotos? Debo irme —dije, un poco ansioso.

—Una más  —dijo mi padre.

—¿Por qué tanta prisa? Ya tienes vehículo, no llegaras tarde  —respondió mi madre.

—No lo llevaré, Martín pasará por mí en la esquina.

—¿Y por qué no lo llevarás?

—Porque no tiene caso que yo solo vaya en el vehículo logrando ir con mis amigos comodo en uno solo.

—Tienes razón, anda, ya vete  —dijo mi padre mientras me daba un fuerte abrazo.

—Diviértete, hijo, que todo te salga bien. Por cierto, es muy elegante el broche que portas —dijo mi madre mientras lo tocaba.

—Gracias, ma —respondí mientras caminaba hacia la puerta, rogándole a Dios que no surgieran más preguntas respecto al broche.

Una vez fuera, saqué mi celular para revisar si no había algún mensaje o llamada perdida, y caminé hacia la esquina, ahí se encontraba él, fuera de su automóvil, con un traje azul marino que hacía juego con su camisa blanca, que portaba algunos detalles de bordados en la parte de delante y una corbata de líneas onduladas de diversas tonalidades de azul, su perfecta barba no podía faltar, aún recuerdo cómo me miró mientras me acercaba a él, podría jurar que estaba verdaderamente enamorado de mí.

—¿Estás listo? —dijo.

—Sí —respondí acercándome a él.

—Te ves extraordinario —susurró a mi oído una vez que estaba a escasos centímetros de su boca, alejándose de mí para subirnos al automóvil.

Y así fue como comenzó una noche que cambiaría por completo nuestros días. Cuando estábamos llegando a la universidad, observé que había una gran cantidad de personas llegando, la pirotecnia y la música que se escuchaba hicieron su magia, los chicos no dejaban de caminar por la alfombra roja rodeada por cubos de vinil de donde brotaba agua iluminada de diversos colores cada minuto, colocados en pequeños estanques que tenían lirios acuáticos.

Al bajarme del auto, los destellos de los reflectores que estaban a unos cuantos metros generaron que empezará a tronarme los dedos, Hosmar se colocó a mi lado mirando hacia todo lo que nos prepararía esa noche.

—Una noche perfecta, ¿No crees?  —dijo al mirarme.

—Sí, eso parece —dije sin poder evitar seguir tronando los dedos.

—Entonces no hay nada de qué preocuparse, tranquilo —respondió, tratando de calmar mis nervios.

Traté de tranquilizarme, saqué de mi bolso el celular, llamaría a los chicos para saber si ya estaban dentro o aún se encontraban fuera. Estrella, Luz, Rosalin y Fátima, mandaban a buzón. ¡Por favor  Martín, contesta!

—Ernesto, ¿dónde estás? —dijo con voz fuerte una vez que contestó, al parecer estaba cerca de la entrada, ya que escuchaba claramente la música.

—Estoy por el estacionamiento, ¿estás con las chicas?

—Sí, estamos todos aquí, justo debajo de la señal de alto

—Ok, ya vamos para allá.

—Acá los esperamos.

Colgué, era fácil encontrarlos con esa referencia.

—¡Ya sé dónde están! —dije.

—¿Qué esperamos?, ¡vamos ya! —respondió Hosmar.

Caminamos entre la multitud, sin separarnos el uno del otro, hasta llegar al anuncio, ahí estaban mis chicos, elegantes y entusiasmados cada uno de ellos.

Las chicas pareciera que se habían puesto de acuerdo al llevar vestidos per en diferentes tonalidades y estilos, Estrella portaba uno de color amarillo, Luz luicia un vestido blanco y gargantilla dorada, Rosalin portaba un vestido de color moka, mientras que Fátima el color azul cielo, combinaba muy bien con el traje azul cielo con rayas blancas y parches cafés en las coderas del saco que portaba Martín.

—Qué guapos se ven —dijo Rosalin al vernos.

—Uy, y los dos traen un broche —dijo Luz algo emotiva.

—Gracias —respondió Hosmar, con una gran sonrisa.

—Bueno, ya estamos todos, ¿entramos? —dijo Martín, se miraba un poco nervioso.

—Me parece perfecto —respondió Fátima mientras tomaba el brazo de Martín—. Rosalin y yo nos tomaremos contigo la foto de entrada —remarcó.

—Como ven, yo que venía solo y hasta con dos citas iré —dijo Martín fanfarroneando un poco.

—Aplácate, Casanova, que solo es para entrar —dijo Rosalin al tomarle el otro brazo.

Y así partimos hacia la alfombra roja, las fotografías no cesaban; sin embargo, él y yo seguimos caminando juntos. Cuando llegó nuestro momentopara aquella fotografia, no dudó en rodear con su mano derecha mi espalda colocando su mano sobre mi hombro, como si fuéramos dos amigos a los que no les importara ir juntos al baile. 

Al entrar a la cancha, todo se miraba majestuoso, tal y como lo había imaginado, el techo parecía millones de estrellas iluminando la noche, velas colocadas en enormes pedestales y lienzos de tela colgando con follajes verdes, los adornos de mesa eran grandes peceras donde había dentro lirios de color blanco y morados, con algunas velas flotando, daban un ambiente romántico al lugar.

Vuelve a mí. (book 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora