Confesiones C26 💭

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Nuestros pasos se acoplaban bien, pareciera que siempre habíamos tenido la oportunidad de hacerlo juntos.

—¿Esta era la sorpresa que me tenías? —pregunté.

—En parte —respondió, sin dejar de mirarme.

—¿Aún hay más?

—La noche es larga, amor.

Cuando terminó aquella canción que marcaría por siempre nuestra historia, todos se quitaron sus vendas y fue entonces cuando lo besé, aún se encontraban las luces tenues. Estrella y Luz se acercaron a nosotros para felicitarnos, la música siguió, cambiando a un ritmo más roanrolero, fue que decidimos irnos de nuevo a sentar, mientras Estrella, Luz y Fatima se quedaron en la pista, nada podría ser más perfecto.

Al cabo de varias horas de diversión, el baile estaba a punto de llegar a su fin, Menes anunció la última canción.

Fue cuestión de minutos en que todo acabara. Siempre llevaré en mi mente cada uno de estos momentos, Rosalin y Martín cantando, Fátima bailando en la pista, Estrella y Luz, felices juntas y, Hosmar y yo, bailando juntos por primera vez.

Esperamos que cada uno de los integrantes de la banda se fueran, el director no dejó de felicitarnos al despedirse y, cuando todos estábamos fuera, listos para cerrar, observé por última vez lo que quedaba del baile, sin duda la garrapata de Raquel y la güera oxigenada no podían con su rabia.

—Chicos, nosotras nos vamos, descansen —dijo Estrella despidiéndose de nosotros con un beso en la mejilla.

—Yo también, chicos, los quiero, cuídense, y felicidades tortolitos —dijo Fátima.

—Yo también los dejo, me salió una admiradora y ni modo de no agradecerle sus aplausos —dijo Martín vacilando.

—Pero antes de agradecer me llevas a mi casa —dijo Rosalin a Martín, mientras se despedía de nosotros con un beso en la mejilla.

—Claro, jefa, lo que ordene —respondió a Rosalin, mientras se marchaba hacia el vehículo para abrirle la puerta a su nueva conquista.

—Solo quedamos tú y yo —dijo Hosmar, mientras me tomaba de la cintura y me daba un beso en la frente.

—Sí, solos tu y yo.

—¿Listo para tu siguiente sorpresa? —preguntó mientras me levantaba unos cuantos centímetros del piso para girar a trecientos sesenta grados.

—Listo.   

     —Listo.

Subimos al vehículo. Condujo unos cuantos kilómetros y pude reconocer el camino hacia nuestro primer escondite, sabía que iríamos de nuevo al hotel. Sin embargo, cuando lo dejamos atrás, lo miré desconcertado.

—Esta noche amerita algo especial —respondió mientras sostenía mi mano.

No quise preguntar, empezamos a doblar en diferentes cruces, todo estaba solitario, a lo lejos podía ver algunas luces.

—Ya vamos a llegar —dijo Mientras apretaba mi mano.

Cruzamos un arco de rocas, seguido de un camino de piedras, pasaríamos lo que quedaba de noche en una cabaña. Al entrar, observé que en su interior todo era rústico, había cientos de velas que iluminaban perfecto el lugar.

—¿Te gusta? —preguntó un poco inseguro.

—Sí, es perfecto. 

Me miró como si nunca hubiéramos tenido la oportunidad de hacerlo, llegamos aquella cálida cama, él quedó enfrente de mí. Lo besé, sus labios recorrieron mi cuello, no podía evitar reír, su barba me hacía cosquilleos. hasta quedar envueltos en las sábanas de aquella cama haciendo el amor hasta perder la razón.

Al terminar me coloqué en su pecho, no me cansaría jamás de observarlo.

—Mi presente y mi futuro, eres tú —dije mientras el miraba el techo. El Volteo su rostros, buscando mi mirada, podía ver el brillo es sus ojos—. Tú eres mi presente y mi futuro, Hosmar. 

—Me agrada saberlo —respondió mientras con su mano derecha rodeaba mi espalda.   

No tardó en vencerme el sueño quedando dormido en su rezago, sin embargo, él seguía despierto, no lo pude percatar.

—Ernesto, tengo que decirte algo… pero tengo miedo a que no lo comprendas y, antes de decírtelo, quiero que sepas que eres mi vida y por ti lo doy todo.

Al no obtener respuesta, me miró, desafortunadamente estaba dormido para haberlo notado y escuchado, así que solo me abrazó para que amaneciese entre sus brazos.

Al despertar por la mañana, seguíamos acurrucados, observé su rostro mientras dormía, sin duda sería la mejor forma de despertar cada día. Después de unos segundos, despertó estirando sus brazos y piernas.

Nos levantamos de la cama para irnos a la regadera, los juegos ahí dentro generaban caricias que nos llevaron de nuevo a pedir el calor de nuestra piel, al salir fui a buscar la ropa que estaba al lado de la cama.

—¿Por qué te vas a poner esa ropa de nuevo? ¿Acaso hay otro baile?  —dijo sonriendo mientras se secaba su cabello con la toalla.

—No trajimos otro atuendo, por eso  —respondí.

—A ver, checa en el mueble que esta por allá —dijo señalando con su mano izquierda hacia el closet de la cabaña.

Me dirigí hacia aquel closet y abrí la puerta, dentro había prendas que aún tenían su etiqueta.

—Qué hombre tan precavido —dije mientras sacaba la ropa para llevarla a la cama.

—Todo lo hago para que te sientas a gusto, aunque sea un mínimo detalle —respondió seguido de un beso.

Al terminar de vestirnos, nos dirigimos hacia el restaurante de las cabañas, un lugar con un techo alto, lo cual daba más frescura al sitio, rodeado de cristales y cortinas de organza blancas y muy delgadas. Nunca antes había escuchado de este sitio, sobre todo que fuera tan perfecto.

Nos sentamos en la mesa que daba la vista hacia la laguna, una mesera se acercó a nuestra mesa entregándonos la carta para ordenar el desayuno.

—Pide por los dos, amor —dijo mientras se levantaba del asiento.

—¿Dónde vas? —pregunté.

—Al sanitario. 

—Ok —dije mientras observaba el menú.

Pasaron unos minutos, seguía observando el lugar, no dejaba de asombrarme. 

—Hermoso el lugar, ¿verdad? —preguntó Hosmar, una vez que llegó.

—Sí, jamás había oído de este lugar.

Llegó la mesera con el desayuno, se veía muy delicioso, comenzamos a comer y a intercambiar comida de nuestros platos.

—¿Qué haremos al salir de aquí, amor? —preguntó.

—Primero tengo que ir a mi casa para reportarme con mis padres, después ir al lago a preparar la cena de Estrella y Luz.

—Tendremos la agenda algo cargada entonces.

—Sí, un poco, y tú, ¿no debes ir a tu casa, amor? 

—Mis padres salieron por unos días afortunadamente, así que tengo todo el día de hoy y mañana para estar contigo.

Vuelve a mí. (book 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora