La despedida C33 📝

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Al tomar asientos las preguntas se empezaron a surgir.

—¿Pasó algo malo? —preguntó Martín mientras me sentaba.

—No, solo me informaron que después del receso en el acto cívico se dirán unas palabras de despedida para Luz.

—¿No tendría que estar Estrella y los padres de Luz también? —preguntó Rosalin.

—Sí, de hecho dentro de poco estarán aquí.

—Qué fuerza de voluntad tiene  —dijo Martín sorprendido, rascándose la cabeza como si no pudiera lidiar con ello.

—Me imagino que trata de superar todo esto haciéndole frente, manteniéndose ocupada, de esa forma el dolor será menor —respondió Rosalin 

—Sí, eso pienso también, ya van dos días que el café no abre, si ella aún no se encuentra bien para hacerlo, hay que ayudarla —dije un poco angustiado.

El timbre sonó, ya había acabado la segunda hora, solo faltaba una más, tenía que tener listo el discurso, me encontraba concentrado pensando y recordando nuestros momentos de felicidad, tenía que ser perfecto, empecé a escuchar murmureos, todos volteaban hacia las ventanas que llevan a la puerta de la entrada, era Estrella, que estaba caminando hacia la entrada del salón en compañía de su madre que la sostenía. Martín se dirigió a la puerta para ayudarla a entrar, la maestra también salió para platicar con la madre de Estrella, al parecer había algunas recomendaciones que darle. Estrella se despidió de su madre con un beso en la mejilla y entró al salón en compañía de Martín, al ver el asiento tapizado de flores y la veladora dirigió su mirada hacia el grupo.

—Les agradezco todas las muestras de cariño que nos han brindado, Luz estaría muy contenta al saber que era apreciada por todos ustedes  —dijo mientras tomaba asiento. 

La maestra entró de nuevo al salón, al parecer ya se había percatado de las precauciones que tenía que tomar por cualquier reacción de Estrella. 

—Chicos, por favor, continúen con sus actividades —dijo al dirigirse de nuevo hacia su escritorio—. Estrella, mi más sentido pésame, cualquier cosa que se te ofrezca, hija, no dudes en pedirlo.

—Gracias, maestra —respondió Estrella con poco aliento.

Yo trataba de concentrarme con aquellas palabras de despedida, no pensé que fuera tan doloroso hacerlas, no podía evitar inundar mis ojos de lágrimas, que estaban a escasos metros de salir a la superficie, Martín y Rosalin apoyaban a Estrella mientras con las actividades de la clase, tratando de evitar que se sintiera sola, tanto silencio era agobiante. Llegó la hora de salir al receso, al sentarnos en nuestra mesa preferida, Fátima nos esperaba ya ahí, el apetito en Estrella era escaso, sabíamos que era parte del proceso de duelo, así que no la obligamos a comer más de lo que podía resistir.

—Estrella, ¿estás lista para el pequeño homenaje que se llevará a cabo para Luz?  —comentó Fátima.

—Sí, solo por favor no me hagan hablar.

—Descuida, las palabras las diré yo —dije mientras sostenía su mano.

—Gracias, Neto. 

—¿El negocio lo abrirás o todavía seguirá cerrado? —preguntó Martín.

—Hoy se abrirá de nuevo  —respondió Estrella.

—Si deseas que te ayudemos, ya nos hemos organizado para ir a ayudarte los días necesarios —dijo Rosalin.

—Sería de mucha ayuda, chicos, gracias por todo lo que están haciendo por mí, estoy muy agradecida con la vida de tenerlos como amigos —respondió Estrella mientras se escurrían unas cuantas lágrimas de sus ojos, al parecer había llorado lo suficiente para que estas fueran ya escasas.

—Eso no tienes por qué agradecer, para eso son los amigos, así que sécate tus lágrimas, hermosa, y saldremos juntos de esto —respondió Fátima, haciendo que todos nos tomáramos de las manos en señal de unión.

—Tengo que ir al salón, olvidé mi celular y mi escrito para el homenaje, por si llegan a tocar, los veo en la cancha —dije mientras me levantaba del asiento y me dirigía hacia el salón, dándole antes un fuerte apretón y un beso en la mejilla a Estrella.

De camino iba pensando en Hosmar, en si habría algunas llamadas pérdidas o mensajes, al llegar al salón, me dirigí hacia mi mochila, tomé el celular y el ensayo, al prenderlo no había ningún rastro suyo, trataba de pensar que sería cuestión de tiempo que se acordara. Lo que no tardó en llegar fueron la garrapata de Raquel y la güera oxigenada, que estaban en el pasillo que se dirigía al salón, seguí caminando, observé que traían en sus manos el periódico amarillista que vendió cientos de ejemplares hasta agotarse, sin embargo, no tomé importancia al pasar.

—Es una pena lo ocurrido con esta chica —comentó la güera oxigenada como si quisiera que toda el ala del edificio la escuchara.

—Pues no tanto, un fenómeno menos, habrá más oxígeno para nosotros, los normales  —respondió Raquel en son de burla.

En ese momento solo me di la vuelta para darle una fuerte cachetada que al suelo la mandó, no me percaté de que había chicas grabando, sin embargo, no me arrepentí de haber hecho lo que hice.

—Serás mujer, Estupida, pero eso no te da derecho hablar mal de una persona ni mucho menos desear su muerte, te metes conmigo, lo puedo tolerar, pero no te metas con mis amigos —dije mientras escupía enfrente de donde estaba tirada—. Personas como tú dan lastima.

Toda mi adrenalina acumulada la recibió Raquel, seguí mi camino y escuché aplausos de compañeros que escucharon todo y empezaron a burlarse de Raquel, al parecer su comentario homófobo no tuvo el impacto que pensó, tendría que estar preparado, ese video sin duda sería la prueba de la agresión ocurrida contra Raquel, era cuestión de minutos en que me mandaran a llamar a la dirección.

—Te vas a arrepentir, Ernesto —gritó eufórica Raquel mientras la levantaban del piso.

Sonó el timbre de nuevo mientras que en el megáfono anunciaban la concentración de todos los alumnos en la cancha de voleibol, se llevaría a cabo el homenaje cívico de los lunes. Al llegar ya estaba la mayor parte de los alumnos tomando sus lugares, busqué a mis amigos y vi que se encontraban junto al atrio, el director estaba a un costado con los padres de Luz, la fotografía que estaba el día de su funeral estaba ese día también en la escuela acompañada de rosa rojas y blancas. El homenaje dio inicio, el acto protocolario de cada lunes fue distinto a los usuales moños negros en las camisas de los compañeros simbolizando el luto que embargaba a la universidad.

Vuelve a mí. (book 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora