Capítulo 10: Los celos son peligrosos

56 6 7
                                    

Aurora Ferreira.

Si alguna vez me preguntaran que es lo que más odio en el mundo, no dudaría ni un segundo mi respuesta.

Odio enormemente sudar.

Esa es la razón más grande del porque no practico ningún deporte, sin embargo, a mi mejor amiga se le da de maravilla ser porrista y como soy gran amiga me quedo esperando hasta que termina su entrenamiento, cuando empezamos la preparatoria hizo lo imposible para tratar de convencerme de agitar pompones y hacer algunas acrobacias, pero se dio por vencida cuando después del primer entrenamiento en donde por cierto tuve una caída magistral y aplasté a una pobre chica.

Enserio admiro la agilidad que tienen algunas porristas, yo ya me habría roto el cuello un par veces.

- ¡Vamos hagámoslo una vez más y terminamos! – les grita Cinthya emocionada mientras se acomoda para hacer la rutina de nuevo, yo por otro lado estoy acostada en el pasto disfrutando del sol y la brisa del otoño, donde puedo reírme de las caras de odio que le están lanzando sus exhaustas compañeras.

Esa loca las va a matar del cansancio , pienso mientras me llevo otro osito de gomita a la boca.

Antes de venir al entrenamiento encontré una bolsita con estos dulces pegados en la puerta de mi casillero, no me sorprendí tanto por que una vez encontré una barra de chocolate no dejaron ni una nota es día, pero por fin sé quién me deja esos regalos inesperados.

Desdoblo la pequeña notita que tengo en mis manos, y con una sonrisa tonta la vuelvo a leer:

"Aunque lo niegues niña terca, sé que por dentro eres tan dulce como estos ositos de gomitas y yo me encargare de demostrártelo.

Pd. Espero que te gusten.

Atte: El único niño bonito de toda la escuela ;) ".

¿Cómo pretende este hombre que mis hormonas no se alboroten cuando está cerca si hace estos detalles tan tiernos?

Estas a punto de caer en sus encantos querida Aurorita, mírate quien iba a decir que tú volverías a estar babeando por un chico. Exclama burlona mi conciencia.

¡Por supuesto que no estoy babeando por él!, estoy muy segura que cualquier otra chica en mi lugar también se derretiría con su sonrisa tierna y sus dulces ojos oscuros.

Cierro los ojos para deleitarme con el recuerdo del brillo que tenía su mirada cuando me vio en la biblioteca hace unas horas.

Mierda, ahora sí que estoy babeando.

No debería de ser tan vulnerable a sus encantos porque de alguna manera tengo el presentimiento que esto no va terminar muy bien para ninguno de los dos. Aunque no lo quiera admitir sé perfectamente que no soy nada buena para él.

Yo soy un Tsunami y él es una hermosa playa en calma. No puedo permitirme corromper tanta paz solo para cumplir el capricho que tengo de besarlo hasta que se agote la respiración.

Llevo varios días dándole vuelta al asunto y el consejo que me dio Elías hace dos días cuando le pregunte que debía hacer todo sigue retumbando en mi cabeza.

Si estas segura de que puedes manejar lo que él siente por ti y regresárselo de la misma manera entonces sigue adelante, pero si no es así mejor date la vuelta y dale la oportunidad de que alguien más repare su corazón por que como reacciono es muy obvio que no quiere ser destruido de nuevo Aurora.

Fue entonces cuando entendí el por qué no pudo confesarme que el ensayo era para mí esa tarde en mi casa, tiene miedo a salir lastimado de nuevo y lo comprendo totalmente.

AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora