Aurora Ferreira.
No deberías estar aquí, esto ya es demasiado.
Mi conciencia tenía razón, fue un grave error haberme quedado en la escuela hasta que Damián saliera de su entrenamiento, pero ya era demasiado tarde para echarme para atrás, en cualquier momento saldría de la alberca y pasaría por la puerta que estaba justo enfrente de mí.
Sentía los nervios haciéndose nudo en mi estómago, él no me intimida, para nada, aunque su apariencia física es imponente, no causa ningún impacto en mí, a diferencia de los demás, quienes siempre le guardaban cierto respeto y preferían no meterse en su camino, aunque él nunca había sido un chico malo, jamás lo había visto ser grosero con alguien o tener reputación de mujeriego.
En realidad es uno de los pocos chicos que si valen la pena.
Hemos estado en la misma clase desde los once años, él era un niño muy tierno en ese entonces, siempre llevaba su cabello desordenado, su voz era menos grave que la de ahora y su uniforme siempre estaba sucio porque se la pasaba jugando fútbol con julio o sus otros amigos, era muy amigable con todos, casi siempre se sentaba junto a mí y platicábamos mucho sobre tonterías, todo el tiempo me hacía reír muchísimo con sus ocurrencias.
Siendo franca no pasó mucho tiempo cuando me di cuenta que me había enamorado perdidamente de él, como apenas era una niña me emocionaba cada vez que estaba cerca de mí o me hablaba, pero no le dije nada al respecto a él ni a nadie, me gustaba imaginar que cuando creciéramos nos haríamos novios y seriamos felices por siempre como en los cuentos, pero eso nunca pasó.
Cuando teníamos quince las cosas cambiaron mucho, ya no éramos tan niños y todos traían las hormonas alborotadas, a Damián ya se le notaba la pubertad, había crecido bastante y aunque su tono de voz ya no era el mismo seguía teniendo la misma risa contagiosa que tanto me gustaba, poco a poco dejamos de ser tan cercanos, pero de vez en cuando nos sentábamos juntos y parecía que el tiempo no hubiera pasado seguíamos hablando de todo y riéndonos de las mismas tonterías, hasta que entró ella.
Emma.
Cuando llego a la escuela dejo a la mitad de los chicos de mi salón babeando como tontos, incluido a él, en menos de dos semanas los dos ya habían empezado hablar y al mes ya eran inseparables, nunca veías a Damián sin Emma, se la pasaban todo el tiempo juntos.
Dejo de sentarse junto a mí y se empezó a sentar en la parte de atrás del salón, de vez en cuando volteaba solo para verlo y él solo me sonería.
Dios tiene una sonrisa preciosa pensaba mientras lo veía y rápidamente volvía a poner atención a la clase, estoy muy segura que Emma me atrapo un par de veces viéndolo, así que, por mi bien deje mi pequeña obsesión de niña a un lado.
Seguí con mi vida, poco después conocí a un chico genial que estudiaba en otra escuela, me enamoré muy rápido y nos hicimos novios, solo así pude sacarme del corazón a Damián Cevedo.
Ahora que recuerdo todo eso Emma nunca me cayó bien, era muy desesperante y algo creída o al menos así lo recuerdo yo, éramos compañeras en clase de biología, ella casi nunca me dirigía la palabra, hoy en día sigo creyendo que la mayor parte del tiempo me ignoraba cuando le decía algo, cosa que no importaba en lo absoluto.
Deseaba que Damián estuviera feliz, si ella lo hacía feliz yo estaba bien con eso, de verdad creí que eran felices, hasta que pasó lo que jamás nos imaginamos todos: ella lo engaño, justo aquí en la escuela, enfrente de todos sus amigos que los tenían como la pareja ideal, el recuerdo de ese día aún estaba muy fresco en mi cabeza.
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Aurora
Fiksi RemajaSiempre he sido una persona sencilla, de esas que disfrutan de un día tranquilo en la playa y evita los riesgos a toda costa. Me gustaba mantener todo bajo control y que nada ni nadie interviniera en el pequeño mundo al que me había exiliado por vol...